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sábado, 26 de marzo de 2016

MONSEÑOR CARLOS OSORO: IRENISTA Y MAL PASTOR

He aquí otra horrible noticia que nos da el infausto y pésimo sucesor de monseñor Antonio María Rouco Varela al frente del Arzobispado de Madrid, don Carlos Osoro:


Compárenla con esta otra noticia que nos dio el ahora Arzobispo emérito, Rouco Varela, hace casi cuatro años:

http://www.20minutos.es/noticia/1457549/0/rouco/obispo-alcala/mociones/

Miren que Rouco  Varela ha sido un Arzobispo sumamente discutible, pero creo que pese a graves errores cometidos, tenía cierto genuino sentido de la eclesialidad que le falta a su decepcionante sucesor. ¡Qué contraste entre las actitudes de uno y otro!

Entremos ahora propiamente en materia. ¿Ésta es la "renovación eclesial" que nos trae el desdichado pontificado del también nefasto Papa Francisco? Unos Obispos escriben una carta pastoral oponiéndose a una Ley de Transexualidad que además de a la doctrina católica se opone directamente a la cordura dando carta de naturaleza a un comportamiento consistente en la autonegación de la naturaleza -en este caso biológica- en que incurren determinados seres humanos de ambos sexos al pretender ser del sexo contrario (todo ello apelando a una creencia esquizofrénica y radicalmente anticientífica -por más que la defiendan supuestos adalides de la supuesta supremacía de la ciencia- como es esa de que el género es una "construcción social" enteramente independiente de la biología, y que por ende el individuo humano no tiene una naturaleza masculina o femenina-). Acto seguido, estos Obispos sufragáneos de la provincia eclesial de Madrid se ven implícitamente desautorizados por un Arzobispo metropolitano que no firma la citada carta.

En sí mismo, tal acontecimiento es un mal indicio, pero no constituye per se prueba de nada excesivamente grave, ya que podría deberse a múltiples razones que quizá incluso pudieran tener cierta justificación desde una óptica católica. Cierto es que igual yo, que no quiero pecar de mentiroso, tendería a creer de todos modos que la ausencia de la firma obedece ante todo a que monseñor Carlos Osoro es esa clase de mal pastor al que cualquier clase de acción u omisión contraria a la fe católica se la trae al pairo. Sin embargo, ha sucedido algo más, que es lo que me lleva a pensar que todo esto es resultado exactamente de esa mala condición que le atribuyo al Arzobispo. Y es que Osoro, no contento con desautorizar implícitamente a los Obispos sufragáneos incardinados en la provincia eclesiástica que él encabeza, los humilla explícitamente y los echa mediaticamente a los pies de los caballos afirmando que no ha leído su carta. Esto solo cabe interpretarlo como un desaire y un menosprecio nada disimulado a los valerosos y dignos Obispos de Getafe y Alcalá de Henares.

Y lo gracioso es que seguramente su atentado en toda regla contra la dignidad de sus colegas en el episcopado será apoyado por el mismo tipo de gente que exalta públicamente las bondades de la colegialidad episcopal y se queja de que los Papas tradicionalmente hayan tenido demasiado poco en cuenta a sus Obispos y de que los Arzobispos metropolitanos tengan demasiado poco en cuenta a sus Obispos sufragáneos. Suele decirse que éstos deberían tener más fácil actuar por iniciativa propia. Y para una vez que lo hacen, y encima con la noble finalidad de manifestar su legítima oposición a una Ley de Transexualidad de contenido profundamente contrario a la doctrina de la Iglesia, se los abandona a su suerte. Todo sea, a la manera del Papa Francisco, no cabrear al mundo no sea que éste vaya a enfadarse y se cumplan las palabras que pronunció Cristo ante sus Apóstoles diciéndoles que si Él había sido perseguido ellos no podían esperar nada mejor, porque no es más el discípulo que su Maestro.

