lunes, 28 de octubre de 2013

¿POR QUÉ ABSTENERSE EXISTIENDO PARTIDOS COMPROMETIDOS CON LOS PRINCIPIOS INNEGOCIABLES? (I)

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!

Lamento muchísimo no haber votado a SAIn cuando he podido. Si hubiera sabido quienes eran entonces... Desgraciadamente, pese a que me informo de política, desconocía la existencia de este partido, y, pese a que su papeleta estaba presente, asocié de inmediato el nombre al más rancio bolchevismo. Dejé pasar así la oportunidad de votar al único de los partidos que se presentaban integrado por personas comprometidas con el 100% de lo que es fundamental para un católico en política, que son los principios que la Iglesia de Cristo considera innegociables. Culpa mía. Pude haberme informado mejor acerca de los partidos que concurrían en las elecciones.

Yo soy libertario, y ese partido no es nada libertario. Quien comparte mis escasas simpatías hacia el estatismo puede juzgar incomprensible que sea proclive a votar a un partido como éste (que podríamos definir como acendradamente intervencionista en el terreno de lo económico -mucho más que el PSOE, aunque sin llegar a la hacerse pajas mentales pensando en la instauración de la dictadura del proletariado-, y muy partidario de ese Estado Social que tanto se ha denostado y se seguirá denostando desde el blog de un servidor) y que, en cambio, ni me plantee votar por formaciones tan decididamente antiestatistas como el P-LIB. Sin embargo, en realidad mi punto de vista es fácil de comprender. Por más que las cosas del César y las de Dios hayan de separarse, me parece muy evidente que un cristiano siempre es preferible a un pagano para el ejercicio del poder. Y no es que SAIn sea un partido confesional. Que yo sepa, acepta por igual a cristianos y a paganos en sus filas (lo que respeto, pese a que no creo que ese sea un proceder conveniente). Sin embargo, se trata de una formación que, aunque no sea confesional, se compromete con los valores con los que la Iglesia señala que una formación política debe comprometerse si a un católico le ha de ser lícito entregarle el voto.

Valores con los que también se comprometen AES Alternativa Española y Familiayvida Cadizyceuta, y con los que, por el contrario, no se comprometen ni por asomo partidos como el PP, SCD -proyecto este el de Mario Conde que me ha desencantado y respecto del cual debo a los lectores otro artículo en el que explique por qué ya no pienso lo que manifiesto en http://lascronicassertorianas.blogspot.com.es/2012/08/mi-voto-pues-para-mario-conde.html- o el P-LIB, que no obstante luego aspirarán a llevarse el voto de unos católicos a los que no dudarían en defraudar ni siquiera por un segundo (esto, en el caso de SCD o del P-LIB, es solo una hipótesis plausible -viendo lo que he visto del partido, que me parece suficiente para opinar-; pero en el caso del PP es certeza y evidencia absoluta). No digo ya nada del PSOE, IU, UPyD, C's y la gran mayoría de las demás formaciones políticas, que prometen abiertamente hacerle la puñeta a la Iglesia todo lo que puedan, poco más o menos. Razón por la cual a ningún católico que tenga clara la jerarquía de valores que debería regir su acción política le es moralmente lícito votarlos.

No les pido ni siquiera que confiesen a Cristo. Pero si que les exijo que por lo menos confiesen sus verdades, aunque no sepan de dónde proceden. La gente que denuncio, por desgracia, no hace ni una cosa ni la otra. Sí lo hacen las formaciones a las que desde aquí aplaudo. Quizá en tiempos mejores que puedan estar por venir los cristianos del mañana podamos considerar a personas como don Enrique de Diego o don Rafael López-Diéguez atuénticos pioneros, en el más noble sentido de la palabra. IHS

domingo, 27 de octubre de 2013

UN CATÓLICO ANTE LA PENA DE MUERTE

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!

Me guste o no, estoy obligado a reconocer que desde hace tiempo la Iglesia Católica se muestra cada vez más reacia a avalar la aplicación de la pena de muerte. Sin embargo, la enseñanza católica no pone en duda que pueden darse situaciones excepcionales en las que no haya otro remedio que aplicarla (Vg.: rebelión armada o sedición contra un Gobierno legítimo).

En definitiva, que la postura mayoritaria hoy día dentro de la Iglesia de Cristo es contraria a la aplicación ordinaria de una pena que no tiene vuelta de hoja. Yo, siendo consciente de que, efectivamente, la muerte no puede remediarla más que Dios, creo no obstante en la aplicación de la pena de muerte movido por el ánimo de cumplir el deber que yo considero que tenemos los cristianos de hacer Justicia. No veo por qué si podemos "robarle" a un ladrón imponiéndole la restitución de lo robado o una multa penal compensatoria -además de la correspondiente pena de cárcel- no habríamos de poder "asesinar" a un asesino (el entrecomillado obedece, lógicamente, a que no creo que en ninguno de los dos casos estemos ni ante un robo ni ante un asesinato por parte de una sociedad que lo único que hace es defenderse de los que la agreden sin derecho ninguno que asista su nefasto proceder). Si podemos dejar aparentemente de cumplir el "no robarás" en el primer caso no veo razón alguna para pretender que en la segunda hipótesis no podemos actuar aparentemente en contra del "no matarás".

