He aquí una lista bastante idiota de las 20 personalidades más grandes de la Historia que aparece en http://religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=32754:
1. Jesús de Nazaret
2. Napoleón Bonaparte
3. Mahoma
4. William Shakespeare
5. Abraham Lincoln
6. George Washington
7. Adolf Hitler
8. Aristóteles
9. Alejandro Magno
10. Thomas Jefferson
11. Enrique VIII de Inglaterra
12. Charles Darwin
13. Elizabeth I de Inglaterra
14. Karl Marx
15. Julio César
16. La Reina Victoria de Inglaterra
17. Martín Lutero
18. Iosif Stalin
19. Albert Einstein
20. Cristobal Colón
De los diez primeros, a lo sumo merecen estar en tan alto pedestal
Jesucristo, Mahoma, Aristóteles y Alejandro. Entre los veinte primeros,
no desmerecen Napoleón, Lincoln, Hitler, Darwin, Marx, Colón, Einstein o
Stalin. Más arriba de lo que está merece que se lo ponga Lutero. Y
muchísimo más arriba que nadie (con la excepción de Cristo y quizá de
Mahoma) debería ubicarse segundo o tercero el gran Cayo Julio César. Eso
por el lado de los que aparecen en la lista.
Porque otros
muchos no aparecen. ¿Dónde está uno que ha influído en el mundo que hoy
conocemos mucho más que los anteriores? ¿Cómo no aparece Augusto,
sucesor de César y primer emperador romano, gracias a cuya obra el
Imperio duró en Occidente casi medio milenio y en Oriente casi un
milenio y medio? ¿Y Buda, que quizá sea el personaje histórico más
trascendente que ha dado Asia? ¿Y Gengis Khan, que seguramente sea el
mayor conquistador de la Historia y el más grande entre todos los bárbaros que han amenazado a la civilización? ¿Y Confucio y Lao Tsé, que fueron los
grandes organizadores sociales de China? ¿Y Carlomagno, que fue el más
grande de todos los monarcas medievales europeos y de cuyo Imperio
dividido en el Tratado de Verdún (843) proceden directamente las
actuales Francia y Alemania? ¿Y Homero, creador de obras inmortales como
"La Ilíada" y "La Odisea"? ¿Y Pericles, en quien se encarna el periodo
áureo de Atenas? ¿Y Temístocles, cuyo genio salvó de la ruina a toda la Hélade en la guerra contra los persas? ¿Y San Pablo, el Apóstol de los gentiles y principal artífice humano de la difusión del Cristianismo? ¿Y Newton,
que en su tiempo revolucionó la física? ¿Y los Reyes Católicos, que
forjaron la grandeza de España y patrocinaron a Colón?
¿Y los hermanos Macabeos -Judas, Jonatán y Simeón; hijos todos del gran
Matatías-, que evitaron que Antíoco IV Epífanes llevase a término sus
deleznables propósitos de helenización de Israel y que por ende
impidieron la desaparición del culto monoteista de encima de la
superficie de la Tierra? En fin, si yo hiciera la lista, sería muy
diferente. Pero, afortunadamente, tengo el suficiente seso como para
saber que ni siquiera el mayor erudito podría establecer claramente
quienes fueron los más grandes e importantes personajes de la Historia.
Hay ciertas cosas que solo las puede saber Dios.
¡Así que
preguntémosle a Jesucristo que piensa de todo esto! Desde luego, la
primera posición que ostenta el Señor, Dios y Redentor de todos los
hombres es indiscutible, y no solo para los que creemos que fue la
Encarnación de la única Divinidad... Por Él contamos los años.
¿Necesitamos otra demostración? Que sirva ésta. Comparándolo con otros
fundadores religiosos o modeladores sociales, es fácil reconocer que,
aunque Confucio o Mahoma han influído tremendamente en la cultura china o
musulmana -y seguramente si se preguntase a esa gente pondrían a esos
dos por encima de Cristo-, apenas han tenido peso entre nosotros. Por el
contrario, la cultura de Occidente se ha hecho sentir y ha sido
parcialmente copiada en todas partes. A través de ella Cristo se ha
convertido en un personaje al que tienen presente todas las culturas del
mundo, con independencia de que dichas culturas se hayan empapado del
cristianismo o hayan permanecido paganas. Seguramente un chino, un hindú
o un musulmán no lo tengan por el primero, pero le reconocerán espacio
entre los cinco primeros, cosa que no puede decirse de ninguno otro.
Porque de Él hemos hablado mucho a todos los que hemos conquistado y/o
aculturado. ¡Ya si para bien o para mal, si con sinceridad o invocándolo
de manera hipócrita, esos son temas que quedan para los historiadores
profesionales! IHS
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