viernes, 29 de noviembre de 2013

UN MANIFIESTO IMPACTANTE

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!

No tengo costumbre de dedicar mis entradas a referir textos que no he elaborado yo mismo en este blog. Pero a veces uno lee cosas que se tienen que compartir. Y una de ellas es un manifiesto que acabo de conocer es el que se leyó con motivo de la conferencia que vino a dar (que afortunadamente al final quedó abortada) ese pequeño hombre que es el presuntuoso Ministro Principal de Gibraltar. Ese cretino de Fabián Picardo. Matón a sueldo de los pobres restos que todavía quedan -aunque espero que no por mucho tiempo- del otrora imponente (aunque igualmente inmoral) Imperio Británico.

Éstos son los enlaces de prensa por los que he llegado a conocer esta noticia que tan interesante me ha parecido y de la que tanto me congratulo:

http://www.diariodejerez.es/article/provincia/1656264/la/conferencia/fabian/picardo/se/suspende/por/motivos/seguridad.html

http://www.europapress.es/andalucia/cadiz-00351/noticia-suspendida-motivos-seguridad-intervencion-picardo-campus-bahia-algeciras-20131128185417.html

www.diariocritico.com/nacional/gibraltar/picardo/boicot-gibraltar/446735

http://andaluciainformacion.es/andalucia/360110/suspendida-por-motivos-de-seguridad-la-intervencion-de-picardo-en-el-campus-bahia-de-algeciras/

http://www.elmundo.es/espana/2013/11/28/52978c68684341664a8b4593.html

http://www.publico.es/485654/200-personas-abortan-una-conferencia-de-picardo-en-algeciras-al-grito-de-gibraltar-espanol

http://www.larazon.es/detalle_normal/noticias/4532040/espana/las-protestas-llevan-a-suspender-una-conferencia-de-fabian-picardo-en-algeciras#.UphoTCcUaMs

http://ecodiario.eleconomista.es/interstitial/volver/Nuezoct13/flash-ecodiario/noticias/5353839/11/13/Suspendida-por-motivos-de-seguridad-la-intervencion-de-Picardo-en-el-Campus-Bahia-de-Algeciras.html

http://www.canalsur.es/noticias/andalucia/el-ayuntamiento-de-algeciras-contra-la-conferencia-de-picardo-en-cadiz/352900.html

http://www.diariodesevilla.es/article/espana/1656264/picardo/suspende/acto/cadiz/por/motivos/seguridad.html


Y el que os voy a trascribir abajo es el manifiesto que los representantes del estamento estudiantil (en las noticias he leído que se trataba de un tal Alfonso Arranz, al que Dios bendiga por siempre) leyeron delante de los pescadores que vinieron a protestar contra la provocativa visita del peón del colonialismo inglés. Bueno, reconozco que no sé a ciencia cierta cuál es el texto que al final se leyó. He tenido noticia de dos versiones (me imagino, como suele ser normal en estos casos, que tendrían una más corta y sencilla para leersela al "pueblo llano", y otra más larga y refinada para exhibir en ambientes más "intelectuales"). Yo la que os transcribo es la más larga, que me parece sensiblemente más bella, apasionada e ilustrativa de la realidad que la otra (que no está mal, pero que me parece más de batalla y es evidente que no es más que un acortamiento de la otra levemente diferenciado hacia el final). Como el ordenador desde el que escribo está un poco loco, no os bajo un archivo, pese a que sería lo más cómodo. Así que aquí tenéis el texto del manifiesto:

"¡Gaditanos y demás españoles! ¡Asistentes a este esperpento todos los aquí presentes! Es nuestro deseo el poder leer aquí en vuestra presencia un manifiesto muy comedido, pero no por ello menos firme. Y eso es exactamente lo que tanto yo como mis amigos, representantes elegidos por el alumnado de la Universidad de Cádiz, nos disponemos a hacer..., siempre y cuando, como es natural, nos sean concedidos por gentileza de ustedes los pocos minutos que necesitamos para llevar a cabo la tarea que nos hemos encomendado a nosotros mismos. Tal importancia reviste el tema sobre el que va a versar nuestra declaración, que fácilmente podríamos subir los compañeros que la hemos preparado al estrado para sustituir al Ministro Principal de Gibraltar, pasando a ser nosotros los que aquí os diéramos una conferencia. Sin embargo, las menos de dos páginas que cubrirá nuestra proclama serán suficientes para que, sin que os sea robado demasiado tiempo, podáis formaros un juicio aceptablemente completo acerca de la Justicia que asiste nuestra causa.


