jueves, 28 de mayo de 2015

SOLUCIÓN SALINA



He aquí una noticia relacionada con el gran mal del aborto que con tanto tino denuncia en la imagen adjunta una mujer ya difunta a la que con toda la razón del mundo me parece a mí que más pronto que tarde la Iglesia Católica hará santa: la Beata Teresa de Calcuta.

http://www.religionenlibertad.com/sobrevivio-a-un-aborto-mediante-solucion-salina-con-siete-meses-de-42599.htm

La historia habla por sí sola, y es como para leerla. ¿Los abortistas alguna vez os paráis a pensar en los sinsentidos terroríficos que producen las espantosas leyes que vuestro voto ha contribuído a hacer aprobar? No entro a juzgar si sois buenas o malas personas. Vuestro problema es más bien de inconsciencia. Los partidarios del aborto sois en vuestra mayor parte unos pasotas de tomo y lomo que permanecéis insensibles ante cualquier iniquidad, excepto cuando ésta os perjudica directamente o no os reporta beneficio de ninguna clase (pero el aborto, en un sentido egoista, os "beneficia" en el sentido materialista de la palabra al reducir el número de bocas a alimentar; de la misma manera que a muchos les "beneficiaba" el tener esclavos al aligerarles la carga de trabajo o hacer innecesario gastar dinero en pagar sueldos). Si hubiérais sido testigos del Holocausto, no creo que os hubiese impresionado gran cosa ni que el ser testigos de la maldad nazi os hubiese espoleado a la acción.

Por cierto, que el hecho de que las leyes abortistas tengan la sanción expresa o tácita del electorado no les añade un ápice de legitimidad. Los adoradores irreflexivos de la democracia y los políticos profesionales (y en esto los de C's o PODEMOS no son diferentes de los del PP o el PSOE) suelen atribuír a la voluntad mayoritaria del pueblo democráticamente expresada una infalibilidad comparable a la que los católicos atribuímos al Papa cuando habla ex cathedra. Dicen que cuando el pueblo aprueba algo tiene razón, y punto. Muchos descartamos esa idea con el mayor desprecio en tanto que subnormal; y consideramos evidente que a veces la mayoría tiene razón y a veces se equivoca (cosa que, aunque no guste, hay que respetar siempre que los errores de la mayoría no generen amenazas demasiado explícitas contra la minoría, en la medida en que de lo contrario no se podría hablar de democracia). 

En base a todo ello sucede que, cuando hablamos de las leyes que regulan el aborto, hablamos de normas jurídicas que buenamente pueden y hasta deben desobedecerse. Hoy en día, a la vista del hecho de que esta maldad se financia con dinero público, un hombre que no pague impuestos al Estado para evitar hacerse cómplice de estas atroces matanzas (que digo yo que deberían ser delito hasta para Manuela Carmena, ya que moralmente estamos ante un delito de sangre, diga lo que diga el Derecho) comparecerá ante la Justicia, pero bajo ningún concepto podrá ser considerado culpable de inmoralidad alguna. A eso hemos llegado.

viernes, 15 de mayo de 2015

APACIENTA A MIS CORDEROS

He aquí la noticia que me llevó en su día a redactar un artículo que se me había pasado publicar:



Si de verdad el Santo Padre ha hecho declaraciones como éstas, claro me queda que como Primer Pastor del rebaño de Cristo sobre la Tierra tiene mucho margen de mejora. En verdad, ahora que ha transcurrido un año y medio de pontificado de Francisco, no dudo de que nuestro Sumo Pontífice no ha aprendido todavía a confirmar en la fe a los hermanos, a los que a menudo genera unas dudas y unos quebraderos de cabeza que no les generaba su antecesor (que, por de pronto, se exponía mucho menos mediáticamente, y cuando lo hacía era evidente que se curraba mucho más sus declaraciones). Esta carencia de Francisco es seria, en la medida en que un Papa está ante todo para servir de guía al rebaño, y si no sabe hacerlo todos los bienes que pueda hacerle a la Iglesia de Cristo que encabeza de manera visible en este mundo no compensarán el mal que se deriva de esta circunstancia tan desafortunada.