Sobre todo, creo que si nos es lícito matar a buenas personas en la guerra alegando tanto nuestro derecho a la legítima defensa como nuestros compromisos con la seguridad nacional y la defensa del país al que servimos en el campo de batalla; hemos, aunque solo sea por respeto a las personas a las que matamos sin que realmente lo merezcan en absoluto, de plantearnos seriamente si no es necesario (para guardar la proporcionalidad en la que se basa el concepto mismo de la Justicia) que nos deshagamos de los sujetos que claramente han protagonizado crímenes que no sea desproporcionado castigar con la muerte. Con toda sinceridad, si dejo vivir a un pederasta que ha violado a un niño recién nacido (perdón por lo truculento del ejemplo, pero hay veces que para que se lo entienda a uno bien desde el principio conviene ponerse en lo peor), no es correcto pedirme que tenga alma para ejecutar a un sedicioso ni para dar muerte en el frente de guerra a soldados de un ejército enemigo.

Concluyendo, que considero que amplios sectores de la Iglesia -que, por desgracia, son los dominantes desde hace decenios- yerran profundamente en este punto. Y, peor aun, el problema no es que esos sectores discrepen. Al fin y al cabo, hablamos acerca de un tema que no está cerrado a nivel doctrinal -que yo sepa, la Iglesia no ha emitido pronunciamientos infalibles que obliguen ni que prohiban tajantemente a un católico ser partidario de la pena de muerte en caso de delitos de extrema gravedad-, lo que significa que, a diferencia de lo que sucede con el matrimonio gay, el aborto o la ordenación sacerdotal de mujeres -que jamás podrán ser aceptados desde un punto de vista católico-, el de la pena de muerte es un tema que lícitamente puede ser sometido a discusión por quienes creemos en la Iglesia. Yo soy el primero en reconocer que hay argumentos válidos para oponerse a la pena de muerte en tanto que cristiano, aunque personalmente no los comparta. Lo que no creo que se pueda es excomulgar a nadie y negarle su catolicidad en base al mero hecho de mostrarse partidario o detractor de la aplicación proporcionada de la pena de muerte.

Lo verdaderamente trágico para mi en relación a las opiniones que en ámbitos eclesiales se sostienen en relación con la pena de muerte y con el Derecho Penal en general está en el hecho de que dentro de la Iglesia muchos de los que se oponen a la pena de muerte están imbuídos del espíritu de este mundo apóstata que los rodea y que ha trocado la Justicia en reinserción. Y no es que la reinserción sea mala per se (al contrario, yo soy partidario de la misma siempre y cuando sea aplicada con moderación). Pero, sin duda, puede llegar a ser en extremo nociva si se lleva al extremo de pretender que escoria humana como el Rafita y demás asesinos de Sandra Palo tienen derecho a ella, hayan hecho lo que hayan hecho, obviándose de ese modo toda necesidad de reparación a los afectados por los delitos -como hoy sucede-, y echándose por tierra toda idea de Justicia entendida como retribución positiva por las buenas acciones y negativa por las malas. Aplicada esa lógica a los asuntos celestes, todos irían al cielo, y yo esa trola no me la creo, y procuro insistir en su falsedad a los chicos a los que me ha tocado instruir en los cinco años que llevo de catequista. E, igual que no me creo el cuento ese del cielo abierto de par en par a los peores elementos de la Historia de la Humanidad, con el mismo Satán compadreando con el Señor nuestro Dios; tampoco acepto que me den lecciones acerca de nada personas que, diciéndose católica, niegan no ya la pena de muerte (cosa que cualquier católico puede hacer sin ningún problema, si su corazón se lo dicta), sino incluso toda idea de retribución lícita a los delincuentes por el mal que éstos han realizado (contraviniendo la Tradición y el Magisterio de veintiún siglos, así como a las propias Escrituras y a la más natural intuición de cualquier persona dotada de normal discernimiento a la que un entorno inadecuado no haya corrompido el alma), y que se permiten el lujazo de acusar a quienes la defienden de "judíos del Segundo Templo" obsesionados con la venganza y partidarios de la Ley del Talión. IHS

domingo, 20 de octubre de 2013

REFLEXIONES ACERCA DE LA SEPARACIÓN IGLESIA-ESTADO


A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!

NOTA INTRODUCTORIA: Si les interesa leer el artículo, solo tiene sentido que lo hagan después de haber leido el siguiente enlace: http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=31771

Sobre esta noticia hay varias cosas que comentar que sin duda resultarán de no poco interés interés para un católico que utilice el propio seso para reflexionar acerca de las cosas que atañen a la fe:

Por de pronto, no me cabe duda de que el fenómeno que denuncia el autor es cierto, en el sentido de que existe una forma viciada de vivir el catolicismo en los EEUU consistente en poner al mismo o incluso a superior nivel los logros terrenales de los Padres Fundadores de esa nación y los dones celestiales bajados del Cielo por la voluntad de Dios nuestro Padre. Dicha manera corrupta y errrática de entender la relación entre la religión y el propio país es una forma bastante extendida de malvivir el catolicismo que se da mucho por esos lares.

Ahora bien, no estoy tan de acuerdo con el autor a la hora de analizar otras realidades que son motivo de su desacertado análisis. Así sucede que yo considero que, independientemente del hecho de que, en un sentido práctico, la realidad religiosa del país no sea para nada tan idílica como los sectores sociales más proestadounidenses de nuestra sociedad nos la quieren presentar; hay dos cosas con las que me es imposible estar de acuerdo. Aunque creo comprender perfectamente lo que el autor quiere decir cuando se sostiene que a largo plazo el modelo americano hace mayor daño que el socialista, sigue siendo exagerado comparar uno con otro o sostener que el de los yanquis es peor que el comunista.

