viernes, 27 de diciembre de 2013

¿QUIÉN SALE MÁS PERJUDICADO? VIVE DEJANDO VIVIR

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!

Comencemos hoy con una imagen. El artículo gravitará en torno de ella. Es la siguiente:



Efectivamente, es un ser humano, y concretamente uno vivo. Sin duda, sus padres pueden tener mucho que perder en caso de dejarlo nacer. En determinadas circunstancias, se hace evidente que además puede darse un rechazo más que comprensible a la posibilidad de traer al mundo a un no nacido. ¿Quién en su sano juicio podría poner eso en duda? Habría que ser majadero para negar lo que salta a la vista.

Sin embargo, todo lo antedicho no quita para que, hoy quizá más que nunca, reafirme mi inquebrantable opción moral a favor de la defensa jurídica de la vida de los no nacidos, a través de la prohibición del aborto (en todos los casos) y de su persecución penal como crimen de homicidio (excluída solo en caso de violación o de aborto destinado a salvar la vida de la madre). Y mi razón para pensar así es bastante buena. Primero, que yo no sé lo que haría (para qué voy a engañar a nadie, no me he enfrentado al caso). Pero sé lo que debería hacer, y esto es más que suficiente para actuar. Total, el argumento de "¿y tú que harías si te pasase a tí? ¡Seguro que abortarías!" es una solemne bobada. Por ejemplo: si yo estuviera casado y entrase en mi casa para ver mi lecho profanado por el adulterio de mi mujer con otro hombre, quizá perdería la pinza y haría alguna desfachatez. No obstante, a ningún ser humano sensato se le ocurriría despenalizar los crímenes pasionales en base a un argumento tan endeble. Igual debería pasar con el aborto.

Segundo, que me entristece observar cómo los que constántemente justifican poner fin a la vida de los seres humanos mientras aún están dentro del vientre de sus madres alegando los perjuicios que dejarlo nacer causaría a otros no suelen nunca pensar por un momento en los perjuicios que se le causan al que por culpa del aborto no nacerá. Siendo cierto que los padres pueden tener mucho que perder, más pierde el nasciturus abortado. Pues a éste se le quita absolutamente todo. No solo lo que ya es, sino además todo lo que podría llegar a ser si se lo dejase vivir. Es verdad que dentro de ese último apartado probablemente habrá cosas malas. Difícilmente una vida humana puede quedar libre de la contrariedad. Ahora bien, siendo cierto que se le garantiza al no nacido abortado que jamás se enganchará a la droga ni sufrirá desengaños amorosos ni fracasos profesionales, lo cierto es que igual que se le evita lo malo se le arrebata ilegítimamente lo bueno. Y lo mejor, que muchas veces es la superación de la adversidad.

La defensa del aborto constituye siempre un despropósito, se mire como se mire. ¡Dios nos ayude a superar esta terrible etapa de confusión! Al final, la Vida humana habrá de prevalecer de nuevo, y con ella los otros muchos derechos de los que ésta es soporte. IHS

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