sábado, 24 de agosto de 2013

OTRA DIATRIBA MÁS CONTRA EL ESTADO DEL ¿BIENESTAR?

[Antes de leer este artículo, échenle un vistazo a este vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=3QAekd5A1iI]

Otra pequeña reflexión en voz alta. Es cierto que un Estado social es en abstracto compatible con una sociedad en la que se primen el mérito y el esfuerzo. Pero a mi no me interesa que esas dos cosas se compatibilicen, aunque sea posible. Sin duda alguna, una de las virtudes del libertarianismo en el que creo es que el mérito y el esfuerzo juegan el papel que merecen en la prosperidad individual y social. No obstante, lo fundamental para mi no es esto, pues sería posible el mismo resultado por caminos diferentes de aquellos que yo creo que se tiene que seguir.

¿Qué es entonces lo que de verdad me mueve a defender un modelo de Estado que se corresponda con lo que yo denomino una "Democracia Libertaria"? Lo que de verdad a mi me interesa es la libertad. Si dos caminos son igual de efectivos para conseguir una cosa justa, y uno coarta menos la libertad que el otro, el que debe seguirse es el más respetuoso con nuestra libertad -y, por ende, con nuestra dignidad-. Y es que, aunque la anarquía es pedir a gritos la pérdida de toda libertad, lo cierto es que ceder nuestra libertad al Estado más allá de un límite compromete de un modo todavía más grave nuestros derechos y libertades.

Por eso el Estado social es, a mi modo de ver, tan rotundamente execrable. Pues es un tipo de Estado que, por su propia naturaleza, acumula funciones que van más allá de lo necesario. No se limita a conferirnos la seguridad de la que razonablemente hemos de poder disponer para que nuestra vida consista en algo más que en defendernos unos de otros. Con la excusa de velar por nuestra mayor comodidad nos trata como a niños o incapaces. Dando el nombre de derechos al permanente insulto hacia nuestra dignidad en el que vive instalado, porque confía (hasta ahora nada hace pensar que infundadamente) en que así conseguirá que no nos lo tomemos a mal.

Acumulando funciones que no debería es como el Estado social crea peligros que también exceden la cantidad de riesgos que a una ciudadanía consciente del valor de su libertad le valdría la pena correr. Peligros que no se manifiestan inmediatamente, y que, en tanto el Estado social sea gobernado por personas honestas y decentes, no tendrían por qué llegar a traducirse nunca en realizaciones negativas concretas. De hecho, en tanto esté bien administrado y sus peligrosas políticas no se traduzcan en perjuicios tangibles, el Estado social es preferible a casi cualquier otra forma de organización política. En tanto que además de social sea democrático, claro está.

El gran problema está en que incluso el Estado social más eficiente y justamente organizado puede degenerar con demasiada facilidad -como ha sucedido en España, y muy particularmente en Andalucía- en una sociedad de mantenidos a cargo de los poderes públicos que, además de generar un gasto público que es inviable a largo plazo, pone en el medio plazo en serio peligro las libertades más esenciales del hombre. Expolia al contribuyente para malas causas, y encima aprovecha los sistemas prestacionales que crea -al menos parcialmente- con el dinero de los expoliados para crear redes clientelares. Sus redes clientelares engendran voto cautivo, y éste permite a las camarillas gobernantes eternizarse en el poder, y acabar destruyendo la poca democracia que tenemos para implantar en la práctica oligarquías corruptas como la partitocracia pestilente del PPSOE que en nuestros tiempos asola España.

Las únicas alternativas eficaces en orden a impedir que el Estado social acabe degenerando de esa manera son dos: bien la que consiste en confiar en que nuestros gobernantes se mantengan siempre en la buena senda (alternativa que ya es impracticable, porque los que gobiernan ya se han lanzado a recorrer el mal camino y a punto están de arruinar a España por su pretensión de seguir en él a toda costa); o bien la que implica desmantelar ese edificio que amenaza ruina que es nuestro Estado social antes de que se caiga en pedazos. Para lo que es necesario establecer una nueva forma de Estado libertaria que considere como punto de partida el carácter subsdiario del Estado respecto de la iniciativa de los particulares. Volver a entender que el Estado representa a la Nación -verdaderamente existente en tanto que producto histórico-; pero que los individuos son la Nación. Si queremos que no se emplee el poder de los Gobiernos para perjudicar a los gobernados tenemos que negar de entrada a quienes detenten el poder las facultades que necesitan para poder acometer tal empresa de subversión populista de nuestro sistema político. Y eso significa que tenemos que renunciar a que el Estado nos asista en nada para lo que su asistencia no sea estrictamente imprescindible o demasiado conveniente como para rechazarla. Porque el mismo poder que deberíamos concederle para que nos ayude activamente es el poder con el que podría llegar a perjudicarnos. IHS