En esencia, las razones que me impelen a pensar como lo hago son dos. Primeramente, una tan sencilla como que ningún católico en su sano juicio cambiaría EEUU por China, Vietnam, Cuba o Corea del Norte. La segunda razón es que creo que el mayor daño que a la fe de las personas y de los pueblos que éstas conforman puede derivarse de un sistema liberal es un daño potencial, que puede suceder (y hasta ahora es cierto que ha sucedido), pero que también puede no suceder; lo que no puede predicarse de un sistema ultraestatista y totalitario (en este caso el socialista, pero podría tratarse de cualquier otro), que siempre se concederá a si mismo, por su propia naturaleza, el derecho a reprimir, perseguir o controlar la religión abiertamente o de manera más disimulada.

Aparte de todo lo antedicho, tenemos más elementos de juicio que nos deben llevar a evitar la demonización del sistema político americano tanto como la igualmente detestable idealización acrítica de la que lo hacen objeto los sectores sociales ultraproestadounidenses, que generalmente son los sectores sociales cercanos a la versión pagana del libertarianismo (o al protestantismo en general). Pienso que es conveniente y de agradecer que haya autores que nos alerten de los peligros que conlleva la excesiva admiración hacia una nación terrena concreta. Y más si no es la propia. Hay algo insano y hasta renegado en la adoración hacia un país extranjero, por lo que implica de autodesprecio. No es que sea malo reconocer cuando otros son mejores en uno o en muchos terrenos que nosotros. Pero cuando se llega al extremo de no tener ojos más que para aquello que se admira, malo. Sin embargo, eso no quita que me parece muy poco equitativo no reconocer las virtudes del modelo junto con sus deficiencias. Los EEUU no son el mal absoluto, como tampoco son el bien absoluto. Son una nación terrena ni mejor ni peor que las naciones terrenas que no tienen a Jesús ni a las enseñanzas contenidas en su Evangelio como centro. Y, a ese respecto, diré que rara vez una nación ha actuado verdaderamente motivada por el servicio de las causas divinas. España lo hizo por un tiempo, pero lo que en tiempos fue quizá un ideal sincero pronto se tornó excusa para mantener a toda costa un statu quo que no puede inspirar más que rechazo y vergüenza. La que deberían sentir por el Antiguo Régimen los que siguen sintiendo noltalgia por su cadaver descompuesto. Quizá el Novus Ordo Seclorum que hacía falta no es el que trajo la Revolución Americana. Pero que hacía y hace falta un Novus Ordo..., ¿todavía se duda? Muchos echan en falta el antiguo ideal de Cristiandad. También yo siento que deberiamos recuperarlo. No obstante, debemos tener presente que hoy día se tiende a idealizar un pasado con muchas luces y no pocas sombras. Estoy convencido de que los hijos de Dios podemos aspirar a hacerlo mucho mejor de lo que se hizo en aquellos tiempos, que reconozco si no mejores desde luego mucho más gloriosos.

Pese a que en la práctica el modelo estadounidense pueda fallar más de lo que nos dicen sus apologistas a este lado del mar, lo cierto es que en términos jurídicos la regulación de la que la libertad religiosa es objeto en los EEUU es bastante aceptable. Sin ser el ideal católico, y siendo en exceso permisiva con sectas que son extremadamente perniciosas y que abiertamente afirmo que se deberían perseguir (de las que la peor es sin duda la mahometana, por su tamaño y violencia incomparablemente superiores a las del resto de sectas que amenazan a la sociedad); por lo menos se sanciona jurídicamente el derecho de los católicos (como de cualquiera que no lo sea) a practicar el culto que estime más conveniente.

Dicho de otro modo, que el católico que no viva el catolicismo a la americana será aislado socialmente, pero difícilmente tendrá que enfrentarse a un pleito (quizá tenga que decir "tendria, porque es verdad que la misma Constitución americana está siendo flagrantemente vulnerada a ese respecto, como queda demostrado por la aprobación de leyes tales como la del Obamacare), ni ver cómo nadie le impide practicar la verdadera religión católica de la forma en que estime más correcta y conveniente. Y si se le impide, puede movilizarse. Entiendo que haya algunos a los que esto no les parezca suficiente (porque querrían que el Estado se lo diese todo hecho, persiguiendo a los descreídos y quemándolos públicamente en la hoguera, como en los buenos viejos tiempos; en tanto que eso es mucho más fácil que hacer lo que hicieron nuestros primeros Padres en la fe y dedicarse a evangelizar el Imperio terreno más esplendoroso de toda la Historia resistiendo el indiferentismo cuando no la hostilidad de los poderes públicos). Pero es lo que toca. La libertad religiosa de quienes respetan la libertad religiosa de los demás es algo que espero que no tenga vuelta de hoja. Prefiero reprimir a los que no profesan la verdadera fe que vivir en un mundo idiota que se abre de patas como una mala prostituta ante aquellos que, como los musulmanes, reprimirían la fe de todos los que no compartan la suya propia. Dicho de otros modo, que prefiero que seamos malos a que seamos imbéciles. Y, si embargo, si a mi me dan a elegir, prefiero la Justicia. Y no hay Justicia en la imposición forzosa de ninguna religión (ni siquiera de la religión verdadera), ni en el trato distinto de aquellos que no comparten el propio credo. IHS

martes, 15 de octubre de 2013

LA CATOLICIDAD ES INCOMPATIBLE CON LA LIBERTOLATRÍA ANARCOCAPITALISTA

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!
 
