miércoles, 8 de octubre de 2014

ANIMALADAS

Los siguientes son comentarios que resumen la opinión que demasiada gente alberga en lo profundo de su fuero interno respecto a la cuestión del chucho "Excálibur", al que se va a sacrificar para prevenir posibles contagios de ébola por esa vía.

Un auténtico impresentable hizo el siguiente comentario, de un mal gusto y de una maldad repugnantes:

"Que sacrifiquen al cura y no al perro, que no tiene nada y no ha hecho nada el animalito" (había que aprovechar la ocasión para dejar traslucir el odio que ese despreciable personajillo, sea quien sea, siente por la Iglesia y por la gente que la sirve; y el nota no podía dejarla pasar, porque ya se sabe, no importa de qué se hable, lo que importa es rajar de la Iglesia)

Yo le contesté, de manera por cierto infinitamente más educada de lo que ese pobre hombre merecía:

"¿Qué tendrá que ver el cura con la decisión de sacrificar al perro, que es cosa de la Consejería de Sanidad autonómica de Madrid? Todo sea malmeter contra un semejante nuestro simplemente por el hecho de ser sacerdote. Lamentable que haya quienes inciten al odio de esta manera, tratando a una persona en principio tan honorable como otra cualquiera de la misma manera que a un criminal. IHS"

Finalmente, otra persona, más educada que el energúmeno de antes, terció en el debate. Y no por ser su contestación respetuosa es menos deprimente:

"Para mi si tiene que ver, por esa regla de tres habría que haberle matado a el, a la auxiliar al marido y a ti si hace falta, para prevenir no? Que pasa que un animal tiene menos derecho a la vida? El verdadero sacrificio se debería haber hecho con los que decidieron traer al cura, y no por cura amigo....como si era panadero, bombero o contorsionista, si no por atentar contra la seguridad de un país entero ... Putos negligentes de mierda....."

¿Que por qué la contestación es deprimente? Hombre, por de pronto porque no me parece que sea aceptable dudar ni siquiera por un instante de que deberíamos dar prioridad a las personas antes que a los animales. ¿Es que a lo largo de la Historia no hemos sufrido suficientes veces el flagelo de enfermedades propagadas por diversas especies animales? ¿Negaremos a estas alturas que el hombre tiene derecho a hacer prevalecer su interés sobre el de las criaturas con las que comparte la Tierra? Aquí, a la hora de la verdad, no creo que ni siquiera los más fervientes partidarios del animalismo dejaran con vida a su perro o a su gato o al animal que sea si eso puede costarle la vida a sus seres queridos.

Conste que yo no sé si en este concreto caso el chucho es o no de verdad susceptible de propagar la enfermedad (y, si no lo fuera y su ejecución fuera arbitraria, sería el primero en defender su vida). Pero me parece preocupante que haya gente que sostenga en serio que a las personas se las puede poner en peligro por la vida de un animal; o que la vida de cualquier ser vivo es igual de sagrada que la vida de un hombre (afirmación que. llevada a las últimas consecuencias, impediría que nos alimentásemos, dado que animales y plantas quedarían automáticamente fuera del menú -¿qué derecho tendríamos a disponer de su vida? También de la de las plantas, de las que nadie habla y que a nadie parecen importarle una mierda-). E insisto en una idea anterior: creo que quienes hablan así lo hacen porque de momento el asunto no les toca de cerca. Si los que pudieran contagiarse de esta enfermedad con tan elevada tasa de mortalidad fueran vuestros familiares, os veo metiendo el tiro de gracia a vuestra propia mascota (y no lo censuraría, dado que yo mismo no dudaría en hacerlo ni siquiera un solo instante si entendiera que es preciso para mantener a salvo a los míos).

Grande es el grado de enfermedad alcanzado por nuestra sociedad cuando cierta gente que tan sensible se muestra con todo lo que tiene que ver con la vida animal y hasta vegetal es capaz, no obstante, de manifestarse a un tiempo partidaria no solo de no castigar el crimen del aborto como el homicidio que es, sino incluso de considerarlo un derecho a garantizar por los poderes públicos. Afortunadamente, esta generación depravada, dominada por la tontuna o por la iniquidad, cuando no por las dos a un tiempo, acabará recibiendo su merecido. Lo que me gustaría es que lo reciban de parte de aquellos de sus conciudadanos que todavía no han perdido el norte, y no del Califato Islámico, sección Ándalus. IHS

PD: una cosa es verdad, y es que está claro que el Estado no debería hacerse cargo de la tarea de trasladar a España a los españoles que se debaten entre la vida y la muerte en el extranjero. Ahora, si un español tiene un infarto en Canadá, ¿con qué argumentos le deniegas su petición de traértelo a España en un avión a cargo del contribuyente? Y ojo, que yo no culpo al enfermo (que es lógico que se agarre a cualquier cosa que aumente sus posibilidades de salvar la vida); yo culpo a las autoridades que actuaron de esta manera, con el agravante de traer a nuestro país una enfermedad tan seria como el ébola.