viernes, 23 de agosto de 2013

COMPARACIONES ODIOSAS

Un enlace que no vale la pena tanto leer como reflexionar:



Leí el enlace, y claro, me pareció muy fácil de entender porque a prácticamente cualquiera (incluídos los que somos creyentes) le puede hacer gracia esta grosería, aparentemente ella tan inofensiva. Todos nos reímos de las comparaciones entre nuestros atributos sexuales y cualquier cosa. Innecesario poner ejemplos de esto, puesto que sucede delante de nosotros todos los días.

Pero lo que me interesa no es si tiene sentido que a la gente le hagan gracia estas cosas o no. Lo que a mi me parece que merece la pena en este caso es escarbar aunque solo sea un poco por debajo de la superficie, y examinar el grado de verdad que se contiene en la gracieta que podeis leer nada más darle al enlace adjunto. ¿Por qué pienso que eso es algo tan importante como para que le dedique una entrada? 



Pues por la sencilla razón de que, desgraciadamente, vivimos hoy en un mundo donde una gran parte de la gente (probablemente la mayoría) suscribiría con los ojos cerrados la idea central que aparece envuelta en el engañoso papel de regalo del cachondeo.

Dicen que si tenemos religión (igual que si tenemos pene), bien por nosotros. Y que es bueno que estemos orgullosas de ella (como lo sería que estuviéramos orgullosos de nuestra herramienta). Y hasta aquí, pese a lo inadecuada que es esta mezcla de penes y religión (por la irreverencia que supone, al menos desde el punto de vista de un creyente -para el cual está claro que las cosas sagradas no deberían ser utilizadas para chanzas de ningún tipo-), en realidad no hay nada en especial que sea motivo serio de desacuerdo para nadie. Tampoco me molesta la última frase del documento, que es la que nos exhorta a no imponer a los hijos de los que no creen la fe por la fuerza. Al fin y al cabo, yo creo en eso de que "al prójimo como a ti mismo", de manera que es razonable abstenerse de hacer lo que no me gustaría que a mi se me hiciese.

La diferencia irreconciliable se materializa en el momento en que nos dicen que, al igual que la polla, la religión no es la clase de cosa que se tiene que sacar en público ni agitar frente a todos. Esa es una afirmación que sencillamente no se puede aceptar. La exhibición indecorosa del propio cuerpo es algo de lo que hay que avergonzarse, por eso tradicionalmente nunca ha estado bien visto que nadie incurra en ella. ¿Por qué es motivo de vergüenza? No, ciertamente, porque uno deba avergonzarse de su propio cuerpo. El problema no es nuestro cuerpo en si, sino el mal gusto y la extrema impudicia y falta de respeto hacia el resto de personas que coexisten contigo que demuestras exhibiendo partes de tu cuerpo cuya visión no solo puede violentar a terceras personas, sino que encima se hace sin ni siquiera aportarles a cambio nada verdaderamente positivo ni provechoso en esta vida, en términos de vivencias ni de enseñanzas. Si el cuerpo que se muestra a los demás es bello, se fomenta la lascivia y el descontrol del deseo sexual. Si, por el contrario, el cuerpo exhibido es feo, a la impudicia se unirá es desagrado sensorial y hasta la repugnancia hacia lo que se nos obliga a contemplar. Repugnancia que nace más del hecho de que se nos obligue a contemplar la fealdad sin razón alguna que lo justifique que de la ausencia de belleza en si.