Soy catequista, y el otro día una chiquilla comentó que en clase de religión le habían contado que el ángel Gabriel había dado un mensaje a un profeta llamado Mahoma, y que a partir de ese mensaje se escribió un libro sagrado. Evidentemente, se refería al Corán. A mí aquel comentario me llamó notablemente la atención. Por de pronto, porque no sé qué cuernos tienen en la cabeza los editores de libros de religión católica al introducir contenidos relativos a otras religiones en libros que se utilizan para impartir clase de esa asignatura. Lo único que se consigue con eso es generarles a los pobres chavales un cacao mental de primera magnitud. Cacao mental que no sirve más que para alimentar esa ignorancia religiosa a la que Benedicto XVI echaba con tanta sabiduría y más razón que un santo la culpa principal en lo que respecta al actual retroceso que en general está sufriendo el catolicismo en todas partes.



Fue para evitar que la chiquilla y el resto de los de mi curso de catequesis acaben albergando ideas confusas acerca del Islam (y crean erróneamente que el Corán tiene algo de sagrado o que Mahoma fue un profeta de Dios que charlaba en plan de colegui de toda la vida con su "brother" el arcángel Gabriel) que decidí dedicar unos minutos a hacer aclaraciones superficiales, pero a mi juicio suficientes y necesarias relativas a la naturaleza del Islam, de Mahoma y del Corán. Les expliqué brevemente:



-Que el Islam es una falsa religión que no tiene que ver prácticamente nada con el cristianismo y que lo niega (no lo complementa).



-Que Mahoma no fue profeta de nada, sino que fue un simple hombre. Peor aún, si fue algo fue un falso profeta que enseñó cosas contrarias a las que Jesús había enseñado. ¿Y por qué es un tipo tan relevante en la Historia del mundo? Pues porque los musulmanes lo consideran erróneamente el mayor de los profetas de Dios. En definitiva, que para un católico no hay motivo ninguno para creer que cruzara una sola palabra en toda su vida con el mismo arcángel Gabriel que anunció su próxima maternidad a la Virgen María.



-Que el Corán es una creación humana que no tiene absolutamente de sagrado desde la perspectiva de los cristianos (no se vayan a creer que es como una especie de "continuación" o "complemento" de la Biblia o algo así mis niños). Y que si contiene algún aporte procedente del mundo de lo sobrenatural, dicho aporte procede de Satanás, que no de Dios.



Eso fue, más o menos, lo que yo procuré explicarles a mis catecúmenos en palabras que ellos pudieran entender bien. El caso es que yo no sé de qué puede servir nada de lo que yo le diga a mis niños sobre este particular al transmitir la fe y la doctrina católicas si luego va el Papa y se refiere al Corán como un libro "profético" que habla de "paz". Decir semejante clase de cosas solo puede denotar o bien una peligrosa ignorancia de en qué consiste el Islam (que no es imposible en la medida en que el Santo Padre no tiene por qué saber apenas nada de otras religiones); o bien un calculado intento de llevarse bien con los musulmanes que a nadie puede sorprender en un Papa tan proclive a hacer siempre lo que políticamente se considera correcto y luce bien delante de las cámaras de televisión. Yo no creo que Francisco ignore de que pasta está hecha la religión musulmana, así que me inclino por la segunda opción. ¿Algo diferente de lo que han hecho tantísimos de sus antecesores desde hace incontables siglos? En esencia, no.



Desgraciadamente, la Iglesia lleva siglos siendo políticamente correcta (a veces hasta la náusea), y ese ha sido en el pasado y sigue siendo en el presente uno de sus mayores lastres. Ahora bien, históricamente la Iglesia ha contemporizado con el poder, pero no a costa de confundir su propia doctrina (con la que, sobre el papel, estaban comprometido el poder político al que la Iglesia retribuía con su apoyo), ni de generar duda alguna acerca de la condición que se autoatribuye de única religión verdadera entre las que existen en el mundo, ni de dejar abandonados a los hijos fieles que soportan persecución en lugares del mundo en los que la sociedad no ha sido iluminada por la luz contenida en el Evangelio (de hecho, en el caso de las sociedades musulmanas hablamos de sociedades que han sido "vacunadas" a fin de hacerse lo más impermeables que sea posible a la propagación del Evangelio).



