sábado, 28 de junio de 2014

"¡ROMA, TENEMOS UN PROBLEMA!"

Antes de leer el artículo, conviene leer el enlace adjunto:

http://infocatolica.com/blog/esferacruz.php/1406280206-claudio-orrego-y-una-traicion

¿Les suena de algo? A los que no, debería. Aunque solo sea porque esto que sucede en Chile es lo mismo que le ha sucedido a tantos que votaron AP y luego PP a lo largo de todos estos nefastos años de juancarlismo. Muchas personas crédulas e ignorantes han votado por gente que era evidente desde el primer momento que no tenía principios y que a poco que cambiase la opinión pública los iba a traicionar. Votaron PP, y aún lo hacen, aduciendo en favor de su desastrosa opción política que es mejor haber votado por eso que no hacerlo y que alcanzasen el poder los que defendían el mal abiertamente.

¡Tonterías! A la vista de lo que es hoy el PP en España, se hace difícil ver cuál sería la diferencia entre votar por ellos o hacerlo por PODEMOS. Bueno, una diferencia sí que veo: por lo menos a Pablo Iglesias se lo ve venir, y va de frente. Si tomara el poder y empezara a cagarla a lo grande y a hacernos imposible la vida a mi y al resto de las personas que comparten mis mismos ideales -cosa que no dudo ni por un instante que ocurriría-, es un hecho que no podría cogerlo por banda y decirle "nos has traicionado". No haría otra cosa que cumplir con su repelente programa electoral, y que satisfacer las expectativas de la gente que con su voto lo llevara al poder.

En ese sentido, yo no pondría la mano en el fuego por la honradez de ese señor ni porque crea verdaderamente la mezcla de gilichorradas y maldades cuya predicación le está haciendo tan famosete últimamente. Pero me jugaría por él sin dudarlo antes que por Rajoy, por la cúpula del PSOE, y por los demás desperdicios humanos que están a la cabeza de la casta política de nuestro país.

Triste que, después de tantas decepciones como las que los católicos hemos cosechado con el PP, tantos aún entre los que dicen creer en las mismas verdades religiosas que yo se planteen votarlos o los voten fehacientemente. ¡Vergüenza caiga sobre ellos por su clamorosa falta de visión e idiocia políticas! Son aliados del mal. Cosa que no puede decirse del PP porque el PP es una de las manifestaciones del mal mismo. Y no tienen excusa. Incluso el más ignorante puede conocer fácilmente lo suficiente como para darse cuenta de hasta qué punto votar al PP es casi como rendirle culto público a Satanás o como tatuarse un 666 en la frente. De manera que quien sigue votando al PP es porque no ha asimilado con la suficiente fuerza los valores del Evangelio. Cosa que, según se vé, puede predicarse de la mayor parte de la jerarquía episcopal española.


Quizá lo más sangrante es la falta de anticipación que los votantes católicos exhiben constantemente ante cada nueva situación política que se les va presentando. El proceso que refleja la noticia adjunta y el que observamos ha seguido el PP en España es un proceso que se ha dado en muchas partes una y mil veces, y siempre es el mismo. Primero, los que en teoría están comprometidos con el bien hacen igual que el tal Claudio Orrego y lo defienden tan mal que su defensa contribuye al fortalecimiento de las posiciones de sus enemigos más que a otra cosa (lo que le lleva a uno a preguntarse, a la vista de lo que viene después, si la mala defensa que se hace de las buenas causas no estará ya premeditada). Posteriormente, se acepta el mal como algo inevitable con lo que hay que aprender a tragar porque su imposición "tampoco es lo peor que podía sucedernos" y, por ende, la lucha contra él no puede centrar el debate público.

Con ese argumento se suele justificar la progresiva degradación de las "mejores" posiciones entre las que compiten en la arena política. Más tarde, los "adalides del bien" no solo se relajan en el bien, sino que empiezan a aceptar tranquilamente entre sus filas a partidarios más o menos moderados del mal, que acaban tornándose hegemónicos (a menudo porque los que defendían posturas más o menos tibias en el bien inician un proceso de gradual modificación de sus propias posturas que los acaba llevando al otro lado, en fiel seguimiento de los postulados marxistas de Groucho -"estos son mis principios, si no le gustan tengo otros"-). Y, al final, ¡oh casualidad!, resulta que los que hacía diez o quince años eran saludados como genuinos defensores del bien acaban defendiendo el mal con el mismo aplomo que los peores entre los partidarios del mismo.