Todo lo antedicho no es aplicable al caso de la religión. La exhibición pública de nuestras creencias (en contraposición a la del órgano sexual masculino), lejos de ser algo de lo que uno se tenga que abstener, es algo que seguramente los católicos deberíamos practicar más a menudo. No solo porque de otro modo uno se preguntaría donde queda ese orgullo legítimo que ha de inspirarnos nuestra religión (orgullo que no se discute ni siquiera en el texto que motiva toda esta controversia). También debe tenerse en cuenta el hecho de que la religión -o por lo menos mi religión, que es la católica- no es algo de lo que yo sencillamente tengo que estar orgulloso. Además de eso, nos encontramos con que mi religión es un conjunto de doctrinas dadas a conocer a los hombres por Dios o derivadas de la Revelación que Éste hizo de sí mismo. Revelación que no tendría sentido si sus postulados no fueran de obligado cumplimiento para los creyentes, lo que significa que cualquier católico tiene la obligación moral de procurar ser fiel a ellos en todo momento. Y no es posible dar cumplimiento a las enseñanzas y a la doctrina recibidas de Dios y de su Iglesia nada más que desde la aceptación de la llamada que Cristo nos hace con vistas a que procuremos expandir el auténtico culto y el Evangelio de la Verdad por todo lo ancho del mundo (aunque toda esa labor de proselitismo a que estamos llamados los que tenemos a Cristo por Maestro solo será lícita en la medida en que sea llevada a cabo empleando medios lícitos).

En apoyo de mis ideas señalaré que difícilmente la religión católica habría conquistado sin armas y sin hacer uso de la fuerza la otrora todopoderosa Roma de los Césares (que fue el Imperio más importante y apabullante que han parido milenios de Historia humana) si los cristianos se hubiesen limitado a "ser buenas personas" sin explicarle a la gente las razones por las que para ellos era tan importante el procurar conducirse con sus semejantes lo mejor posible. ¿Qué futuro habría tenido la Iglesia si sus creyentes hubiesen tenido la fe apartada en un desván y se hubiesen limitado a dejarla ahí tirada y oculta al mundo, y a subir de vez en cuando para admirarla en secreto como si se tratase de un valioso jarrón? Prefiero no imaginar donde estarían tantas tierras y tantos pueblos que se han beneficiado de la aceptación de la doctrina de Jesucristo por la visión misionera de nuestros primeros Padres en la Fe, que no se enorgullecieron de su cristianismo, sino que lo difundieron.

Quizá si hoy la Iglesia de Cristo retrocede es porque falta ese espíritu. No nos damos cuenta de que en verdad la fe es el jarrón más valioso que existe. Ni de que, precisamente por esa misma razón, es un jarrón que no debe permanecer ocioso ni oculto, sino que más bien hemos de procurar siempre enseñar públicamente para que todos aquellos cuyo espíritu esté preparado para apreciar el mejor arte se regocijen con su contemplación. La religión de Dios semeja un jarrón que existe para que se lo llene con agua, y para que ofrezcamos beber de esa misma agua con que hemos de llenarlo a todas las personas que encontremos en nuestro camino, de manera que puedan disfrutar si así lo desean del insuperable sabor que al agua que les damos a beber le da el recipiente en el que antes la hemos vertido.

De hecho, ahora que lo pienso sobre la marcha, parte importante de los cristianos que conozco -y mirad que hablo de cristianos sinceros y consecuentes- son personas que están superorgullosas de las enseñanzas su religión, pero en las que no se advierte el menor deseo de hacer nada por favorecer que del don que ellos han recibido por la gracia del Espíritu Santo puedan beneficiarse otros hermanos incorporándose al Pueblo creyente. En fin, siendo positivo, lo cierto es que no hay mal que por bien no venga. Los malos consejos que nos dan los paganos a menudo nos ayudan a los cristianos a marcar mejor el camino que hemos de recorrer si de verdad queremos hacer la voluntad del Padre. Si los que no son amigos de Dios te dan lecciones acerca de cómo tienes que vivir tu fe, es prácticamente seguro que para tener éxito como cristiano te basta hacer lo contrario de lo que dicte su -en relación con estas cuestiones- siempre errado juicio. No sorprenda a nadie esto. ¡Él se sabe valer de la psicología inversa mejor que nosotros! IHS

sábado, 17 de agosto de 2013

¿POLÍTIC@S PROFESIONALES DEL SEXO?

