sábado, 7 de febrero de 2015

UN ARTÍCULO DEL QUE ESTOY ORGULLOSO

Voy a publicar un artículo que antaño escribí para el blog provincial gaditano de AES, y que, si bien el de AES es un proyecto muerto, deseo que siga en circulación, porque el problema a que hace referencia sigue del todo de actualidad [Y, afortunadamente, aunque el proyecto de AES está muerto, existen actualmente en 2017 proyectos similares como los representados por VOX y por la coalición RESPETO. A los que el principal reproche que cabe dirigirles es no dar pasos hacia una integración mutua entre ambos].

¿Qué cuernos pinta AES en Cádiz? Muy sencillo: ¡GIBRALTAR!

"Hoy no me he levantado con ganas de hablar de la justicia de la causa por la que Alternativa Española combate -con las armas que le proporciona el actual sistema, claro está-. Así que mi propósito al escribir esta nueva entrada del blog del partido no es convencer a nadie de las bondades del proyecto nacional de AES. No voy a explicar por qué entiendo que debe ser defendida la vida, ni por qué España debe sobrevivir a la deriva soberanista reestructurándose territorialmente en clave más centralista, ni por qué el Estado debe patrocinar políticas que se pongan al servicio de la familia natural (y no de su destrucción, como sucede actualmente).

En este momento lo que me apetece es extenderme sobre los que a mi parecer son los motivos que puede tener un gaditano defensor del tipo de ideas que AES representa para votar en las sucesivas convocatorias electorales por nuestra formación o por las coaliciones en las que ésta se integre antes que por las formaciones políticas que participan del sistema o de su ideología (PSOE, PP, IU [lease actualmente también PODEMOS], C's, UPyD, EQUO, PACMA, PA, PSA…) o por las que no proponen nada digno de mención (Hartos.org, Ciudadanos en Blanco…). En definitiva, me propongo responder a la siguiente pregunta: ¿Qué cuernos pinta AES en Cádiz?

Estoy en disposición de afirmar que AES pinta mucho en Cádiz. Más de lo que pueden imaginarse incluso quienes ya colaboran con el proyecto en esta provincia. Las razones que me llevan a afirmar la veracidad del aserto anterior son múltiples. Pero, por de pronto, hay una que quizá destaca respecto de todas las demás, porque es una razón específicamente gaditana: ¡Gibraltar!

Aunque mucha gente pueda ignorarlo, lo cierto es que ningún Gobierno entre los que se han sucedido al frente de este país desde los días de Franco ha albergado sinceramente la intención de hacer todo lo que esté en su mano por recuperar la Roca de manos de ese desleal “amigo” y “aliado” que para España se supone que es el Reino Unido (socio, conjuntamente con España, de organizaciones tales como la UE y la OTAN). Esto es lastimoso. La política de los Gobiernos juancarlistas se podría entender en los días de la Inglaterra victoriana; porque no era cosa de desafiar a Gran Bretaña cuando ésta era la potencia más poderosa de la Tierra. De hecho, que ahora no lo sea tampoco significa que abogue por recuperar el Peñón a cañonazos.

Sin embargo, una cosa es no marchar insensatamente a la guerra contra un país que sigue siendo más fuerte que el nuestro (y que no vacila en aplastar implacablemente a los más débiles, como se demostró cuando la Guerra de las Malvinas contra Argentina) y otra muy diferente es no tomar medidas encaminadas a favorecer un cambio de opinión respecto de la cuestión gibraltareña tanto a nivel español, como a nivel llanito y a nivel británico.

En sus tiempos, Franco se atrevió a dar pasos afortunados con vistas a convertir Gibraltar en una sangría económica permanente para el tesoro público británico. Se dio cuenta de que el Reino Unido no defiende Gibraltar por puro patriotismo, porque Gibraltar no es Gran Bretaña misma, sino solo una colonia que ni siquiera está poblada por anglosajones. Entendió bien que el Reino Unido solo querrá mantener la colonia en tanto poseerla le suponga un beneficio. Por eso reforzó el puerto de Algeciras, para hacerle leal competencia a la Roca; y cerró la Verja que nos separa del Peñón en 1969.