Pero tanto ellos como sus siglas mantienen su "reputación". De tal manera que, si bien el pepero particular y el PP mismo considerado colectivamente hace mucho que se convirtieron en un partido tan contundente y despreciablemente homosexualista como el PSOE, IU, UPyD, C's o PODEMOS (y ahí están las leyes como la recientemente aprobada por Feijoo con mayoría absoluta en Galicia -http://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2014-5488- para demostrar lo cierto de mi aseveración); todavía muchos los siguen asociando por ignorancia o por idiocia manifiestas a las ideas que hasta hace no tanto tiempo esos partidos afirmaban con toda hipocresía y falsedad defender. Aunque en esto puede jugar también un papel una tercera razón: la necesidad que muchas personas y voluntades débiles tienen de aferrarse a un clavo ardiendo para no deprimirse en demasía ni enloquecer.

Comprendo que muchos se aferren desesperadamente y en contra de las innumerables demostraciones en contrario a la infundamentada y falsa idea de que el PP se adhiere a sus propios puntos de vista. La alternativa sería reconocer la realidad y asumir que en este momento sus ideas son minoritarias (si es que no son marginales), y que si votan de acuerdo a ellas (que es lo que debería hacer cualquiera con la conciencia sana) están abocados a que su voto carezca de toda repercusión política en el corto, medio y quizá hasta largo y larguísimo plazo. Y, claro, eso da yuyu. Para muchos es mejor autoengañarse y convencerse a ellos mismos de que en realidad partidos como el PP siguen defendiendo, "como siempre lo han hecho" (particular que ya se vé que también es falso porque esa gente hipócrita muy probablemente nunca ha defendido aquello que decía defender) el mismo modelo de mundo y de sociedad en el que ellos creen; o que, por lo menos, no son enemigos del mismo. Y que, por lo tanto, votarlos en verdad contribuye sino a que las cosas mejoren, sí por lo menos a que no se tornen peores de lo que ya son.

Y al tratar este asunto, volvemos a la Iglesia. ¿Podemos esperar que la gente no se autoengañe cuando la propia jerarquía de la Iglesia Católica en España los engaña? Seamos honestos con nosotros mismos: a los medios de comunicación de la Conferencia Episcopal se les hace el culo Coca-Cola con el PP. Uno que ve 13TV puede acabar creyendo que Rajoy es en realidad un pseudónimo que ha adoptado Santiago Apóstol, que ha sobrevivido a lo largo de los siglos y que sigue siendo tan íntimo de Jesús como lo era por el tiempo en que, según la tradición, arribó a España. ¿Que a veces se critica al PP? Sin duda, pero, ¿de qué vale criticar al PP si se colabora en el bloqueo mediático de las alternativas políticas más aceptables desde un punto de vista católico entre las que podrían competir por el mismo especio del electorado que usurpa éste -e incluso de las que son totalmente irreprochables desde nuestros postulados religiosos, como era el caso de SAIn o de la coalición Impulso Social por la que voté en las últimas europeas-? Ya lo adelanto yo: de nada vale, salvo que lo que se quiera es colaborar con quienes escupen en los clavos de la Cruz de Dios.

Para mí es obvio que la alta jerarquía episcopal española en su mayoría es culpable de "colaboración con banda pagana". Y si la Iglesia en España actúa -al igual que en tantos otros países- de una manera masoquista, ¿qué podemos esperar del voto de los católicos? Pues que esté igualmente afectado de profundo masoquismo. ¿Las razones por las que esto es así? Pues serán distintas en lo que hace a cada persona. Habrá obispos y cardenales que se autoengañen más o menos por los mismos motivos por los que se autoengaña la mayor parte del laicado. Quiero creer que éstos son la mayoría. Pero, a la vista de la inteligencia y preparación que suelen tener los que ocupan esas posiciones dentro de la Iglesia, se hace difícil no creer que más de uno y más de dos serán verdaderamente apóstatas encubiertos.

El que más y el que menos de los obispos españoles tiendo a creer que estará más y mejor preparado que la generalidad de las personas que cursan estudios en nuestro país. Y muchos serán mentes verdaderamente poderosas. Alguno quizá hasta merezca ser calificado como mente prodigiosa. La clase de gente a la que uno le presume una comprensión de la realidad más profunda y juiciosa que la que cabe esperar de la mayoría. Gente a la que, por cierto, se le toleran ciertos clamorosos errores menos que a los demás. Razón por la cual, desgraciadamente, abro las puertas a cualquier opción, incluso a las peores imaginables para un católico. Puede que haya más desacierto que traición, pero también puede ser al contrario.

Sea como sea, "¡Roma, tenemos un problema!", y ese problema se tiene que solucionar. ¿Quién, cómo, desde dónde...? Todas ellas son cosas acerca de las que no me mojo porque desconozco la respuesta. A la única respuesta a la que sí puedo responder es a la de "¿Con ayuda de quién?" A esa respondo que con ayuda de la gracia del Espíritu Santo que Cristo prometió auxiliaría a su Iglesia esparcida por toda la Tierra. Ayuda la citada que es demasiado poderosa como para dar por hecho que ya no hay nada que hacer. Y que es la fuente de mi mayor y mejor Esperanza en lo que haya de traer el mañana. IHS

No hay comentarios:

Publicar un comentario