[Antes de leer este artículo, échenle un vistazo a este vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=3QAekd5A1iI]
No tenía pensamiento de escribir en estos momentos nuevas entradas. Pero el caso es que estaba yo tan tranquila y ricamente leyendo noticias en el portátil cuando me llamó la atención este enlace (http://www.elcorreo.com/vizcaya/20130817/mas-actualidad/politica/elena-valenciano-desnudaria-votos-201308131312.htmlen el que se contiene la deplorable noticia que ustedes podrán leer. Y claro, una vez leída toda esta declaración de principios de tan grandiosa y preclara líder política, no he podido resistir la tentación de dedicarle a la interfecta unas cuantas palabras de desprecio que bien ganadas se las tiene.


Comenzar diciendo que a mi Elena Valenciano ya no me sorprende, pero que no por eso siento menos asco por ella. Asco que no es solo político, sino que se extiende también a la esfera de lo personal. No la conozco, ni necesito conocerla para que así sea. Ya lo dice el Evangelio: "Por sus frutos los conocereis". Del arbol bueno salen frutos buenos, y del arbol malo salen frutos malos. Como este enésimo insulto a la dignidad y a la inteligencia de todos los españoles. Puesto que no estamos bien gobernados ni nadie de momento aparece que haga política de un modo respetable y que valga la pena, por lo menos nuestros malos políticos podrían cuidarse un poco y guardar ciertas apariencias. Ojalá actuasen como si supieran que sus gilichorradeces no solo los dejan en mal lugar a ellos, sino a todo el país. Si ésta imbécil cumple su amenaza de desnudarse (porque es una amenaza y no un favor que nos hace a los varones heterosexuales de bien), es España la que enrojece y tiene que proceder a tapar sus vergüenzas.

La que leemos en el enlace adjunto es la típica declaración frívola y gilipollas del tipo de esas a las que la actual escoria humana que gobierna España ya nos tiene más que acostumbrados. Desde hace algunos años (concretamente, desde la exaltación de Zapatero al liderazgo sociata), a la casta política del país parece que ya no le basta con hacer oídos sordos a las demandas populares en pro de medidas que contribuyan a ennoblecer la profesión política en un momento en el que su imagen pública está por los suelos. Todo lo contrario. Las actuales formaciones políticas españolas (especialmente el PSOE, IU y las formaciones secesionistas de ideología cercana) parecen empeñadas en competir entre ellas para ver cuál fomenta de una manera más descarada el progresivo embrutecimiento, emputecimiento y chabacanización de la vida política de la Nación.

En serio, a este paso esa gentuza sin vergüenza ni dignidad acabará yendo de los dichos a los hechos, y entonces quizá veamos a Valenciano cumplir sus sueños eróticos protagonizando concursos de streptease en pleno Congreso de los Diputados, y competiciones en plan "l@s diputad@s más cachond@s" en las que participarán y se exhibirán todos nuestros representantes (cobrando una pasta por ello, naturalmente, porque la prostitución es "argo mu dijno"). A nadie le extrañe, porque el pescado por donde empieza a apestar es por la cabeza, y si hoy parece que en nuestro país se piensa más con la polla o el coño que con el cerebro, es porque nuestros políticos han marcado el camino que luego ha seguido TeleCinco, y que después ha recorrido también la gente que ve ese repugnante canal de televisión.

Al fin y al cabo, ¿acaso no fue en la política donde por vez primera se asistió a la promoción indiscriminada de subnormales con media puta neurona a las más altas posiciones de poder del país? La verdad es que el PSOE tiene una vicesecretaria general que buenamente podría participar en los mismos programas de la telebasura en los que salen Kiko Matamoros, Belén Esteban, o su asquerosa correligionaria Olvido Hormigos (reconvertida en aspirante cutre y ultrabasta a pillarse el SIDA por andar haciendo de chica Play-Boy en un sucio motel de carretera).
Que Dios los perdone, si es que todavía le queda algo de paciencia para con ellos. A los humanos que algo sabemos acerca de lo que nos diferencia de las bestias en periodo de celo esa misma paciencia se nos está acabando del todo. IHS

domingo, 11 de agosto de 2013

¿QUIÉN VIVE REALMENTE EN EL MUNDO DE YUPI?