Actualmente está en boga burlarse de las medidas que tomó el Caudillo con el fin de intentar atajar este grave problema nacional -estos tiempos maniqueos lo han convertido en la encarnación del mal a los ojos de la mayoría de la gente, que constituye una masa iletrada y aborregada que no ve una contradicción en el hecho de odiar a Franco y denigrar su memoria a la vez que vota a los grandes partidos repletos de antiguos camisas azules y de hijos de éstos-. Todo lo cual no quita que lo cierto es que la política de Franco en relación al Peñón es casi la única línea de actuación inteligente que ha emprendido España para hacer frente a esa cuestión eternamente candente para nuestra patria.

En verdad, y siendo cierto que lo que voy a decir supone un ejercicio de Historia-ficción, es fácilmente concebible que si la política de Franco se hubiese mantenido quince o veinte años más el Gobierno londinense se hubiese visto emplazado a deshacerse de una colonia que habría quedado convertida en un perfecto trasto inútil. El Reino Unido ha demostrado que lleva muchas décadas dispuesto a ceder ante cualquier adversario fuerte. Ahí está China -que consiguió la devolución de Hong-Kong simplemente porque Londres tenía miedo de su enorme poder militar y político-. Soy consciente de que España no es comparable en poder a la política y militarmente pujante China, pero tampoco hay motivo alguno para creer que seamos tan débiles como para no poder ni siquiera emprender una política mínimamente fuerte (que además no sería agresiva, sino más bien de autodefensa contra Gibraltar, habida cuenta de los gravísimos perjuicios que nos ocasiona la existencia del malhadado paraíso fiscal llanito).

No podemos intimidar al Reino Unido con la amenaza de una fuerza de la que éste está mejor surtido que nosotros. Sin embargo, nos bastaría con aislar Gibraltar por tierra para acercarnos a la consecución de nuestro objetivo. Después estaria por ver si lo conseguiríamos o si no. Sea como sea, no está de más hacer ver que, incluso si no consiguiéramos recuperar Gibraltar, restableceríamos nuestra dignidad como Nación y aligeraríamos el monto total del perjuicio que, sin duda alguna, causa esa colonia extranjera a toda España. Pero muy especialmente a esta provincia. No olvidemos nunca que Gibraltar, antes incluso que un asunto español, es un asunto gaditano, y lo es por dos buenas e importantes razones:

1ª) Todo el territorio de Gibraltar normalmente habría de pertenecer al ámbito provincial gaditano, pues la ciudad se sitúa en la comarca del Campo de Gibraltar y de la Bahía de Algeciras; de tal manera que es a éstos territorios a los que les impide desarrollarse todo lo que en otro caso podrían absorbiendo una gran cantidad de intercambios económicos que normalmente acaecerían en esos otros territorios o se desviarían hacia los mismos. No cabe duda de que, si Gibraltar retornara a España y a Cádiz, todo ese comercio habría de incidir favorablemente en la marcha de la economía de la comarca y en el nivel de desarrollo político y social de la misma, que actualmente es ínfimo.

2ª) Si el perjuicio que Gibraltar causa a España como Nación es importante (sin duda alguna, Gibraltar nos priva del control total del Estrecho y por ende causa cierto perjuicio económico a la Nación, y un perjuicio militar potencial y de prestigio aún mayor), pero no de tipo vital (la viabilidad misma de España no está en peligro como consecuencia de la existencia de Gibraltar, y nadie diría hoy que el de Gibraltar sea el principal problema de España); con Cádiz sucede exactamente al contrario. Aunque no sea la única causa, no cabe duda de que la colonia pirata contribuye de manera notable a que Cádiz sea la provincia más deprimida de España, situación que probablemente no tendría lugar en caso de que ese territorio no hubiese sido hurtado a la soberanía española durante los últimos tres siglos (todo el tráfico económico a través del Mediterráneo habría tenido que pasar por territorio español y gaditano); de ahí que no es aventurado considerar a Gibraltar como el enemigo público nº 1 de los intereses de la provincia; que no de los de España en su conjunto.