Me imagino que todos los asistentes a esta conferencia hemos oído hablar mucho de los problemas que afectan a nuestra convivencia con Gibraltar. Y poco ayudan las autoridades del Peñón a que los telediarios dejen de darnos las peores noticias imaginables en relación a este asunto. Ahora bien, no creáis que hemos venido a largar un excurso mediante el cual justificar la reivindicación que como españoles sostenemos sobre la tierra que ilegítimamente gobierna el señor Picardo en nombre de Londres. Ni tampoco creáis que venimos a leeros un listado de las afrentas y agravios que los Gobiernos británico y gibraltareño llevan ya trescientos años exactos perpetrando contra las personas de muchos españoles y contra el interés más elemental de nuestra Nación. Esa España de la que los autores de éste manifiesto somos orgullosos hijos. Madre nuestra a la que los ilegítimos ocupantes a quienes antes hemos hecho referencia usurparon el territorio del Peñón, que por derecho moral nuestro pueblo no ha de dejar jamás de reclamar como propio.


En realidad, la queja a la que pretendemos que prestéis oído va dirigida fundamentalmente a los órganos directivos de la Universidad provincial. Nos parece terrible el entreguismo colaboracionista del que esas mismas autoridades universitarias demuestran adolecer cuando permiten que el lacayo de una potencia ocupante (pues eso es Fabian Picardo, por más que él de si mismo afirmará seguramente ser el “representante legítimo” de un falso pueblo gibraltareño), acuda aquí a Algeciras a hacer apología de un punto de vista en relación a este conflicto que no es simplemente diferente del que tradicionalmente ha mantenido España (que es el que esperamos que siga manteniendo, ahora y siempre). Desgraciadamente, defender en la cara de los colonizados la colonización es una afrenta y un insulto indefendible a la dignidad de todos y de cada uno de los españoles de bien. Que no están dispuestos a transaccionar con lo que les pertenece por un derecho que es sabido avalan unas cuantas resoluciones del Comité de Descolonización de la Organización de las Naciones Unidas.


Colonizados por el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte somos los españoles en general. Pero no cabe duda de que unos más que otros. Entendemos que en Santander no se tenga una conciencia clara de lo que significa la usurpación del suelo patrio por la potencia colonizadora. Mas no podemos aceptar que la provincia gaditana, aquella a la que pertenece en su totalidad el suelo arrancado del amoroso regazo de la Madre Patria, tenga que soportar esta vergonzosa exhibición de la altanería llanita y de la prepotencia de la siempre para con España infame y desleal isla de Britania. Porque Picardo no solo exhibe delante de nosotros su mal gusto y el peor de los que han tenido la falta de escrúpulos suficiente como para darle voz hoy aquí. Él y la imperialista City londinense para la que trabaja son los que delante de los habitantes de esta provincia se carcajéan con descaro de nosotros, que somos los que con mayor motivo tendríamos que rechazar mantener cualquier tipo de trato con nuestros opresores. Que no solo ocupan territorio de Cádiz, sino que además asfixian económicamente a nuestra provincia, de cuya elevadísima tasa de paro (la más alta de toda España) no puede dejar de ser responsable esa colonia pirata que todos sabemos (empezando por ellos mismos) que vive de su condición de paraíso fiscal, centro de negocios indecorosos y turbulentos. Parásito que en virtud de su deplorable condición absorbe un enorme comercio que, en otras circunstancias, habría de repercutir en la riqueza y el desarrollo de la provincia cuyos recursos más vitales impide que sean debidamente aprovechados por nosotros.