[Antes de leer este artículo, échenle un vistazo a este vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=3QAekd5A1iI]

¡Hoy me he levantado con ganas de tocar el tema de la religión!


Acabo de leer un estado de Facebook en el que, básicamente, quien escribe se dedica a atacar la religión. Aduce en defensa de su falta de fe que, con la de desgracias que hay en el mundo, si éste ha sido hecho por Alguien su Hacedor no será Dios, sino más bien el Diablo. En fin, cada cual es libre de creer lo que quiera acerca de estas cosas. Sin embargo, hubo una afirmación que me molestó profundamente. Proclamó abiertamente la irracionalidad de las creencias religiosas, descalificándolas de un modo que cualquier creyente de mi religión (que no hace falta que diga que es la cristiana) consideraría particularmente poco respetuoso. Entrar a comentar que si no se qué de Doraimon no era algo que viniese a cuento en absoluto. Una vez más, los creyentes tenemos que soportar que se nos pretenda hacer quedar a los ojos del mundo como si fuéramos pobres imbéciles que, instalados en la más deplorable y oscurantista de las supersticiones, nos comportáramos como si fuésemos habitantes del mundo de Yupi.

¡Típica prepotencia atea! Estamos acostumbrados, así que a los creyentes no nos impresiona demasiado ni nos hunde la moral. De todos modos, vale la pena que nos tomemos la molestia de contraatacar. Aunque solo sea porque yo me considero una persona inteligente, y porque las personas más inteligentes que conozco son en buena proporción creyentes (y lo mismo las personas entre todas las que conozco que me parecen de mayor altura moral). De manera que no permitiré que gente que en modo alguno está por encima de nosotros (y que a menudo está muy por debajo, tanto intelectual como humanamente) se atreva a descalificarnos de esa manera ni a poner en tela de juicio nuestra inteligencia. Nosotros sabemos pensar (y a menudo mucho mejor que nuestros críticos). ¿Ponéis los ateos en cuestión la racionalidad de la fe? ¡Pongamos a prueba la racionalidad de vuestros argumentos contra la fe! Me atendré a lo expuesto en el estado que me llamó la atención.

Los ateos os burláis de la religión, pero cuando lo hacéis ni siquiera sois capaces de aportar una sola razón que demuestre que se equivoca. Porque deducir a partir de las desgracias de la gente que la religión no puede ser verdad sería un argumento contra la religión si la religión enseñase que la divinidad además de ser autora del Cosmos nos garantiza a las personas la Felicidad en esta vida. Si ese fuese el caso, uno saldría a la calle y diría "vaya cuento chino". Sin embargo, por lo menos la religión cristiana en la que yo creo (por el resto de falsos credos que cohabitan el planeta que hablen quienes crean en ellos) no pretende ni que el mundo sea feliz. Al contrario, asume que la vida humana está plagada de desgracias, a veces terribles. Igualmente, la religión católica nunca ha pretendido que cuando tú rezas a lo alto baje del cielo el mismísimo Dios al más puro estilo Doraimon a resolver los problemas del Nobita de turno sacando regalos de su bolsillo mágico o apuntando con la varita a lo Harry Potter para repararte los huesos que se te han roto.

El sentido de la religión no depende ni de que Dios baje a ayudarnos ni de que tengamos mejor o peor suerte en esta vida. Yo creo en Dios, pero no espero que por creer tenga garantizada ni la dicha ni la ayuda divina si algún día no puedo pagar un alquiler. En el caso de mi religión, lo que ésta me enseña es el camino que tengo que recorrer si quiero vivir una vida moral. ¿Y para qué quiero vivir una vida moral? Porque mi religión enseña que a mi muerte seré juzgado, y en función de cómo viva el veredicto será mejor o peor. Sin duda alguna, es imposible demostrar que esto vaya a ocurrir porque no conocemos a nadie que haya vuelto tras su muerte a contarnos si hay algo al otro lado. Ahora bien, no es nada ridículo creer que nuestra vida posiblemente tiene un significado, y que según si vivimos de un modo o de otro, esto nos deparará consecuencias positivas o negativas después de nuestra muerte. Al fin y al cabo, creer lo contrario es afirmar que nada importa cómo vivamos en este mundo, dado que todos por igual desapareceremos para siempre una vez termine nuestra vida.

