miércoles, 2 de octubre de 2013

MALDAD Y SIMPLONERÍA DEL ABORTISMO

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!
Tres comentarios bastante bobos que he leído con motivo de un debate sobre el aborto:

"Alfonso, serás tu entonces el que va a tomar la decisión por otras personas? tu garantizas la seguridad médica y jurídica de las mujeres que no tengan otro remedio que abortar? Igual vas a sufragar la vida de niños que nacen enfermos porque los manda así el Señor? Tu no crees en Dios, te crees Dios. Pero NO ERES NADIE para decidir por otra persona. Si así lo crees, busca fascismo en un diccionario."

"Nosotros no, pero cada cual si. No lo acabas de entender verdad? hablamos de libertades individuales, de ahí a que te pida, de nuevo, que busques el término "FASCISTA". Con España arriba o abajo, tu NO vas a decidir por nadie que no seas tu."

"Alfonso. Que tu hermana no se quede embarazada en una noche de borrachera."

Y mi contestación a los absurdos razonamientos esgrimidos en los comentarios antedichos en favor de la maldad que inherentemente implica la legalización del aborto que llevamos sufriendo desde los tiempos de la Ley Orgánica 9/1985 (que no será nunca suficientemente maldecida...):

"Yo, que si soy cristiano y no tengo el menor inconveniente en confesarme hijo de la Iglesia Católica, ya no me asombro ni lo más mínimo de la maldad demostrada por los paganos abortistas. Sus abyectos y genocidas puntos de vista son cosa conocida de todos las personas de bien con independencia de la religión que profesen (por cierto, que Alfonso Arranz es uno de eso hombres); y espero que les sean debidamente retribuídos tanto en esta vida como en la otra. Lo que me sorprende es el cada vez menor nivel de argumentación y la correlativamente cada vez mayor estulticia que exhiben estos perfectos discípulos de Hitler y Stalin cuando llevan a cabo la defensa de un Holocausto por el que ojalá vea antes de morirme que pagan todos los que contribuyeron a que esté siendo posible (tanto peperos como sociatas o de otros partidos igualmente abortistas del estilo de UPyD, IU o los secesionistas). Negar mi derecho y deber de defender la vida de un no nacido de las injustificables agresiones letales a las que los partidarios del aborto desean exponerlos es exactamente lo mismo que negar mi derecho y mi deber de defender incluso a estos aborteros que tanto nos están aburriendo con sus sandeces en el caso hipotético de que fueran agredidos ilegítimamente por terceros. Si no soy quien para defender la vida de un ser humano dentro del claustro materno no veo por qué yo o ningún otro vamos a ser quienes para atrevernos a defender esa misma vida humana afuera del mismo. Los aborteros dicen que no es lo mismo la vida humana dependiente que la vida humana independiente. Sostienen que, al ser la del nasciturus una vida tan íntimamente ligada a la de la madre, la madre ha de poder decidir acerca de si la respeta o acaba con ella. Yo sostengo que, si esa tontería fuera cierta, también podríamos sentirnos legitimados para acabar con la vida de nuestros hijos ya nacidos -que siempre estará muy intimamente ligada a la de sus padres- para solventar así una mala racha económica, o para librarnos del marrón que supone hacernos cargo de sus necesidades. Otra paganada que me haría gracia a este respecto (de no ser porque su difusión tiene consecuencias siniestras a todos los niveles en la medida en que contribuye a deformar la percepción social de asuntos que son extremadamente serios) es la de que una mujer puede verse forzada a abortar. Eso solo tendría sentido en los casos en los que el embarazo implicara un riesgo cierto para la vida de la madre. En todos los demás casos, se hace evidente hasta para el más tonto que es la entrega en adopción el camino a seguir para garantizar el bien de la madre que no quiera o no pueda hacerse cargo de su hijo. En definitiva, que los argumentos presentados en comentarios anteriores en defensa del homicidio legal de los nasciturus son basura mental que no tiene otro poder que el de infectar la mente y, desgraciadamente, también el corazón de las personas de dudosa moral que se manifiestan partidarias de esta abominable matanza que creo que no hace falta que jure que, de serme posible, yo impediría. Siendo como soy creyente, elevaré mis oraciones a Dios mi Señor y vuestro Señor, en tanto que me gustaría que algún día os iluminase lo suficiente como para que pueda encontraros a todos los aborteros (especialmente a mi amigo Jesús De Alba) en el cielo; y que una vez allí nos riéramos todos juntos de las enormes barbaridades que casi todos hemos alguna vez defendido sobre la Tierra a lo largo de nuestra vida. Barbaridades que, no obstante, vosotros los aborteros cometéis bastante más a menudo que la media de los demás entre nuestros semejantes."

Añado una breve mención con la que contestar al tercer comentario, en el que se hace mención a la posibilidad de que la propia hermana se quede embarazada con motivo de una borrachera. Pues para mi la cosa está clara. Si un hombre y una mujer elige libremente emborracharse, saben ya a lo que puede conducir una noche loca de borrachera. Si, a pesar de todo, consideran que su diversión es más importante que evitar los riesgos inherentes al folleteo indiscriminado (cosa que solo podría conseguirse si los cachondos jóvenes decidieran abstenerse de ejercitar el antiquísimo arte de la penetración vaginal); lo que no es de recibo bajo ningún concepto es que se pretenda que la irresponsabilidad de los padres la pague un niño al que los aborteros pretenden que jamás se le permita experimentar lo que es estar vivo. No es aceptable que los padres de un nasciturus, deseando evitar perder muchas cosas que podrían perder si dejan nacer a su hijo; le arrebaten a este absolutamente todo lo que es y lo que podría llegar a ser, que es lo que sucederá con toda seguridad si le niegan el derecho a la vida.

Mi conclusión final es que es alarmante la manera en que se expande en nuestros tiempos este tipo de pensamiento tan criminal e innoble sobre el que se está gestando, paradójicamente, la ruina entera de la civilización que conocemos (¿quién diría que que pudiera gestarse algo mediante esa interrupción de una gestación que siempre presupone el aborto?). Materialmente vivimos tiempos que, con toda la crisis económica que está cayendo, son con mucho los más opulentos jamás vividos. Moralmente estamos en un estado aún más embrionario que el de los nasciturus a los que esta sociedad despreciable pretende seguir asesinando impunemente. A pesar de lo cual quiero creer que aun queda en esta sociedad un porcentaje de justos mayor que aquel del que podía presumir en tiempos la pecadora ciudad de Sodoma. ¡Dios nos perdone y nos ayude a recuperar el norte ético al que solo retornaremos redescubriendo la grandeza de la Buena Nueva contenida en los Evangelios! IHS

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