Esa es la triste realidad que representa el personaje al que hoy la UCA da cabida en sus aulas. ¿Para que nos instruya en qué, por cierto? ¿En la rapiña, el saqueo, la competencia desleal? ¡Esas y no otras son las asignaturas en las que tanto el Gobierno británico como el de la colonia han sacado repetidamente a lo largo de la Historia matrícula de (des)honor! Y los que los han recibido en el para nosotros sacrosanto suelo de nuestra provincia y de nuestra Universidad no solo los retribuyen enseñándoles a ellos y a todos los que contemplamos el triste evento que hoy se celebra hasta dónde pueden llegar la traición, la cobardía, el entreguismo y la bellaquería de unos españoles y gaditanos renegados que dignos son de ser comparados con los parisinos que allá en los tiempos de la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial se ponían voluntariamente al servicio de las autoridades nazis. ¡No exageramos! Pues a la impudicia que demuestran procurando trato de favor para los más enconados enemigos de nuestra prosperidad añaden la administración desleal de nuestros caudales públicos. ¿O hay aquí algún asistente a esta conferencia que crea que este nuevo insulto británico y llanito a la nación española y a la provincia de Cádiz lo ha pagado el Tesoro Público británico? Esta deleznable demostración de prepotencia anglosajona y de autodesprecio por parte de España, una vez más, se ha pagado con dinero ilegítimamente hurtado a todos los españoles. ¡Robado de nuestros bolsillos, que esto quede claro! Si se nos hubiese preguntado, ¿piensa acaso alguno de vosotros que los españoles habríamos elegido sufragar la ignominia? ¡Eso ni borrachos, válganos Dios!


Terminamos nuestro manifiesto haciendo mención de otros dos hechos que merecen ser dados a conocer a quienes acuden hoy a este infame mitin antigaditano. Uno de ellos es la discriminación que ha ejercido la UCA contra muchos de sus propios alumnos, a los que les ha negado alegando excusas nada veraces el acceso a la presente conferencia. Presumimos que con el fin de impedir que más patriotas españoles y más gaditanos comprometidos con el interés de su provincia acudiesen aquí para hacer oír su indignación con no menos vehemencia que la que hemos manifestado nosotros. Y prueba de que lo que nosotros decimos no es ocurrencia propia de un par de exaltados, es el segundo hecho oprobioso del que deseamos hacer mención. A saber, que no se han cursado invitaciones a los representantes estudiantiles para acudir hoy aquí. Se les ha excluído deliberadamente de esta apoteosis del colonialismo inglés y de la autodegradación a la que somos sometidos tantos buenos ciudadanos por mor de la labor de zapa que llevan a cabo en contra del interés de su propio país demasiados malos españoles y peores gaditanos. ¡Normal que el celo por la patria grande -que es España- y por la patria chica -que es Cádiz- brillen en la UCA por su ausencia! ¿Qué puede esperarse de quienes ni siquiera muestran respeto por lo que tienen más cerca de todo, esto es, a ellos mismos? Porque faltar de esta manera al respeto a los representantes estudiantiles de la UCA no es sino ciscarse en la propia Universidad a la que sirven, al igual que en los alumnos que dan sentido a la existencia de la citada institución de enseñanza superior, que son los que eligieron a aquellos.


Sé que seguramente tanto los propios como los extraños estarán deseando que este discurso termine. Los propios (que son los que saben que tenemos razón), porque ya todo -al menos para el tiempo de que disponemos- ha quedado suficientemente explicado. Los extraños (que son los que, independientemente de que sepan o no de la Justicia de nuestra causa, no contribuyen al éxito de la misma o incluso la torpedean deliberadamente), porque a esos nada les intimida tanto en esta vida como que sus contrarios se atrevan a hacer resplandecer la luz de la verdad de tal manera que su brillo diáfano y refulgente atraviese el oscuro velo de mentira e ignorancia que han entretejido con el objeto de atrapar dentro de sus negras costuras a aquellos a los que aspiran a seguir dominando mediante el fomento de su inactividad. Ambas clases de personas entre las que asistís a esta conferencia podéis estar tranquilas, pues nuestra disertación llega aquí a su anunciado final. No hemos dicho todo lo que hay que decir acerca de la grave situación sobre la que hemos tratado. Pero hemos aligerado esa carga tan pesada como el propio Peñón motivo de la discordia que por culpa de la indecencia de las personas e instituciones cuya nefasta labor criticamos ha sido echada encima de los ya bastante maltratados hombros de esta provincia a la que tan mal sirve su Universidad. Así que para nosotros, con lo dicho hasta ahora será suficiente... ¡Por hoy! Avisados quedáis de que no será la última vez que sepáis de nosotros. ¡Muchas gracias por escucharnos! ¡Reflexionen sobre la realidad acerca de la cual se les ha informado! Y, para todo lo demás, vayan con Dios."

lunes, 18 de noviembre de 2013

CRETINISMO Y PALETERÍO DE MUCHOS PAGANOS

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!