Precisamente estaba yo hoy pensando en ejemplos de libertolatría (o adoración de la libertad cual si fuera un ídolo pagano de antaño), y el que me acaba de dar Rand Paul me ha venido al dedo. Aquí tenemos a Rand Paul, el senador por Kentucky e hijo/mini-yo de su padre (al que no le niego cierto talento, porque en EEUU, a diferencia de lo que pasa en España, no se vive del apellido, aunque abra puertas), que no es otro que el celebérrimo ex-representante por Texas y precandidato presidencial republicano Ron Paul (llamativo que ambos, padre e hijo, son de Pittsburgh, Pennsylvannia -aunque en EEUU es llamativamente común el fenómeno del político que sirve en lugar distinto de aquel en el que ha nacido o se ha criado-).
 
¿De qué acuso yo a este caballerete libertario? Pues su culpa es la siguiente. Va y suelta su típico discurso libertario según el cual el Gobierno cercena las libertades alegando que así defiende bienes superiores. Y acto seguido da a entender que eso no tiene sentido porque la Libertad es el bien superior.

Pues este es un perfecto ejemplo de libertolatría, que es en lo que inevitablemente tenía que degenerar el libertarianismo de raíz protestante y neopagana de los EEUU. Yo, que soy también libertario (en el sentido de que creo en la preservación del máximo margen que sea posible en cada momento de libertad individual), me veo obligado en tanto que cristiano católico e hijo de la Iglesia a rechazar de plano las ideas erradas que se contienen en este planteamiento. Porque no es la Libertad el bien superior desde un punto de vista ni personal ni social. Tampoco lo es la Vida. Mucho menos la Felicidad o su persecución (cito estos tres porque son los derechos inalienables a que se hace referencia en la Declaración de Independencia de los EEUU). No. Lo cierto es que el bien superior en el seno de toda comunidad humana es la Justicia.

Es por Justicia que un hombre puede ver su vida segada a manos tanto del Estado como de particulares en determinadas circunstancias, así como ser privado de su libertad, o despojado de su propiedad. No creo que fuera diferente en unos EEUU en los que Rand Paul y el Tea Party controlasen los tres poderes. Al final de lo que se trata no es de rendir culto a la Libertad. Ésta no debe ser ni sobrevalorada ni infravalorada, sino valorada en su justa medida.

Está claro que vivimos días de estatismo feroz. Es normal por tanto que muchos se arrimen a los que en apariencia proponen todo lo contrario, esperanzado en que un cambio tan brusco del timón sea la mejor manera de alejarse lo antes posible del mal de que se huye. Pero la respuesta al totalitarismo o a los abusos de menor cuantía de la autoridad estatal que hoy experimentamos en las partitocracias europeas no es ni será jamás un disparate tan grande como el que representa el anarcocapitalismo. La respuesta a los abusos de la autoridad no está en la destrucción de la autoridad, sino en el control de la autoridad. La respuesta al "todo del Estado" no es "nada del Estado", sino "nada del Estado a no ser que sea estrictamente necesario (como lo es, por ejemplo, para la guerra)". Sobre todo, la estima por la Libertad no debería hacernos perder de vista que si ésta es importante es porque nos hace responsables. Y porque somos responsables, podemos ser justos o injustos. Pero ya ven: aunque la Libertad sea presupuesto de la Justicia, no es superior a ésta, sino que se le somete. En tanto que los usos de la Libertad que no entren en conflicto con ésta en un grado intolerable no se deberán de impedir; mientras que los que si lo hagan deberán cercenarse de raíz.

Sin duda, es mejor Rand Paul que Obama, y no dudaría un segundo si tuviera que optar entre ambos en una elección presidencial estadounidense. Pero la charlatanería del actual inquilino de la Casa Blanca no quita la de un señor que está muy lejos no ya del ideal católico, sino simplemente de los bienes realistas que razonablemente podríamos esperar que defendiera cualquier ser humano decente de los tiempos que corren. Un hombre que defiende las simplezas en las que creen Ron y Rand Paul no debería ser considerado un modelo político a seguir para ninguna persona católica que se precie de su religión. En los Evangelios, Jesús no nos dice: "Buscad el Reino de Dios y la Libertad, y todo lo demás se os dará por añadirura." Cristo lo que dice es: "Buscad el Reino de Dios y su Justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura." Ya sé que también Jesús dijo aquello de que "la Verdad os hará libres". Pero es que precisamente es la Verdad cristiana la que yo trato de acercar en la medida de mis humildes posibilidades a los que lean el presente comentario. He dicho. Que Dios bendiga a todos los que lean la presente entrada. IHS

POR FAVOR, UN POQUITO DE AUTORRESPETO

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Nadie peor que aquellos que, por faltar al respeto a algo o a alguien, acaban faltándose al respeto a ellos mismos escribiendo mal aquello a lo que le faltan al respeto. El ejemplo perfecto es el relativo al concepto y a la palabra "Dios". La cuestión es simple. Se puede creer o no en la existencia de Dios con entera libertad. Pero la política que adoptan algunos paganos de escribir la palabra "Dios" con minúsculas como forma pajillera mental de faltarle al respeto a Él y a quienes creen en su existencia es una gilipollez que no diré que sea increíble (yo de esos sujetos me espero cualquier ocurrencia o barbaridad), pero que si que denota bastante pobreza de pensamiento y no poco niñaterío en quienes la llevan a cabo.

Esa gente se falta al respeto porque por fastidiar acaba empleando mal el lenguaje escrito, y porque en su ceguera lo que va a terminar es dejando un testimonio de repulsa o desdén hacia la divinidad (que generalmente no es otra que el Dios cristiano, lo que me molesta más porque en ese caso la ofensa se le hace al Verdadero y no a una falsa impostura) que las generaciones venideras quizá ni siquiera terminen de comprender.