Vivimos tiempos de nefando irenismo que ha contaminado, y lo que es peor, idiotizado a la Iglesia. Por eso el Papa se marca una homilía que pareciera centralizar la culpa de la última atrocidad islamista en los traficantes de armas en lugar de en los propios asesinos (y yo no niego que habrá traficantes de armas sin escrúpulos que las vendan sin mirar a quién, pero creo que no tiene sentido que la crítica principal se dirija a ellos, mientras que en cambio se pase de puntillas por encima del hecho de que es la religión que en su día predicó Mahoma la principal responsable de que nuestra vida colectiva cada tanto tiempo se vea estremecida por un nuevo baño de sangre). Cuya jerarquía parece en su mayor parte sumamente complacida con la progresiva conversión de la misma en un mero club social y en una excusa para que algunas abuelas se reúnan los domingos, para que la gente celebre ceremonias vacías de todo contenido y significado en según qué momentos de su vida en los que le apetezca tomarse la gran molestia de acudir para escuchar los aburridos e insulsos sucedáneos de homilías con los que hoy agreden nuestros oídos la mayoría de los sacerdotes, para que alguna gente con evidente afición por las tallas de madera y no por las realidades sagradas que las inspiran salgan a procesionar en una Semana que cada vez tiene menos de "Santa", y para que unos Obispos predicadores de una impostura de incalculable potencial mongolizador satisfagan sus vanidades metiendo la mano en la hucha de Papá Estado y participando de "importantes" reuniones con la élite político-económica y cultural del mundo apostata que se nos viene encima que solo sirven para hacer avanzar más y más el cumplimiento de la predicción de San Pablo: "No queremos que Él reine sobre nosotros".

¿El gran estorbo? Jesucristo y una tradición bimilenaria; y el remanente de quienes aún conservan siquiera un mínimo de fe no adulterada. Yo todavía tengo esperanza en que se vivirá un renacimiento, por más que esto pueda ocurrir después de haber transitado una senda difícil y miserable, incluso de clandestinidad. Creo que hoy en dia la Iglesia sigue infestada de Richelieus de pacotilla como éste porque aún sigue siendo poder, como lo ha sido en todos estos siglos. Aún los Obispos y el Papa tienen más de Príncipes terrenos que de Pastores de almas. Sin embargo, eso no durará mucho. Quizá el poder quiera que la Iglesia conserve a toda costa su posición social, como forma de mantenerla controlada, pero los cabecillas del movimiento apóstata son esclavos de sus acciones. No se puede arremeter contra los privilegios de la Iglesia siendo esta mayoría y preservarlos cuando se convierta en una minoría, incluso irrisoria.

A medida que el abandono de la fe por parte de nuestro pueblo sea más evidente y generalizado, más irrelevante tendrá que tender a ser la Iglesia. Cuando esto ocurra, ¿qué atractivo tendrá meterse a cura y llegar a Obispo para personas como el indigno Arzobispo Osoro? El tipo de gente que conservan la suficiente fe, aunque sea una fe plagada de herejía o que aún ve la Iglesia una salida profesional atractiva cuando pasen una o dos generaciones no tendrá ni siquiera ese poco de fe (porque ya no serán herejes, sino directamente apóstatas), ni tampoco verán en la Iglesia salida profesional apetecible. Entonces espero que el timón de la Iglesia (aunque sea de una Iglesia de tamaño muy reducido, irrelevante socialmente, hostilizada por el poder y por el resto de la sociedad e incluso reducida a condiciones de semiclandestinidad o clandestinidad declarada), vuelva a manos de personas que estén comprometidas de corazón con la propagación de "la fe que, de una vez para siempre, ha sido dada a los santos". IHS

sábado, 28 de junio de 2014

"¡ROMA, TENEMOS UN PROBLEMA!"