¿De todo esto que se saca? Que la defensa del interés general de Cádiz pasa no solo por la implementación de políticas económicas muy diferentes de las ensayadas durante los últimos decenios (que nosotros creemos deben fomentar la reactivación de la vida laboral de la provincia, y no la cultura del carnaval subvencionado), y por el establecimiento de un nuevo modelo político que nos facilite controlar adecuada y eficazmente a nuestros gobernantes. También pasa, si o si, por la defensa de políticas que se encaminen a la reincorporación del Peñón al territorio español. Todo lo que no sea esto (sea la aceptación del actual statu quo o el reconocimiento al pueblo gibraltareño de un falso derecho a la autodeterminación), es abogar por una política que perjudica a España, pero que arruina a Cádiz y la condena a un subdesarrollo más propio del Tercer Mundo que de la ciudad más antigua de Europa. Aquella que antaño diera un primer cónsul no italiano a Roma en la figura del noble Lucio Cornelio Balbo, amigo del mismísimo Cayo Julio César.

Y eso es exactamente lo que hacen tanto el PP, como el PSOE, como IU -lease actualmente también PODEMOS-, como C's, como UPyD, como Equo (por hablar de los partidos implantados a nivel nacional). ¡Ninguno de ellos se manifiesta a favor de bloquear Gibraltar! Su posición a este respecto parece la de fomentar lo que ya lleva sucediendo desde ese nefasto año de 1985 en el que se reabrió la Verja: convertir a la colonia, que es la parte débil (el Reino Unido es más fuerte que España, pero ésta lo es incomparablemente más que Gibraltar), en el agente de la relación entre ésta y la Madre Patria española que se considera con la sartén por el mango y por ende se atreve a adoptar una posición agresiva respecto de una España de la que debería limitarse a defenderse, si las cosas fueran bien. Pero van fatal, de ahí que la provoquen sin miedo ninguno a las consecuencias de su chulería.

Afortunadamente, con AES sucede exactamente al contrario. El partido con el que colaboro está comprometido a hacer todo lo que esté en su mano -siempre dentro de los límites que dicte la responsabilidad- a fin de recuperar la Roca para España. De hecho, su plan de acción a este respecto parte de la base de que Gibraltar es una colonia, y de que precisamente por ello, y porque es una colonia de un país que se dice aliado de España, su mantenimiento en poder británico es un despropósito al que lo único que hay que ponerle es punto y final.

Gibraltar y el Reino Unido han demostrado estar dispuestos desde siempre a pasarse sus Tratados con España por el arco del triunfo. Eran poderosos, podían hacerlo. España quizá no sea tan poderosa, pero también puede forzar sus compromisos y desentenderse de algunos de ellos. La palabra dada por gobernantes irresponsables no es de recibo que empeñe el destino de toda una Nación ni tampoco de ninguna parte de la misma.

Dicen que si volvemos al Tratado de Utretch quebrantaremos el Convenio sobre el Derecho del Mar. ¿Y a nosotros qué? El Reino Unido quebrantó Utretch cuando le vino en gana, y lo sustituyó por la más pura arbitrariedad (dicho de otro modo, que hizo exactamente lo que le salió del carajo). España, si quebrantara el Convenio para el Derecho del Mar, lo haría con el objeto de restablecer la vigencia de un Tratado bilateral con el Estado que podría considerarse agraviado, que es el Reino Unido.

Total, ¿acaso el Reino Unido no ha quebrantado disposiciones aún vigentes de Utretch como la que delimita la frontera con España a fin de engrandecer la colonia pirata? ¿O como la que dictamina que no consultará la cuestión de la soberanía sobre la Roca más que con España; como hizo al elaborar una Constitución para el Peñón que afirma que Gibraltar nunca será enajenada sin el consentimiento de los llanitos? Entonces no seamos tan quisquillosos con las cuestiones jurídicas, que tratamos con un Estado que se la pasa abusando del Derecho Internacional. No comento, por cierto, la cuestión de la reacción que tendría la UE. Aunque solo sea porque no creo que para España supusiera un perjuicio demasiado grande salirse de ella. Incluso podría considerarse una liberación. Tal como hoy se plantea, Europa no funciona. Pese a todo, diré que no creo que se nos expulsase por lo que al fin y al cabo es la defensa de nuestra reivindicación sobre un territorio al que tenemos derecho histórico y del que tenemos necesidad. No porque adquirirlo por si solo de solución a nuestros problemas, pero si porque contribuiría a quitarnos un enorme peso de encima.