No por nada, sino porque las palabras significan lo que significan, y "dios" no es en modo alguno lo mismo que "Dios". Aunque la existencia de Dios en la realidad esté sujeta a discusión, la existencia de Dios como concepto no puede discutirla nadie que esté en su sano juicio. Cuando se habla del segundo, que es el monoteísta, se está excluyendo por completo la existencia de los anteriores, que son los dioses del politeismo. Los hombres que el día de mañana lean lo que escribieron ciertos capullos de esta generación podrían buenamente preguntarse cuál era el dios que tanto les molestaba, y por qué era peor que los otros dioses; y pasar por encima de todo este asunto sin apercibirse de que la discusión ya no es tanto qué dioses adoramos o dejamos de adorar como si realmente creemos en la existencia de alguna divinidad o dejamos de hacerlo. A muchos les parecerá una posibilidad muy peregrina, pero quién nos asegura que el mormonismo (que, aunque muchos lo ignoren y no pocos mormones lo nieguen, es politeista) se vaya a dejar de expandir... Por eso siempre es tan importante no perder la buena costumbre de rezarle al Dios altísimo y a su único Hijo Jesucristo, nuestro Señor.



Otra cosa que ciertamente odio con toda mi alma es la utilización imbécil del lenguaje de la que hoy la gran mayoría de la sociedad española es víctima a causa de la promoción del lenguaje de género. Subnormalidad profunda que está haciendo estragos, y que lo es por la siguiente razón. Siempre se ha entendido que en lengua española el masculino sirve también como neutro (a diferencia de lo que sucede en otros idiomas en los que existe un género neutro). Por eso cuando se habla en masculino, en realidad se habla para los dos sexos tanto como para ninguno de ellos en especial. Así evolucionó la lengua, como pudo evolucionar en sentido inverso y no lo hizo. ¿Entonces por qué esa insistencia enfermiza en la mención a toda costa de los dos sexos, no siendo esta necesaria para que nos comprendamos perfectamente? Lo lógico cuando hacemos uso del lenguaje es no invertir más tiempo del necesario en hablar y escribir. El que no lo hace (el que hace mención a los/las lo que sea cuando habla y escribe) se alarga sin la más mínima necesidad. A veces uno se alarga porque procura hablar más correctamente, y pone cuidado en emplear construcciones verbales más elaboradas. Pero los que se extienden de más por el motivo antes señalado, no son más que unos pobres palurdos y unos analfabetos funcionales. Porque hablan y escriben y se expresan mal, y no infunden en un interlocutor mínimamente versado o con sentido común otra cosa que lástima. IHS

VIOLENCIA Y CRISTIANISMO

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Hace no mucho, tuvo lugar un intercambio de palabras en Facebook en el que se trató acerca de la posición del cristianismo ante la violencia. Es para mi un motivo de alegría poder decir que mi interlocutor se condujo en todo momento haciendo gala de un respeto exquisito hacia mi persona. Si todos los enemigos de la Iglesia (al igual que ciertos falsos "amigos" de la misma) hicieran otro tanto, sería mucho más fácil coexistir y hasta construir cosas buenas en compañía de ellos. Además de eso, es incuestionable que la persona con la que trataba del tema decía verdad cuando sostenía que el mensaje cristiano es eminentemente pacífico. Pero a esa afirmación creo que me corresponde hacerle una importante matización. Que no va dirigida tanto a los paganos como a muchos cristianos que han degradado la fe de sus padres dando cabida a concepciones ultrapacifistas (propias más de aspirantes a hacer de éste el mundo de Yupi que de personas verdaderamente interesadas en acceder al Paraíso cristiano) según las cuales la violencia es ilícita siempre. Bobadas que hoy en día puede oírse hasta en boca de algunos de nuestros obispos y cardenales.

Aunque ciertamente la doctrina cristiana supera de modo radical el concepto hebraico de la Ley del Talión ("ojo por ojo, diente por diente"), es erróneo pensar que Jesús no tolerase comportamientos violentos bajo ningún concepto o que la religión católica excluya en todo caso el uso de la fuerza. Por el lado de Cristo, baste recordar la manera en que el Señor la emprendió a golpes contra los puestos de los mercaderes que habían hecho del Templo de Dios una especie de cajero automático de la época. Por el lado de la Iglesia, ésta siempre ha creído en el concepto de guerra justa. Teoría que hasta ha aplicado en la práctica (Vg.: las Cruzadas); aunque al hacerlo no siempre los responsables eclesiásticos a los que les ha tocado determinar si un concreto conflicto se encuadraba o no dentro de los de esta categoría hayan actuado con demasiado acierto o buena voluntad (lo que no quita para reconocer que tampoco siempre han actuado erróneamente o con mala voluntad, ni movidos por el fanatismo o la codicia -como hoy se piensa-).

Finalmente, y por si todo lo anterior no fuera suficiente, acudiré a la propia Biblia para defender mi concepción acerca de estas cosas. El Cristo de los Evangelios enseña que cuando una persona nos abofetea en una mejilla, estamos oblgados a presentarle la otra; que cuando un hombre nos arrebata la túnica, debemos darle también el manto; y que si un hombre nos fuerza a caminar con el un trecho, hemos de caminar con él el doble. En ningún momento se dice que después de la segunda bofetada tengamos por qué permitir que nos pateen los huevos; ni que tengamos que permitir que nos obliguen a desnudarnos; ni que cuando un hombre nos obligue a caminar con él tengamos que acompañarle a dar la vuelta al mundo.