Antes de leer el artículo, conviene leer el enlace adjunto:

http://infocatolica.com/blog/esferacruz.php/1406280206-claudio-orrego-y-una-traicion

¿Les suena de algo? A los que no, debería. Aunque solo sea porque esto que sucede en Chile es lo mismo que le ha sucedido a tantos que votaron AP y luego PP a lo largo de todos estos nefastos años de juancarlismo. Muchas personas crédulas e ignorantes han votado por gente que era evidente desde el primer momento que no tenía principios y que a poco que cambiase la opinión pública los iba a traicionar. Votaron PP, y aún lo hacen, aduciendo en favor de su desastrosa opción política que es mejor haber votado por eso que no hacerlo y que alcanzasen el poder los que defendían el mal abiertamente.

¡Tonterías! A la vista de lo que es hoy el PP en España, se hace difícil ver cuál sería la diferencia entre votar por ellos o hacerlo por PODEMOS. Bueno, una diferencia sí que veo: por lo menos a Pablo Iglesias se lo ve venir, y va de frente. Si tomara el poder y empezara a cagarla a lo grande y a hacernos imposible la vida a mi y al resto de las personas que comparten mis mismos ideales -cosa que no dudo ni por un instante que ocurriría-, es un hecho que no podría cogerlo por banda y decirle "nos has traicionado". No haría otra cosa que cumplir con su repelente programa electoral, y que satisfacer las expectativas de la gente que con su voto lo llevara al poder.

En ese sentido, yo no pondría la mano en el fuego por la honradez de ese señor ni porque crea verdaderamente la mezcla de gilichorradas y maldades cuya predicación le está haciendo tan famosete últimamente. Pero me jugaría por él sin dudarlo antes que por Rajoy, por la cúpula del PSOE, y por los demás desperdicios humanos que están a la cabeza de la casta política de nuestro país.

Triste que, después de tantas decepciones como las que los católicos hemos cosechado con el PP, tantos aún entre los que dicen creer en las mismas verdades religiosas que yo se planteen votarlos o los voten fehacientemente. ¡Vergüenza caiga sobre ellos por su clamorosa falta de visión e idiocia políticas! Son aliados del mal. Cosa que no puede decirse del PP porque el PP es una de las manifestaciones del mal mismo. Y no tienen excusa. Incluso el más ignorante puede conocer fácilmente lo suficiente como para darse cuenta de hasta qué punto votar al PP es casi como rendirle culto público a Satanás o como tatuarse un 666 en la frente. De manera que quien sigue votando al PP es porque no ha asimilado con la suficiente fuerza los valores del Evangelio. Cosa que, según se vé, puede predicarse de la mayor parte de la jerarquía episcopal española.


Quizá lo más sangrante es la falta de anticipación que los votantes católicos exhiben constantemente ante cada nueva situación política que se les va presentando. El proceso que refleja la noticia adjunta y el que observamos ha seguido el PP en España es un proceso que se ha dado en muchas partes una y mil veces, y siempre es el mismo. Primero, los que en teoría están comprometidos con el bien hacen igual que el tal Claudio Orrego y lo defienden tan mal que su defensa contribuye al fortalecimiento de las posiciones de sus enemigos más que a otra cosa (lo que le lleva a uno a preguntarse, a la vista de lo que viene después, si la mala defensa que se hace de las buenas causas no estará ya premeditada). Posteriormente, se acepta el mal como algo inevitable con lo que hay que aprender a tragar porque su imposición "tampoco es lo peor que podía sucedernos" y, por ende, la lucha contra él no puede centrar el debate público.

Con ese argumento se suele justificar la progresiva degradación de las "mejores" posiciones entre las que compiten en la arena política. Más tarde, los "adalides del bien" no solo se relajan en el bien, sino que empiezan a aceptar tranquilamente entre sus filas a partidarios más o menos moderados del mal, que acaban tornándose hegemónicos (a menudo porque los que defendían posturas más o menos tibias en el bien inician un proceso de gradual modificación de sus propias posturas que los acaba llevando al otro lado, en fiel seguimiento de los postulados marxistas de Groucho -"estos son mis principios, si no le gustan tengo otros"-). Y, al final, ¡oh casualidad!, resulta que los que hacía diez o quince años eran saludados como genuinos defensores del bien acaban defendiendo el mal con el mismo aplomo que los peores entre los partidarios del mismo.