Mira que Francisco condena expresamente la persecución de los cristianos en Oriente Próximo y solicita que se haga algo para parar esto. Pero de nada vale tan valerosa petición si en la misma frase se nos oculta -peor aún, se nos niega- la raíz del mal que soportan los cristianos que no se someten al terror impuesto por los musulmanes. Y eso hace Francisco cuando afirma del Corán lo que no es en absoluto. ¿Sabe ahora más Francisco del Islam que Mahoma? Dice que lo que hace el Estado Islámico no es Islam (aunque quizá Francisco, como buen jesuíta, juegue con los conceptos; y en ese sentido es verdad que si Islam significa "sumisión a Dios", lo que practican, no los más afectos a la yihad, sino todos los musulmanes y en todas partes, no podemos considerarlo Islam -ya que, por paradójico que pueda parecer, el verdadero Islam sería el catolicismo-).



Ahora bien, si atribuímos a estas palabras el significado que probablemente quiso darles Francisco (esto es, que la religión de los salvajes del Califato Islámico no es la que predicó Mahoma), llama la atención que existan tantísimos paralelismos entre la forma en que según las propias tradiciones islámicas vivió Mahoma y la forma en que proceden los seguidores del Califa Ibrahim. Y llama todavía más la atención la escasa semejanza entre el Islam del falso profeta y el que, según el Papa, es el auténtico Islam que deberían vivir los musulmanes. A los que entiendo que el Papa no debería invitarlos a vivir el Islam color de rosa que sugiere que de verdad predicó Mahoma, sino la verdadera religión de Dios de la que él es máximo representante terrenal, que fue la que nos enseñó el Maestro del que Francisco no es más que vicario: Jesucristo. Que de sí mismo dijo "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí". Afortunadamente, aunque el Vicario de Cristo podrá flaquear, e incluso hacer bobadas o cometer maldades manifiestas; nosotros los cristianos tenemos la garantía de que el Mesías nunca falla. Alabado sea por los siglos. IHS

sábado, 9 de mayo de 2015

IMPORTANCIA DE RESTABLECER LA DIGNIDAD DEL CULTO

A monseñor Lorca, obispo de Murcia -al igual que al sacerdote al que éste ha defendido- habrá infinidad de palurdos que los critiquen y que vayan por ellos a degüello, incluso dentro del seno de la Iglesia (ya se sabe que hay millones de apóstatas que siguen siendo formalmente -que no de corazón- hijos de la Iglesia). Sin embargo, ya podríamos ir todos los católicos tomando ejemplo. No es plan de seguir prostituyendo o permitiendo que otros prostituyan indefinidamente la santa y venerable doctrina que Cristo hizo bajar del Cielo a la Tierra ni el culto que tributamos al Padre desde nuestras iglesias. Eso ni nos hace más caritativos ni beneficia a nadie más que al diablo. San Pablo ya nos alerta de que "Quien come y bebe indignamente el cuerpo y la sangre de Nuestro Señor se come y se bebe su propia condenación" (en otras versiones la frase termina diciendo "...se hace reo del cuerpo y de la sangre de Nuestro Señor"). Aquí adjunto el enlace a la noticia que fundamenta esta nueva entrada del blog:

http://infovaticana.com/blog/cristo-era-sabio/2015/05/08/el-obispo-de-cartagena-respalda-al-parroco-linchado-en-facebook-por-recordar-la-doctrina-de-la-comunion/

Y lo mismo que sucede con la cuestión de permitir comulgar a quien no debe comulgar es lo que pasa con prácticamente todas las cosas que rodean el culto a Dios en el marco del sacrificio eucarístico. Hoy, mismamente, el espectáculo de las Primeras Comuniones (que en el orden natural de las cosas deberían ser el primer contacto mínimamente maduro con la vida cristiana; pero que, desgraciadamente, en muchos casos son el último -a no ser que, ya más adultos, los chicos que hoy comulgaron decidan retornar a la fe que dudo mucho que sus padres les estimulen nada a vivir aunque solo sea porque ellos mismos dudo de que la vivan nada en absoluto-) ha sido lamentable en extremo. No sabría decir si ha sido peor que en otros años pasados, pero reconozco que yo me lo estoy tomado especialmente mal. Porque uno le tiene cariño a niños a los que durante dos años ha estado dando catequesis, que si no iba a ir la celebración el Tato. 