"Y por que no dejar que la gente elija libremente lo que desee hacer con su cuerpo y con su vida?Que se informé de los efectos posteriores que pueda tener un aborto,consecuencias psicológicas sobre todo y que la gente elija."

¿Por qué los abortistas recurren siempre para defender sus pamplinas macabras a razonamientos tan poco sesudos? ¿Por qué, no contentos con profesar ideas que tan poco contribuyen a dignificarlos, se indignifican más todavía profiriendo toda clase de boberías incoherentes?

Desgraciamente, incluso entre los que en teoría piensan como yo hay demasiados partidarios del empleo de eufemismos que encubran la realidad que tienen la fea costumbre de atreverse a afear un lenguaje que es el que ellos deberían de emplear contra los enemigos de la vida (que también demuestran ser, rebuznando comentarios como el anterior, enemigos inveterados de la inteligencia alérgicos a todo lo que tenga que ver con el uso adecuado de los circuitos neuronales). Triste que me hacen sentir esos que tan a menudo incurren en el llamado "fuego amigo". ¿Creerán en serio que se puede conquistar el corazón de la gente paseando el complejo? Pues complejo hacia las propias ideas es el mal que afecta a los que invierten más tiempo en pensar cómo las tienen que explicar para no enajenarse el apoyo de los indecisos que en exponer sus postulados ante el gran público de modo fehaciente.

Volviendo al tema de las chorradeces que se gastan los partidarios de la cultura de la muerte, lo cierto es que me molesta particularmente que tan a menudo no sea capaces de expresar un solo planteamiento que merezca ser considerado propio de una inteligencia superior como se supone que es la humana en relación a la de las demás bestias. Para ellos el esquema mental causa-efecto no significa nada. Por eso, para defender el exterminio de los nasciturus (que es un genocidio mucho peor y más cruento que los cometidos por Hitler y Stalin), se permiten recurrir a premisas y a axiomas que, debidamente redirigidos, podrían ser alegados para justificar cualquier forma de homicidio y de destrucción de la vida del prójimo. Negar el derecho a la vida de los nasciturus obliga, por más que esto se encubra interesadamente, a negar el derecho a la vida de cualquiera. Algo que tampoco debe sorprender cuando los que hacen esto son los mismos que permitieron a las niñas de San Fernando irse de rositas. Y al Rafita. Y a tantos otros criminales de la peor calaña que no han cumplido más que una mariconada de pena de cárcel tras la cual nos los han largado de vuelta a la calle para que tengamos que sufrir bien nuevos crímenes o bien tener que volver a verles su puta cara. ¡Cabrones! No creen en la Justicia. Seguramente porque nunca han sentido tener necesidad de ella (al decir de San Pablo, "creyéndose sabios, se hicieron necios"). ¿Lo peor de todo? Que, no contentos con negársela a ellos mismos, nos impiden su disfrute a todos los demás.

A todo lo antedicho se suma otra abominación y otra indignidad del tipo de las que deben siempre esperarse de los paganos en las sociedades en las que éstos son tales por apostasía (sin importar que sea la propia o la de sus mayores). La cretinización de la sociedad a la que asistimos no se entendería si no se atendiese al fenómeno de la creciente "vulgarización analfabetizante" del lenguaje. Que ha dado lugar a la aparición de nuevas generaciones de españoles que no están capacitados ni para escribir correctamente ningún texto ni para comprender mínimamente los que están decentemente escritos. No es el anterior el más visible ejemplo de texto mal escrito. incluso, habida cuenta de lo mal que hoy se lee y se escribe, podría hasta pensarse que es bastante bueno en comparación con la mayoría. Pero es inevitable plantearse el tema, precisamente porque muchos considerarían erróneamente que eso está aceptablemente bien escrito. Aunque claro, ¿qué coño puede esperarse de la gente cuando la campaña de la UCA de este año es "Lo q kieras"? Si la puta uni desprecia de modo tan flagrante la corrección en el lenguaje, ¿qué no podrá esperarse de tantos paletos como los que hay sueltos por el mundo? Lo cierto es que, si yo escribiera tan mal como la mayoría, no me atreveria jamás a dar la nota en las redes sociales escribiendo de modo lamentable cosas que decenas, cientos y hasta miles de personas que no tienen por qué sufrir por causa de mis escasas dotes pueden leer, aunque solo sea por accidente. Y actuaría así porque tengo sentido del decoro. Cosa que, por el contrario, estos amantes de todas las formas de impudicia han perdido por completo.