Pero tanto ellos como sus siglas mantienen su "reputación". De tal manera que, si bien el pepero particular y el PP mismo considerado colectivamente hace mucho que se convirtieron en un partido tan contundente y despreciablemente homosexualista como el PSOE, IU, UPyD, C's o PODEMOS (y ahí están las leyes como la recientemente aprobada por Feijoo con mayoría absoluta en Galicia -http://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2014-5488- para demostrar lo cierto de mi aseveración); todavía muchos los siguen asociando por ignorancia o por idiocia manifiestas a las ideas que hasta hace no tanto tiempo esos partidos afirmaban con toda hipocresía y falsedad defender. Aunque en esto puede jugar también un papel una tercera razón: la necesidad que muchas personas y voluntades débiles tienen de aferrarse a un clavo ardiendo para no deprimirse en demasía ni enloquecer.

Comprendo que muchos se aferren desesperadamente y en contra de las innumerables demostraciones en contrario a la infundamentada y falsa idea de que el PP se adhiere a sus propios puntos de vista. La alternativa sería reconocer la realidad y asumir que en este momento sus ideas son minoritarias (si es que no son marginales), y que si votan de acuerdo a ellas (que es lo que debería hacer cualquiera con la conciencia sana) están abocados a que su voto carezca de toda repercusión política en el corto, medio y quizá hasta largo y larguísimo plazo. Y, claro, eso da yuyu. Para muchos es mejor autoengañarse y convencerse a ellos mismos de que en realidad partidos como el PP siguen defendiendo, "como siempre lo han hecho" (particular que ya se vé que también es falso porque esa gente hipócrita muy probablemente nunca ha defendido aquello que decía defender) el mismo modelo de mundo y de sociedad en el que ellos creen; o que, por lo menos, no son enemigos del mismo. Y que, por lo tanto, votarlos en verdad contribuye sino a que las cosas mejoren, sí por lo menos a que no se tornen peores de lo que ya son.

Y al tratar este asunto, volvemos a la Iglesia. ¿Podemos esperar que la gente no se autoengañe cuando la propia jerarquía de la Iglesia Católica en España los engaña? Seamos honestos con nosotros mismos: a los medios de comunicación de la Conferencia Episcopal se les hace el culo Coca-Cola con el PP. Uno que ve 13TV puede acabar creyendo que Rajoy es en realidad un pseudónimo que ha adoptado Santiago Apóstol, que ha sobrevivido a lo largo de los siglos y que sigue siendo tan íntimo de Jesús como lo era por el tiempo en que, según la tradición, arribó a España. ¿Que a veces se critica al PP? Sin duda, pero, ¿de qué vale criticar al PP si se colabora en el bloqueo mediático de las alternativas políticas más aceptables desde un punto de vista católico entre las que podrían competir por el mismo especio del electorado que usurpa éste -e incluso de las que son totalmente irreprochables desde nuestros postulados religiosos, como era el caso de SAIn o de la coalición Impulso Social por la que voté en las últimas europeas-? Ya lo adelanto yo: de nada vale, salvo que lo que se quiera es colaborar con quienes escupen en los clavos de la Cruz de Dios.

Para mí es obvio que la alta jerarquía episcopal española en su mayoría es culpable de "colaboración con banda pagana". Y si la Iglesia en España actúa -al igual que en tantos otros países- de una manera masoquista, ¿qué podemos esperar del voto de los católicos? Pues que esté igualmente afectado de profundo masoquismo. ¿Las razones por las que esto es así? Pues serán distintas en lo que hace a cada persona. Habrá obispos y cardenales que se autoengañen más o menos por los mismos motivos por los que se autoengaña la mayor parte del laicado. Quiero creer que éstos son la mayoría. Pero, a la vista de la inteligencia y preparación que suelen tener los que ocupan esas posiciones dentro de la Iglesia, se hace difícil no creer que más de uno y más de dos serán verdaderamente apóstatas encubiertos.