Otro elemento importante a tener en cuenta es que hoy en día Gibraltar no desea formar parte de España. Cosa muy comprensible. El nuestro es un país en ruinas, gobernado por una partitocracia parásita y corrupta que ni respeta a su pueblo ni lo hace respetar en el extranjero. Gibraltar es un próspero paraíso fiscal, y el Reino Unido, con toda su actual decadencia y todo, sigue siendo un país respetado dentro de la comunidad internacional que puede proteger su colonia eficientemente.

En ese sentido, pasar de ser una colonia que además recibe facilidades del país colonizador y el tributo de la Universidad de la provincia cuyo territorio lleva tres siglos usurpado (véase a este respecto tanto http://aescadizprovincia.wordpress.com/2013/12/01/el-provocador-ministro-de-gibraltar-huye-por-una-ventana-en-algeciras-al-grito-de-fuera-piratas-de-la-universidad-alternativa-espanola-aes-tambien-estuvo-alli/ como http://lascronicassertorianas.blogspot.com.es/2013/11/un-manifiesto-impactante.html), a ser un municipio de la provincia más deprimida y con más paro de toda España parece un mal negocio para los gibraltareños. Y más ahora, que es dudoso que la propia España sobreviva a la embestida separatista vasca y catalana. [situación que el Brexit agrava, porque otro peligro que enfrenta España, pero que el Reino Unido podrá capear con más éxito a causa de su salida de la UE es precisamente el de que tenga lugar una implosión desordenada de esta organización].

¿Cómo va a ser éste un país al que los llanitos se quieran unir? ¡Si ni siquiera nos resulta atractivo a nosotros mismos! Y no es que la opinión de los llanitos sea fundamental. En su mayor parte, no son más que colonos, mayormente italianos, traídos a propósito por el Reino Unido con el fin de deshispanizar el territorio. Muchos de ellos elegidos de entre comunidades con las que Gran Bretaña sabe que históricamente nos hemos llevado mal los españoles (moros y sefardíes). Ni nos interesa que se les conceda derecho ninguno a la autodeterminación, ni tampoco ellos merecen que se les reconozca. Sin embargo, no solo vivimos hoy en un mundo que le da valor a la democracia, sino que nosotros mismos le damos tanto o más valor del que le dan nuestros adversarios políticos, que solo se sirven de ese concepto como de un señuelo con el que atraer a los incautos, recibir sus votos, hacer con sus vidas lo que ellos quieran y que los perjudicados aún crean que tienen influencia sobre los verdugos de sus derechos e intereses.

Precisamente, es mi fe y la fe de AES en la democracia (en una verdadera democracia, no en el sucedáneo partitocrático, inmoral, suicida e hipócrita que se practica aquí) la que nos lleva a entender que, si bien a Gibraltar no se le debe tratar jamás como si poseyera ningún falso derecho a la autodeterminación, no por eso dejaría de ser una gran cosa que la reincorporación de la Roca a España fuera querida por el mayor número de gibraltareños posibles. Por de pronto, porque eso hablaría bien de nuestro país. ¡Qué duda cabe de que nos gustaría que hasta los monos votasen con alegría por el retorno a la España que nunca debió resignarse a abandonar aquella tierra!

Desde AES no nos engañamos, porque somos realistas. Sabemos que lo que yo querría no está en nuestra mano, porque no depende únicamente de nosotros. Ahora bien, si que podemos contribuir a que se creen ciertas condiciones políticas y sociales en la provincia de Cádiz y en el conjunto entero de España que faciliten que algún día se llegue a plasmar en la realidad dicha posibilidad. Por eso trabajaremos. Por eso la provincia de Cádiz puede confiar en nosotros. No permaneceremos indiferentes ante el que sin duda es su mayor problema. Y tenemos ideas acerca de lo que conviene hacer, al margen de que se recupere o no Gibraltar. Sobre esas ideas iremos hablando en sucesivas entradas del blog. ¡Palabra!" IHS