Todo eso es muy importante. Sin duda alguna, Dios nos pide que seamos pacientes y mansos ante la agresión, y que no aprovechemos la primera excusa que se presenta para dar rienda suelta a la ira (ni siquiera cuando se nos ofende fehacientemente). Pero al mismo tiempo queda implícitamente claro que para todo hay un límite (y es que ni una sola de las palabras de Cristo que aparecen en los Evangelios se pronunciaron por pronunciar).

Negar la existencia de límites al principio general de la no violencia es tergiversar y deformar gravemente el concepto cristiano de mansedumbre. Y sería tanto como dar a entender que la Iglesia de Cristo reprueba que una persona ejercite su derecho a la legítima defensa disparando a otro ser humano que saca el revolver para liquidarlo; o que un miembro de las fuerzas especiales abata a un terrorista islámico con el fin de evitar su autoinmolación y la consiguiente muerte de inocentes en un atentado; o que un hombre cualquiera defienda a su hija o novia o hermana o madre o a cualquier mujer desconocida de un intento de violación; o que un católico actue violentamente para impedir la profanación o los atentados contra la Sagrada Forma. Lo que, sencillamente, no tiene nada que ver con el hermoso e infinitamente sabio mensaje del dulce Jesús.

De hecho, ¡muy poco dulce sería Jesús si nos obligase a pasar por determinados tragos amargos sin poder hacer uso de ningún mecanismo que impidiera eficázmente que los amigos de Satanás nos introdujesen a la fuerza su asqueroso aceite de ricino infernal en el gaznate! ¡Gracias a Dios, el cristianismo que nos enseña la Iglesia y que procede de Jesucristo nada tiene que ver con el buenismo bobo de nuestra era! IHS

lunes, 14 de octubre de 2013

¿FUE LO DE AMÉRICA UN DESCUBRIMIENTO?

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http://mercaba.org/FICHAS/gratisdate/hechos_america_100.htm

Hoy voy con un texto extremadamente interesante que me ha hecho pensar en algo en lo que nunca había reparado. Hoy día es habitual descalificar del modo más ignominioso, ruin y subnormal la impresionante empresa colonizadora y civilizadora que España le regaló al mundo durante el periodo en que mantuvo bajo su dominio político la América que descubrió Cristobal Colón para los Reyes Católicos allá por el glorioso y decisivo año del Señor de 1492. Sin embargo, es llamativo que incluso los que valoramos en su justa medida el beneficio inconmensurable que el Descubrimiento supuso para la entera Humanidad analizada en su conjunto solemos reconocer y aceptar que la palabra "Descubrimiento" solo tiene sentido que sea usada aplicada a los españoles, europeos y el resto de habitantes del Viejo Mundo en general. Habitualmente se dice que carece de sentido emplear esta expresión en relación con los indios, pues las innumerables naciones indígenas ya llevaban miles de años establecidas en los continentes americanos antes de la llegada de la Pinta, la Niña y la Santa María.

Pues el caso es que ya las primeras líneas del escrito cuyo enlace os dejo al final de este estado echan por tierra del todo esa tonta teoría, incidiendo sobre una faceta del Descubrimiento en la que incluso aquellos a los que nos gusta la Historia pensamos demasiado poco: el escaso conocimiento que los mismos nativos americanos tenían del continente que llevaban habitando desde hacía ya entonces incontables milenios. A diferencia de lo que sucedía en Europa y el resto del Viejo Mundo civilizado, los indios no sabían apenas nada, no ya de sus descubridores, sino hasta unos de otros.

A un inca un maya no le sonaba de nada. Ni a un maya un azteca. Ni a un azteca un caribe. Ni a un caribe un mapuche. Ni a un mapuche un jíbaro. Ni a un jíbaro un iroqués. Ni a un iroqués un esquimal. Ni a un esquimal un taíno. Ni a un taíno un chibcha. Ni a un chibcha un indio-pueblo. Así pues, lo que sucedía entre los indios (que en general solo conocían a sus vecinos inmediatos, y más bien escasamente -pues cuando coincidían con ellos no solía ser en circunstancias amistosas de esas que permiten estudiarse mutuamente-) era radicalmente contrario a lo que desde tiempos romanos nos encontramos en Europa, que lo sabía todo de sí misma y mucho de las otras regiones del mundo, y que no perdió del todo el conocimiento de las otras culturas del Viejo Mundo ni siquiera durante la Edad Media y el aislamiento a que nos sometió la presión musulmana sobre los territorios de la Cristiandad y el bloqueo que los mahometanos nos impusieron hacia el Este.


Y ésta es una razón importante por la que, si bien tiene sentido hablar de los europeos como una unidad cultural consciente de su propia existencia; esto mismo no se puede decir de los indios americanos. No tenían ni repajolera idea de las enormes similitudes existentes ente ellos, porque sabían de sus hermanos de raza tan poco como los propios europeos de antes del Descubrimiento. No es exageración el afirmar que no pasaría mucho tiempo antes de que los descubridores españoles y el resto de Europa supiéramos bastante más de los pueblos indios de lo que conocía cada pueblo indio singularmente considerado de las demás tribus de su continente.

Tampoco es que pudiese esperarse otra cosa de un conjunto de pueblos que no disponían de animales de tracción como el caballo que -además de para trabajar el campo- pudiesen servir de montura a las personas, y que por desconocer desconocían hasta la rueda (y por ende los medios de locomoción derivados de la misma). Evidentemente, cuando no es posible recorrer las distancias de otra manera que caminando es muy difícil que nos consigamos poner en contacto los unos con los otros.