El que más y el que menos de los obispos españoles tiendo a creer que estará más y mejor preparado que la generalidad de las personas que cursan estudios en nuestro país. Y muchos serán mentes verdaderamente poderosas. Alguno quizá hasta merezca ser calificado como mente prodigiosa. La clase de gente a la que uno le presume una comprensión de la realidad más profunda y juiciosa que la que cabe esperar de la mayoría. Gente a la que, por cierto, se le toleran ciertos clamorosos errores menos que a los demás. Razón por la cual, desgraciadamente, abro las puertas a cualquier opción, incluso a las peores imaginables para un católico. Puede que haya más desacierto que traición, pero también puede ser al contrario.

Sea como sea, "¡Roma, tenemos un problema!", y ese problema se tiene que solucionar. ¿Quién, cómo, desde dónde...? Todas ellas son cosas acerca de las que no me mojo porque desconozco la respuesta. A la única respuesta a la que sí puedo responder es a la de "¿Con ayuda de quién?" A esa respondo que con ayuda de la gracia del Espíritu Santo que Cristo prometió auxiliaría a su Iglesia esparcida por toda la Tierra. Ayuda la citada que es demasiado poderosa como para dar por hecho que ya no hay nada que hacer. Y que es la fuente de mi mayor y mejor Esperanza en lo que haya de traer el mañana. IHS

lunes, 26 de mayo de 2014

LECCIONES DE LAS ELECCIONES EUROPEAS

Mucho me temo que en éstas elecciones ha habido más católicos que hayan votado por PODEMOS que católicos que hayan votado por las que eran las únicas alternativas plenamente compatibles con la defensa de los principios innegociables de la Iglesia Católica (SAIn, Impulso Social -por la que yo voté- y Falange Española). La verdad es que eso sería ya el colmo del ridículo. Huelga decir que el resultado de IS es extremadamente decepcionante. Hasta FE la ha superado en número de votos. Aunque tampoco es que eso sea como para andar lamentándose mucho. Total, qué más da el orden en el podio de la insignificancia. Las opciones compatibles con la doctrina católica siguen ocupando un lugar marginal en la vida política española.

Los resultados electorales en general son un desastre sin paliativos. Casi lo único bueno que ha traído la jornada es el probable fin de la carrera política de uno de los políticos españoles que más detesto: Alejo Vidal Quadras. Que se ha quedado por muy poco sin el escaño parlamentario para VOX. Sin embargo, incluso esto no es cosa que me agrade. Prefería que entrase VOX a que quedase fuera Vidal Quadras. Aunque no voté por VOX, mentiría si no reconociese que habría preferido un buen resultado de ésta a un buen resultado de PODEMOS o de Equo -e incluso a un buen resultado de UPyD o C's-. Esto es tanto más cierto en la medida en que el resultado que ha cosechado Impulso Social es extremadamente malo. Si Impulso Social hubiera obtenido un resultado digno de mención, eso sería otra cosa. Tendría sentido hacer conjeturas achacando la no obtención del eurodiputado por parte de VOX a su posicionamiento insuficientemente rotundo en temas clave para el electorado católico consecuente tales como el la defensa de la vida (y la correlativa persecución criminal del homicidio abortista) o el sucedáneo de matrimonio "homosexual".

No ha sido el caso. El resultado de las formaciones provida ha sido tan poca cosa que es difícil pretender que VOX ha cosechado su relativo fracaso por desatender a un importante sector del electorado más concienzudamente católico de lo que lo es VOX (que, por de pronto, ni siquiera es un partido explícitamente inspirado en principios religiosos católicos, aunque dé cobijo a muchos católicos sinceros en su interior-). No dudo de que muchos que votaron por micropartidos tales como el PFyV o por AES en las anteriores elecciones ahora han votado por Vox. Así que si Vox se ha quedado sin representación eso no se debe a que no ha sabido atraer el voto de valores católicos más radical. Se debe simplemente a que ese voto representa a una parte muy pequeña de la sociedad española.