¡Dios les perdone e ilumine! ¡A ver si con un chispazo prende la mecha que avive el fuego de la actividad cerebral! IHS

lunes, 11 de noviembre de 2013

DOS DINASTÍAS, LA MISMA BARBARIE

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!

Hace mucho tiempo, en las regiones pantanosas de al este del Rhin, más allá del límite del todopoderoso Imperio Romano y de la gran civilización que éste representaba, vivió un hombre llamado Merovech. Murió, y seguramente a nadie le pareció que aquel fuera un suceso trascendente. Era el caudillo de la bárbara tribu germánica de los francos salios. Que desde hacía cerca de un siglo vivían como federados de los romanos. Fue sucedido por su hijo Khilderick.

Este hijo tomó el título de rey. Aprovechándose de la total decadencia de Roma, y contemplando cómo otros pueblos de su misma estirpe teutónica se repartían los restos cada vez más exiguos que iban quedando del mismo, se decidió a actuar. Anexionó unas pocas ciudades galorromanas, y su reinado pasó sin particular pena ni gloria. Ni él ni su pueblo tuvieron un papel importante en la caída del Imperio Romano de Occidente, que justo entonces acababa de exhalar su último y postrero aliento.

En el 481, Khilderick murió. De tal suerte que fue exaltado al bárbaro trono de los francos salios su hijo Clodoveo. Éste parecía destinado a ser el tranquilo monarca débil de un reino igualmente impotente. ¿Qué eran los francos al lado de visigodos, ostrogodos, burgundios o alamanes? Más bien poca cosa. Tanto en términos de poder como de civilización, los francos habían resultado ser un alumno no demasiado aventajado de esa vieja profesora que es la Historia. Por de pronto, ni siquiera eran uno solo. Los francos salios reconocían la autoridad del rey. No así los francos ripuarios.

Sin embargo, al nuevo rey parecieron no arredrarle las enormes dificultades. De modo que a lo largo de un glorioso reinado que se extendió treinta años, Clodoveo convirtió a su reino en el más poderoso de toda Europa Occidental. Convertido al catolicismo desde el 496 -no se sabe si por convencimiento o por conveniencia-, el nuevo rey unificó a los francos (consiguiendo que al viejo caudillo de los francos ripuarios, Sigeberto, lo asesinase su propio hijo para luego denunciar al asesino), conquistó a los alamanes, arrebató tierras al poderoso Reino Burgundio, y destruyó en el 507 el primero de los reinos visigodos (el que, establecido solidamente en Aquitania, tenía su capital en Tolosa); obligando a éstos a abandonar las Galias casi por completo para dirigirse en tromba hacia Hispania, donde el destino les tenía reservada una segunda edad de oro mucho más impresionante que la primera...

Clodoveo murió, pero no sin haber alcanzado una notable fama en vida. Tan grande fue el ascendiente que ganó sobre los francos, que dio origen a una dinastía. Así hizo su gloriosa entrada en la Historia el linaje de los llamados reyes merovingios. Cuyo nombre derivaba del de ese mismo Merovech cuya vida parecía en un principio tan carente de trascendencia.

Nos gustaría poder decir que Clodoveo le dio por completo la vuelta a la tortilla, y que los reyes merovingios se pusieron a la cabeza de los soberanos de la Europa surgida de las ruinas del Imperio Romano de Occidente. Y, desde luego, si de lo que hablamos es de poder, lo cierto es que así lo hizo. Desgraciadamente para el mundo, no sucedió lo mismo en el plano de la cultura. Los reyes merovingios no eran más civilizados de lo que pudo haberlo sido aquel Merovech del que derivaba el nombre de su dinastía. Bien es posible que hasta lo fueran menos. Pues no eran tiempos de bonanza para la civilización, y seguramente parecía entonces mucho menos importante aprender a leer libros que a esgrimir la espada. En verdad, parece ser que ninguno de los reyes merovingios aprendió nunca a leer.