Que no nos sorprenda pues el hecho de que, a la llegada de los españoles, los indígenas no tuviesen ni la menor idea de cómo se estructuraba en un sentido geográfico su propio continente, y que no se haya oído jamás hablar de grandes viajeros indios de tiempos precolombinos que marchasen a lo lejos para conocer tierras lejanas y las culturas diversas del continente por puro deseo de aumentar el conocimiento que su propia nación tenía de los pueblos que la rodeaban y de otros más lejanos. Los únicos intercambios culturales de los que tenemos noticia son los que tuvieron lugar al abrigo de las guerras que libraban con armas de madera, hueso y piedra; de las conquistas; y de las grandes migraciones.

Aunque claro, es normal que no tengamos noticia ni la tengan ellos. Al fin y al cabo, ¿de qué hubiera servido que alguien se hubiese pateado el continente de arriba a abajo y de Este a Oeste antes de Colón? No existía ninguna escritura a través de la que registrar nada de lo que hubiera conocido ese anónimo Marco Polo indio. Es tan sencillo como que la misma Historia de América empieza el 12 de octubre de 1492.

Todo eso sin contar que al instalarse en América sus primeros pobladores perdieron todo recuerdo de la Siberia de la que procedían, por lo que se puede decir que más que descubrir nada -pues "descubrir" un territorio es algo más que instalarse en él- olvidaron todo lo que dejaron atrás. Cosa que no critico. Aunque solo sea porque, teniendo en cuenta las circunstancias de aquella época, ¿cómo los siberianos que cruzaron el estrecho de Bering habrían podido volver sobre sus pasos, y qué razón habrían tenido para hacerlo, siendo como era la tierra a que llegaron mucho más templada y agradable -al menos a poco que avanzaron hacia el Sur- que la que abandonaron?. Pero que impide que hablemos del "Descubrimiento" indio de las Américas, y que nos obliga más bien a hablar, como yo acabo ya antes de indicar, del "Olvido" indio del Viejo Mundo. Que bien podría considerarse el mayor olvido de la Historia de la Humanidad.

En ese sentido, es importante hacer mención del hecho de que es evidente que los indios se quedaron progresivamente más y más boquiabiertos a medida que fueron conociendo mejor y en mayor profundidad la cultura extremadamente superior de los españoles que se convertirían en sus señores tras la Conquista. Quizás por eso su sujeción fue tan fácil, sin que fueran necesarios ejércitos de ocupación ni ninguna política de terror sistemático de ningún tipo para mantener la hegemonía española sobre esos territorios (aunque sin duda en eso jugaron mayor papel aún las enfermedades nuevas traídas por los europeos que diezmaron a la población indígena y sumieron en la postración a los supervivientes). Y tan seguro como lo antedicho es que debió de parecerles igual de interesante empezar a conocerse por fin los unos a los otros. ¡Y todo gracias a España! Que es el sujeto político que ha puesto en contacto permanente a más pueblos entre todas las que han pasado por la Historia. Roma incluída.

Es triste que no nos demos cuenta de la grandeza de nuestra propia obra en América. La empresa civilizadora que llevamos ahí a cabo durante los siglos que perduró nuestro Imperio supera todo lo visto antes y después en los anales de la Historia humana, incluyendo la obra civilizadora de la Romanización y la obra evangelizadora de la primera Cristianización del Mediterráneo. Fundamentalmente porque la Hispanización de América llevó a esa Tierra las dos revoluciones que sus pueblos tenían pendientes: tanto la de la cultura y la técnica como la del espíritu.

Como para que luego mucho paleto aquí se asombre cual Cletus versión hispana de las glorias de la civilización de los bárbaros sajones (que son unas cuantas -especialmente por el lado de unos EEUU cuya existencia se debe a España incluso más que al Reino Unido-, y también de notable entidad, pero que palidecen ante una hazaña como la realizada por España en el Nuevo Mundo que ella creó del otro lado del Atlántico). Lo peor de todo es que los mismos palurdos que se hacen el culo coca-cola con los dos o tres topicazos que conocen de la Historia británica y estadounidense se atreven a denigrar los más gloriosos hechos protagonizados por esa Hispanidad de la que tan orgullosos deberían sentirse. Pese a su decadencia y a la amenaza de ruina general del país. De la que solo la confianza en el Dios al que otrora tan bien servimos -mejor seguramente que cualquier otra nación pasada o presente- podrá librarnos... ¡He dicho! IHS

miércoles, 2 de octubre de 2013

MALDAD Y SIMPLONERÍA DEL ABORTISMO

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!
Tres comentarios bastante bobos que he leído con motivo de un debate sobre el aborto:

"Alfonso, serás tu entonces el que va a tomar la decisión por otras personas? tu garantizas la seguridad médica y jurídica de las mujeres que no tengan otro remedio que abortar? Igual vas a sufragar la vida de niños que nacen enfermos porque los manda así el Señor? Tu no crees en Dios, te crees Dios. Pero NO ERES NADIE para decidir por otra persona. Si así lo crees, busca fascismo en un diccionario."

"Nosotros no, pero cada cual si. No lo acabas de entender verdad? hablamos de libertades individuales, de ahí a que te pida, de nuevo, que busques el término "FASCISTA". Con España arriba o abajo, tu NO vas a decidir por nadie que no seas tu."

"Alfonso. Que tu hermana no se quede embarazada en una noche de borrachera."