Para mí, desde luego, la ceremonia no ha sido un plato de buen gusto. La mala educación de la mayoría de la gente que ha ido allá (que ha llegado al punto de que tuvo lugar una auténtica estampida antes incluso de que terminara propiamente la misa -aunque esa es una mala práctica asentada, dado que parece ser que la mayoría de la gente ignora que no corresponde marcharse antes de que el sacerdote abandone la estancia-) ha sido lisa y llanamente pasmosa. Por otra parte, la vulgaridad e impudicia más extremos en la forma de vestir de muchos hombres y mujeres jóvenes -e incluso algunos no tan jóvenes- por igual es cosa que a mi modo de ver ha clamado al Cielo y hasta al Infierno. Sin duda alguna, todos tenemos derecho a que se los acoja dentro de la Iglesia, pero solo si manifestamos formas externas que sean acordes a los valores que la Iglesia promueve en el mundo. Si a los paganos les gusta la impudicia, son libres de practicarla, pero en su casa. No en público, y mucho menos en un templo de Jesucristo. Aunque no es tan vergonzoso el hecho de que esa gente ignorante actúe así como el hecho de que quienes tienen poder para impedir estos hechos no hagan absolutamente nada. ¿Dónde queda el amor por lo sagrado de quien permite que sea mancillado como si tal cosa?

Asco constante y vergüenza propia y ajena es el sentimiento que en ningún momento me ha terminado de abandonar hoy durante el transcurso de la ceremonia, que apenas he podido seguir a la vista de los constantes cuchicheos de los familiares de los niños que andaban incordiando alrededor (que parecían estar de romería; cosa que también me indigna en la medida en que me parece muy probable que esa gente hubiera mostrado más respeto en una función escolar del que mostraron a Dios en la propia casa del Padre). Por no hablar del despilfarro radicalmente anticristiano que normalmente adorna en estas fechas la actitud de las familias ante el evento. Que me llama especialmente la atención, porque todo el santo día nos estamos quejando de la crisis y de lo mal que está todo, pero luego vamos y por una simple primera comunión organizamos con toda la familia un festejo digno de la boda de un hijo del Rey y nos gastamos un dineral. Dineral que más adelante diremos que nunca tuvimos cuando justifiquemos ante las cámaras de televisión delante de las cuales a tanta gente le gusta hacerse la víctima el por qué no pagábamos la hipoteca a ese banco malo malísimo que nos quiere desahuciar.

En fin, mi conclusión final es la de que cuando sufres un día así, lo que a uno le queda no es precisamente confianza en la forma en que hoy se maneja a todos los niveles la barca de la Iglesia. Para mí está claro que nadie nos va a respetar si nosotros mismos no nos sabemos hacer respetar. Y menos aún respetará a nuestro Dios. La gente respeta al falso diosecillo ante el que lamentablemente los musulmanes doblan la cerviz precisamente porque son plenamente conscientes de que le tienen un respeto más bien criminal en su exageración. Y, por contra, se cachondea de nuestro Dios en nuestras narices como si tal cosa precisamente porque no les parece que nosotros mismos sintamos particular respeto por Él. He ahí la cuestión: nos falta sangre en las venas. Ojalá de cuando en cuando tuviéramos más episodios de aquella Santa Ira de la que Nuestro Señor hizo gala cuando echó a los mercaderes del Templo, por haber convertido en tenderete la casa de su Padre. Ese es el ejemplo: ni matar, torturar o herir como se hace en los países en que se profesa el Islam; ni quedarnos con los brazos cruzados como si fuéramos un atajo de castrati gilipollas como suele suceder en Occidente. He dicho. IHS