En el 711, los musulmanes conquistaron el Reino Visigodo de Toledo. De manera que, tras la caída de aquel primer Reino de España, a los francos correspondió la tarea de erigirse como gran baluarte -junto a los restos del Imperio Romano con capital en Constantinopla- de la civilización occidental frente a la marea islámica. Es una pena que la supervivencia de la gran cultura latina en Occidente quedara en manos del menos apto entre los defensores germánicos imaginables. Esta última no es una afirmación gratuita. Lean y juzguen ustedes mismos.

Desde los días de Clodoveo en adelante, aquellos bárbaros habían mantenido la concepción bárbara según la cual el reino era una propiedad privada del monarca. Es por esto que éste tenía la posibilidad de dividir su reino entre los hijos que dejaba en el mundo. Los monarcas francos hicieron esto siempre, lo que daba pie a que la sucesión al trono fuese seguida de guerras civiles y atrocidades sin cuento, que se alargaban hasta que alguno de los contendientes conseguía reunir todo el patrimonio del padre en sus manos. Y que dejaban el amplio ámbito franco bien regado de sangre y brutalidad. Como sucedió con motivo de las querellas entre las celebérrimas Brunilda y Fredegunda, reinas de Neustria y de Austriasia, respectivamente. Que seguramente sean las mujeres que más han contribuído al mal de la Humanidad de todos los tiempos.

Gracias a este nefasto proceder de los francos pasó exactamente lo que tenía que pasar. Los caminos romanos, desatendidos, dejaron de transitarse, convirtiéndose en morada de bandidos y saqueadores; y el tránsito por ellos se volvió imposible. Los acueductos fueron derruidos -al igual que las redes de alcantarillado-, de manera que las ciudades ya no pudieron disponer de un suministro de agua limpia, lo que las convirtió en un entorno insalubre que favorecía la difusión de las enfermedades. Se dejó de acuñar moneda, al mismo tiempo que se retornaba a los intercambios en especie. Todo resto de la antigua administración pública romana desapareció, siendo sustituída por un nuevo orden que reposaba por entero en las habilidades bélicas de los guerreros francos. El Derecho romano fue reemplazado por la Ley Sálica, en la que se recopilaban las sanguinarias costumbres de los bárbaros; y de este modo la Justicia de los Césares dio paso a las arbitrariedades de los reyes merovingios, de la misma manera que la ley escrita fue reemplazada por la tradición consuetudinaria. La educación superior, antaño abierta a los seglares, quedó recluída en los monasterios, y pasarían siglos antes de que los laicos pudieran volver a beneficiarse de ella. La ruina de las comunicaciones provocó el debilitamiento del poder de los monarcas, que no podían moverse rápidamente de un sitio a otro, y dependían de los gobernadores nombrados por el rey para hacerse cargo de cada territorio.

Esos señores se volvieron más fuertes de lo que habían sido nunca, en tanto que el rey dependía de ellos para mantener el orden, y ellos a su vez disponían de cada vez más siervos. Esto era así en tanto que las ciudades se fueron vaciando cada vez más rápidamente de hombres, y sus antiguos ciudadanos afluyeron al campo, a fin de hallar la protección que solo podía dispensarles la nobleza. Que no los protegió gratuitamente, sino que los obligó a trabajar para ellos y los adscribió a la tierra, que ya no pudieron abandonar. Ni siquiera cuando llegó el momento en que quisieron hacerlo. Cada parcela de tierra, incomunicada con el resto del reino por el deterioro de las comunicaciones terrestres y la práctica desaparición del comercio marítimo, tuvo que procurar ser autosuficiente en la medida de lo posible.

En definitiva, que la fortaleza de los francos quizá salvó a Europa de la desaparición, pero a costa de un precio como el que probablemente Occidente no ha pagado jamás. Nuestra civilización descendió hasta cotas bajas como no se recordaban en muchos siglos. Los herederos de Merovech y de Clodoveo sumieron sus tierras en la oscuridad. Y Europa entera pagó en algunos aspectos por los pecados de los merovingios durante más de un milenio contado a partir de la caída del último rey de ésta dinastía, Khilderick III, en el 751. Magro consuelo es saber que los años transcurridos entre el 638 y el 751 fueron años de prolongada decadencia de una dinastía que, a partir de la muerte de Dagoberto I, no dio un solo rey digno del gran Clodoveo. O saber que los monarcas merovingios perdieron todo el poco poder que les quedaba en manos de los mayordomos de palacio. No es un motivo para estar satisfechos, porque la ignominia ajena no es motivo para la alegría, y menos aún cuando los malos hábitos de los que caen en desgracia se perpetúan tanto en el tiempo...