Y mi contestación a los absurdos razonamientos esgrimidos en los comentarios antedichos en favor de la maldad que inherentemente implica la legalización del aborto que llevamos sufriendo desde los tiempos de la Ley Orgánica 9/1985 (que no será nunca suficientemente maldecida...):

"Yo, que si soy cristiano y no tengo el menor inconveniente en confesarme hijo de la Iglesia Católica, ya no me asombro ni lo más mínimo de la maldad demostrada por los paganos abortistas. Sus abyectos y genocidas puntos de vista son cosa conocida de todos las personas de bien con independencia de la religión que profesen (por cierto, que Alfonso Arranz es uno de eso hombres); y espero que les sean debidamente retribuídos tanto en esta vida como en la otra. Lo que me sorprende es el cada vez menor nivel de argumentación y la correlativamente cada vez mayor estulticia que exhiben estos perfectos discípulos de Hitler y Stalin cuando llevan a cabo la defensa de un Holocausto por el que ojalá vea antes de morirme que pagan todos los que contribuyeron a que esté siendo posible (tanto peperos como sociatas o de otros partidos igualmente abortistas del estilo de UPyD, IU o los secesionistas). Negar mi derecho y deber de defender la vida de un no nacido de las injustificables agresiones letales a las que los partidarios del aborto desean exponerlos es exactamente lo mismo que negar mi derecho y mi deber de defender incluso a estos aborteros que tanto nos están aburriendo con sus sandeces en el caso hipotético de que fueran agredidos ilegítimamente por terceros. Si no soy quien para defender la vida de un ser humano dentro del claustro materno no veo por qué yo o ningún otro vamos a ser quienes para atrevernos a defender esa misma vida humana afuera del mismo. Los aborteros dicen que no es lo mismo la vida humana dependiente que la vida humana independiente. Sostienen que, al ser la del nasciturus una vida tan íntimamente ligada a la de la madre, la madre ha de poder decidir acerca de si la respeta o acaba con ella. Yo sostengo que, si esa tontería fuera cierta, también podríamos sentirnos legitimados para acabar con la vida de nuestros hijos ya nacidos -que siempre estará muy intimamente ligada a la de sus padres- para solventar así una mala racha económica, o para librarnos del marrón que supone hacernos cargo de sus necesidades. Otra paganada que me haría gracia a este respecto (de no ser porque su difusión tiene consecuencias siniestras a todos los niveles en la medida en que contribuye a deformar la percepción social de asuntos que son extremadamente serios) es la de que una mujer puede verse forzada a abortar. Eso solo tendría sentido en los casos en los que el embarazo implicara un riesgo cierto para la vida de la madre. En todos los demás casos, se hace evidente hasta para el más tonto que es la entrega en adopción el camino a seguir para garantizar el bien de la madre que no quiera o no pueda hacerse cargo de su hijo. En definitiva, que los argumentos presentados en comentarios anteriores en defensa del homicidio legal de los nasciturus son basura mental que no tiene otro poder que el de infectar la mente y, desgraciadamente, también el corazón de las personas de dudosa moral que se manifiestan partidarias de esta abominable matanza que creo que no hace falta que jure que, de serme posible, yo impediría. Siendo como soy creyente, elevaré mis oraciones a Dios mi Señor y vuestro Señor, en tanto que me gustaría que algún día os iluminase lo suficiente como para que pueda encontraros a todos los aborteros (especialmente a mi amigo Jesús De Alba) en el cielo; y que una vez allí nos riéramos todos juntos de las enormes barbaridades que casi todos hemos alguna vez defendido sobre la Tierra a lo largo de nuestra vida. Barbaridades que, no obstante, vosotros los aborteros cometéis bastante más a menudo que la media de los demás entre nuestros semejantes."

Añado una breve mención con la que contestar al tercer comentario, en el que se hace mención a la posibilidad de que la propia hermana se quede embarazada con motivo de una borrachera. Pues para mi la cosa está clara. Si un hombre y una mujer elige libremente emborracharse, saben ya a lo que puede conducir una noche loca de borrachera. Si, a pesar de todo, consideran que su diversión es más importante que evitar los riesgos inherentes al folleteo indiscriminado (cosa que solo podría conseguirse si los cachondos jóvenes decidieran abstenerse de ejercitar el antiquísimo arte de la penetración vaginal); lo que no es de recibo bajo ningún concepto es que se pretenda que la irresponsabilidad de los padres la pague un niño al que los aborteros pretenden que jamás se le permita experimentar lo que es estar vivo. No es aceptable que los padres de un nasciturus, deseando evitar perder muchas cosas que podrían perder si dejan nacer a su hijo; le arrebaten a este absolutamente todo lo que es y lo que podría llegar a ser, que es lo que sucederá con toda seguridad si le niegan el derecho a la vida.

Mi conclusión final es que es alarmante la manera en que se expande en nuestros tiempos este tipo de pensamiento tan criminal e innoble sobre el que se está gestando, paradójicamente, la ruina entera de la civilización que conocemos (¿quién diría que que pudiera gestarse algo mediante esa interrupción de una gestación que siempre presupone el aborto?). Materialmente vivimos tiempos que, con toda la crisis económica que está cayendo, son con mucho los más opulentos jamás vividos. Moralmente estamos en un estado aún más embrionario que el de los nasciturus a los que esta sociedad despreciable pretende seguir asesinando impunemente. A pesar de lo cual quiero creer que aun queda en esta sociedad un porcentaje de justos mayor que aquel del que podía presumir en tiempos la pecadora ciudad de Sodoma. ¡Dios nos perdone y nos ayude a recuperar el norte ético al que solo retornaremos redescubriendo la grandeza de la Buena Nueva contenida en los Evangelios! IHS