miércoles, 8 de octubre de 2014

ABORTISMO Y ALERGIA A LA RAZÓN

Con un comentario así de inteligente, sesudo y sensible para con los nasciturus se destacaba una pobre mujer que escribía con el nombre de "Adela" en InfoCatólica, concretamente en el blog de su director, don Luis Fernando Pérez Bustamante (ir a http://infocatolica.com/blog/coradcor.php/1410081238-no-basta-con-decir-que-el-abo):

"Muchísimas mujeres no abortan por no tener recursos económicos, sino porque simplemente NO quieren tener un hijo en ese momento de sus vidas. Se debe respetar eso y la única manera civilizada de hacerlo es abortar bien temprano. La mujer decide."

¡Terrorífica! ¡Horrorosa! ¡Repugnante! ¡Asqueante! ¡Diabólica! ¡Blasfema! ¡Intolerable! Así defino yo la forma de [no] razonar de los abortistas; y me siguen faltando adjetivos con los que descalificarla. Esa mujer, Adela, más vale que esté de humor si se queda embarazada (suponiendo que aún pueda quedarse en estado -cosa que reconozco que preferiría que no fuera el caso-). Que si no, a poco que se le crucen los cables bien podría dejar atrás a los mismísimos Breivick o De Juana Chaos. Y porque ya nacieron, que si no quizá le da un rebote y también los deja en la cuneta, como si de "despreciables" e "insignificantes" nasciturus se tratase en lugar de "nobles" terroristas (del primero demasiados piensan exactamente eso, al menos en España). Y es que ya se sabe, en estos inhumanos y pestilentes tiempos que corren no hay nada peor que te pueda tocar ser en esta vida que un nasciturus. No bromeo si digo que la de estar gestándose dentro del vientre materno es la ocupación de más alto riesgo a la que puede dedicarse un hombre. ¡Ríete tú de domadores de tigres, pilotos o funambulistas!

¿De verdad la opinión de la embarazada acerca de lo que le conviene o no en ese momento ha de quedar por encima del derecho a la vida de quien no ha pedido existir, sino que existe porque su madre y su padre decidieron libremente ajuntarse y mantener relaciones sexuales -a sabiendas de lo que podía ocurrir-? ¿No le debemos nada a la criatura ni siquiera cuando se ha creado a partir de actos libres propios? ¿Puede alguien decirme qué justicia hay en nada de esto? ¿No hemos aprendido lo suficiente de nuestra dilatada Historia? En nombre de la utilidad, ¿hay algo que no sea posible? Razonamientos como éstos hacen dudar de que Hitler perdiera realmente la guerra. Podría suscribirlos perfectamente el más depravado de los monstruos genocidas que participaron de los experimentos con seres humanos en los campos de exterminio nazis bajo las órdenes del doctor Mengele. En espíritu, es como si el Führer se hubiese alzado con la victoria.

Si aceptamos que el nasciturus está vivo, su vida la tenemos que respetar; incluso cuando el nasciturus se forma al margen e incluso en contra de nuestra voluntad (Vg.: violación), dado que no podemos hacerle pagar las maldades ajenas, por las que los únicos que han de responder son los criminales que las cometen -que, si la gente lo juzga conveniente, no tengo problema en que paguen con su despreciable existencia-. Lo contrario es en la práctica despojar a efectos prácticos de toda sacralidad a la vida humana en general (pasando a ser toda vida susceptible de ser segada en la medida en que nuestra percepción subjetiva de las circunstancias apunte a la inutilidad de la misma).

Mucho me temo, desgraciadamente, que a eso sea a lo que los apóstatas y sus esbirros quieran acabar llegando, por más que no se atrevan a confesar la mayor. Aunque una cosa yo sí que la tengo clara: ¡cuidadito con aplicarnos esa [i]lógica perversa a mí o a los míos; o con obligarnos a participar del mal! Estamos llegando a un punto tal que el totalitarismo blandengue y mariquituso de color rosita-arcoiris que padecemos amenaza con empezar a recurrir a la coacción (en la tradición de su antecesor, el totalitarismo rojo del siglo pasado). O lo que es lo mismo, a un "punto de no retorno". Y yo soy de los que creen que la legítima defensa justifica muchas cosas... ¡Justificó ya en el pasado no tan remoto el glorioso Alzamiento Nacional protagonizado por Franco y otros el 18 de julio de 1936 (por más que de él parezcan avergonzarse hasta algunos de sus mayores y más evidentes beneficiarios -ciertos hombres de Iglesia-); y puede volver a justificar otros estallidos de violencia el día de mañana!

En conclusión, que este humilde gusano le pide al Señor que tenga a bien librar a la Humanidad del cruel flagelo a que la somete el perpétuo ejercicio que de la [ir]racionalidad hacen los partidarios del abortismo, que son a la vez enemigos de la Cruz de Dios. Pero que no son más fuertes que ésta, ni prevalecerán sobre el que se sirvió de la misma como instrumento para realizar la Redención del género humano. Y es que, por más que esto los paganos lo vivan ignorándo, solo Jesucristo es verdadero Señor de la vida y de la muerte de los hombres. A los que no creo que el Padre común creara a su imagen y semejanza solo para contemplar el talento que sus creaciones despliegan para eliminarse las unas a las otras con eficiencia. IHS

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