Sin duda alguna, la dinastía carolingia que sustituyó a la de los decadentes merovingios comenzó bajo los mejores auspicios. Herederos de Carlos Martel, el mayordomo de palacio de Austrasia -reino franco que abarcaba los territorios originales que este pueblo aún dominaba al este del Rhin junto con sus conquistas más antiguas al oeste del río-, que derrotó a los musulmanes en el 732 con motivo de la celebérrima batalla de Poitiers, su primer rey se reveló tan o más grande que el mismísimo Clodoveo. Ese rey fue Pipino el Breve -así llamado por subaja estatura-, hijo de Carlos Martel, que no vaciló en echar del trono a Khilderick III para colocarse en su lugar, y en guerrear contra los lombardos para ganarse el favor del Papa, que sancionó su usurpación del trono franco.

En cuanto al segundo rey de la dinastía carolingia, se trató del que claramente sería el más grande de los soberanos que daría la Europa post-romana hasta los Reyes Católicos: Carlomagno. Conquistador de lombardos, sajones y bávaros; y creador de la Marca Hispánica -que es el germen de lo que hoy llamamos Cataluña y Aragón-, de la Marca de Bretaña, y de la Marca Danesa -que es la que da a Dinamarca (Dan-mark) su actual nombre-. El más poderoso de los monarcas europeos desde tiempos romanos y hasta el día de hoy. Coronado en la Navidad del año 800 como Emperador del restablecido "Imperio Romano de Occidente". Quien durante su reinado pareció representar la culminación de las esperanzas de renacimiento de nuestra civilización latina, que quizá volvería a emerger del cieno fortalecida por la aportación guerrera de los germanos.

Desafortunadamente, la grandeza de Pipino y la aún mayor de su hijo Carlomagno no era más que una desafortunada ilusión. Las viejas tradiciones de los merovingios no habían desaparecido. En teoría, el Imperio Romano de Occidente había quedado restablecido. Mas al título imperial no le había seguido una revitalización de las ideas romanas acerca de la res publica. Si no se había echado todo a perder es porque una serie de afortunadas coincidencias (abdicación de Carlomán, hermano de Pipino; y muerte de Carlomán, hijo de Pipino y hermano de Carlomagno) habían permitido que el ámbito franco permaneciera unido. El mismo Carlomagno tuvo la gran suerte de que solo su hijo Ludovico Pío le sobrevivió. De otro modo, él mismo habría desecho su gran obra con la misma seguridad y la misma estupidez que Clodoveo.


Lamentablemente, Ludovico no tuvo esa misma suerte. Y Europa tampoco. Así que lo que vino después de su muerte y del Tratado de Verdún de 843 (en el que los nietos de Carlomagno -Lotario, Luis el Germánico y Carlos el Calvo- se repartieron a partes más o menos iguales los territorios imperiales -pese a que esa no era la voluntad del heredero del título imperial, Lotario-) hizo parecer hasta buenos los nefastos días de los merovingios. Pues a la guerra interminable en el interior y al enemigo musulmán en el exterior se unió la amenaza que representaba una horda nómada procedente de las estepas del este: los húngaros, dignos sucesores de los jinetes hunos de antaño -pese a que no llegaran tan al oeste como el gran Atila-. Pero lejos, en el frío norte de Escandinavia, algo empezó a moverse aún en los días del gran Calomagno. No se sabe bien por qué, pero sucedió que algunos pueblos germanos de aquella zona, que tradicionalmente habían vivido del pastoreo y de la pesca -y que, en un mundo que se iba haciendo cristiano, seguían siendo paganos-, se convirtieron en constructores de barcos. Tan buenos, que en sus astilleros vieron la luz los primeros barcos capaces de surcar las aguas profundas del Atlántico. Barcos a bordo de los cuales aquellos hombres navegaron hacia el este y hacia el oeste, desembarcando en tierras mucho más ricas y avanzadas que las suyas propias. Y no precisamente como amigos, sino como feroces guerreros, a los que los habitantes del antiguo ámbito romano dieron el nombre de normandos. Ellos preferían referirse a sí mismos como vikingos. Pero ese ya es otro capítulo de la Historia...