ABORTISMO Y ALERGIA A LA RAZÓN

Con un comentario así de inteligente, sesudo y sensible para con los nasciturus se destacaba una pobre mujer que escribía con el nombre de "Adela" en InfoCatólica, concretamente en el blog de su director, don Luis Fernando Pérez Bustamante (ir a http://infocatolica.com/blog/coradcor.php/1410081238-no-basta-con-decir-que-el-abo):

"Muchísimas mujeres no abortan por no tener recursos económicos, sino porque simplemente NO quieren tener un hijo en ese momento de sus vidas. Se debe respetar eso y la única manera civilizada de hacerlo es abortar bien temprano. La mujer decide."

¡Terrorífica! ¡Horrorosa! ¡Repugnante! ¡Asqueante! ¡Diabólica! ¡Blasfema! ¡Intolerable! Así defino yo la forma de [no] razonar de los abortistas; y me siguen faltando adjetivos con los que descalificarla. Esa mujer, Adela, más vale que esté de humor si se queda embarazada (suponiendo que aún pueda quedarse en estado -cosa que reconozco que preferiría que no fuera el caso-). Que si no, a poco que se le crucen los cables bien podría dejar atrás a los mismísimos Breivick o De Juana Chaos. Y porque ya nacieron, que si no quizá le da un rebote y también los deja en la cuneta, como si de "despreciables" e "insignificantes" nasciturus se tratase en lugar de "nobles" terroristas (del primero demasiados piensan exactamente eso, al menos en España). Y es que ya se sabe, en estos inhumanos y pestilentes tiempos que corren no hay nada peor que te pueda tocar ser en esta vida que un nasciturus. No bromeo si digo que la de estar gestándose dentro del vientre materno es la ocupación de más alto riesgo a la que puede dedicarse un hombre. ¡Ríete tú de domadores de tigres, pilotos o funambulistas!

¿De verdad la opinión de la embarazada acerca de lo que le conviene o no en ese momento ha de quedar por encima del derecho a la vida de quien no ha pedido existir, sino que existe porque su madre y su padre decidieron libremente ajuntarse y mantener relaciones sexuales -a sabiendas de lo que podía ocurrir-? ¿No le debemos nada a la criatura ni siquiera cuando se ha creado a partir de actos libres propios? ¿Puede alguien decirme qué justicia hay en nada de esto? ¿No hemos aprendido lo suficiente de nuestra dilatada Historia? En nombre de la utilidad, ¿hay algo que no sea posible? Razonamientos como éstos hacen dudar de que Hitler perdiera realmente la guerra. Podría suscribirlos perfectamente el más depravado de los monstruos genocidas que participaron de los experimentos con seres humanos en los campos de exterminio nazis bajo las órdenes del doctor Mengele. En espíritu, es como si el Führer se hubiese alzado con la victoria.

Si aceptamos que el nasciturus está vivo, su vida la tenemos que respetar; incluso cuando el nasciturus se forma al margen e incluso en contra de nuestra voluntad (Vg.: violación), dado que no podemos hacerle pagar las maldades ajenas, por las que los únicos que han de responder son los criminales que las cometen -que, si la gente lo juzga conveniente, no tengo problema en que paguen con su despreciable existencia-. Lo contrario es en la práctica despojar a efectos prácticos de toda sacralidad a la vida humana en general (pasando a ser toda vida susceptible de ser segada en la medida en que nuestra percepción subjetiva de las circunstancias apunte a la inutilidad de la misma).

Mucho me temo, desgraciadamente, que a eso sea a lo que los apóstatas y sus esbirros quieran acabar llegando, por más que no se atrevan a confesar la mayor. Aunque una cosa yo sí que la tengo clara: ¡cuidadito con aplicarnos esa [i]lógica perversa a mí o a los míos; o con obligarnos a participar del mal! Estamos llegando a un punto tal que el totalitarismo blandengue y mariquituso de color rosita-arcoiris que padecemos amenaza con empezar a recurrir a la coacción (en la tradición de su antecesor, el totalitarismo rojo del siglo pasado). O lo que es lo mismo, a un "punto de no retorno". Y yo soy de los que creen que la legítima defensa justifica muchas cosas... ¡Justificó ya en el pasado no tan remoto el glorioso Alzamiento Nacional protagonizado por Franco y otros el 18 de julio de 1936 (por más que de él parezcan avergonzarse hasta algunos de sus mayores y más evidentes beneficiarios -ciertos hombres de Iglesia-); y puede volver a justificar otros estallidos de violencia el día de mañana!

En conclusión, que este humilde gusano le pide al Señor que tenga a bien librar a la Humanidad del cruel flagelo a que la somete el perpétuo ejercicio que de la [ir]racionalidad hacen los partidarios del abortismo, que son a la vez enemigos de la Cruz de Dios. Pero que no son más fuertes que ésta, ni prevalecerán sobre el que se sirvió de la misma como instrumento para realizar la Redención del género humano. Y es que, por más que esto los paganos lo vivan ignorándo, solo Jesucristo es verdadero Señor de la vida y de la muerte de los hombres. A los que no creo que el Padre común creara a su imagen y semejanza solo para contemplar el talento que sus creaciones despliegan para eliminarse las unas a las otras con eficiencia. IHS