Por cierto, como el ateismo suele ser tan "cientifista" (les encanta proclamar su fe en la ciencia al tiempo que intentan hacer pasar a los creyentes por mentes retrasadas que siguen creyendo que el mundo es plano), me limitaré a decir que hoy en día el mundillo de la ciencia tiende mayormente a creer en la teoría de que en su origen el Universo estuvo concentrado en un puntito microscópico, en el que se contenía toda la materia. Y que en un momento dado el puntito estalló, suceso hipotético que se conoce con el famoso nombre de "Big Bang" o "Gran Explosión"; razón por la cual ahí tenemos al Universo que aún sigue expandiéndose (según parece, aunque yo de esto no soy entendido, así que no puedo explicar mejor la teoría, cosa que si podrían hacer amigos y conocidos míos instruídos en ciencia -tanto creyentes como incrédulos-).



El caso es que, de todas maneras, la teoría del Big Bang no presume la existencia eterna del Universo. Aquella concentración de toda la materia en un puntito de volumen infinitesimal no existió desde siempre. Antes de que existiese, no había Nada. Nada en absoluto. El Vacío total. Bueno, yo no soy científico, pero que se sepa hasta el momento posible el enunciado que todos aprendemos en el colegio es el de que "la materia ni se crea ni se destruye, solo se transforma". Es decir, que desde que el Universo apareció, toda la materia que hoy existe ha existido siempre. Ha ocupado una extensión variable, y ha cambiado de forma. Pero es, en esencia, la misma. No hay ahora ni una particula subatómica más que cuando apareció el Universo. Lo que significa que jamás de la Nada ha surgido Algo.



Bueno, pues tan científicos son los ateos que según su punto de vista (que ojo, yo no considero irracional per se, pero tiene también sus puntos débiles -más que el de los creyentes, a decir verdad-) en el origen del Universo tuvo lugar una incomprensible excepción a este principio. Pues, recordadlo, ellos defienden que Todo, absolutamente Todo, procede de la Nada. Y claro, si diéramos esto por cierto, resulta muy difícil de comprender que luego nunca hayan vuelto a surgir cosas del Vacío. De todos modos, así es esta clase de ateos que denuncio en el artículo (no meto a todos en el mismo saco). Te tratan de gilipollas por creer que Todo procede de la Voluntad superior de Alguien (lo que viene apoyado no solo por que del Vacío nunca ha surgido nada, sino también por el hecho de que ese Todo al que llamamos el Cosmos no es un amasijo arbitrario de materia regido por el azar; sino un conjunto ordenado gobernado por Leyes que nuestra ciencia nos está permitiendo ir descubriendo y desentrañando poco a poco -Leyes que tampoco parece irracional creer que conforman toda una "Constitución del Universo" que bien podría proceder de un único Poder Constituyente Originario sin superior ni igual alguno al que en este caso no solo podríamos, sino que hasta deberíamos llamar Dios-). Pero luego pretenden que todos creamos a pies juntillas que absolutamente Todo procede de la Nada, y que la misma existencia del Cosmos es un suceso arbitrario y azaroso sin ningún significado en particular. Razonamiento que es inadmisible, y que aplicado a la esfera de la moral desarma totalmente a quienes creen en él. ¿O de verdad puede esta clase de ateo ni cualquier otro pretender que nadie acepte ideas relativas a la ética de las acciones humanas si el supuesto de partida es el de la ausencia de significado de la Realidad que percibimos como positivamente existente?

En fin, este ha sido un artículo larguillo, pero no me arrepiento de su extensión (que además es poca cosa teniendo en cuenta lo mucho para lo que daría un tema tan apasionante como éste). Porque la defensa del infinito honor del Dios omnipotente y de los que creemos en Él frente a los ataques e injurias de los que no creen bien vale toda esta parrafada, y mucho más que eso. IHS