A eso o a que tanto los votantes sinceramente adscritos a valores católicos como los votantes patriotas partidarios de poner coto al despiporre territorial en que está instalado nuestro país siguen mayormente preso del PP. No sería imposible que así fuese. La Conferencia Episcopal Española lleva mucho tiempo haciéndole campaña al partido en el Gobierno pese a que éste no solo no saca adelante políticas acordes al Evangelio, sino que colabora de manera cada vez más entusiasta con el ruinoso sendero de apostasía creciente por el que nuestra sociedad transita en dirección hacia la muerte física y espiritual.

El panorama político de nuestro país es el peor jamás visto desde los días de la II República. No es inexacto definirlo como frentepopulista. No se ha volcado nunca antes de esta manera en unas elecciones España con las formaciones políticas marxistas o herederas del marxismo. La hegemonía estatista es total en lo económico, como lo es la de las corrientes favorables a la apostasía en el terreno de lo moral. El remedo de pensamiento totalitario y liberticida que patrocinan las formaciones que han cosechado mayores éxitos en estas elecciones europeas es verdaderamente fuerte en este país. Y Pablo Iglesias Turrión ha sabido aprovecharse de ello como nadie. Como un buen sofista del siglo XXI que sabe decirle al pueblo exactamente lo que la fracción del mismo que le interesa quiere oir. Que es exactamente lo que creo que es. Me parece una persona demasiado inteligente como para creer honestamente en el atajo de monsergas en las que se desglosa su programa electoral.

Talento y dinamismo no se le pueden negar. En apenas unos meses ha amasado un 8% de los votos. Ha convertido a una nueva formación política en el cuarto partido más votado de España. Creo que vale la pena reseñar que en estas elecciones UPyD ha obtenido el mejor resultado electoral de toda su Historia, que se remonta a 2008. En seis años ha alcanzado un 6'5% de los votos. Pues bien, Pablo Iglesias no ha necesitado más que unas semanas y una única convocatoria electoral para obtener un porcentaje de voto que supera todo lo obtenido por UPyD en estos años (aunque también es verdad que si eso ha ocurrido es en parte porque UPyD y C's han concurrido separados; lo que ha sucedido a causa del egocentrismo de Rosa Díez -que no quería ni oir hablar de una unificación de los partidos bajo el mando de Albert Rivera, lo que demuestra que si bien ha sido la principal causa del crecimiento de UPyD, también explica su imposibilidad de ir más allá en su crecimiento de lo que ya ha ido-).


Y creo firmemente que ese incuestionable y enorme logro político se debe en gran medida al atractivo personal que posee el joven líder de PODEMOS, especialmente para las generaciones más jóvenes, que me imagino que serán las que con más fuerza se han decantado por él. Lo que tiene su buena razón de ser, dado que se trata de las generaciones crecidas al calor de la LOGSE y del desastre educativo en que se ha convertido la enseñanza tanto preuniversitaria como universitaria en España; compuestas en gran medida por jóvenes a los que les da pereza terminar de leer un libro, que leen libros como los que conforman la trilogía Crepúsculo y que apenas si saben leer, comprender lo que leen y escribir (carencia grave que convierte a demasiados, a efectos prácticos, en analfabetos funcionales).

Pablo Iglesias se ha comido a media IU, y a poco que le dejen me parece harto probable que se convierta en el líder indiscutido de una especie de movimiento chavista rosita-arcoiris a la española. Al fin y al cabo, medios como Periodista Digital afirman que lo financia Maduro, el actual presidente de Venezuela (si, ese que tiene probada facilidad para comunicarse con los pajaritos). El hecho de que la suma IU-PODEMOS haya obtenido unos resultados tan superiores a los de la suma UPyD-C's-VOX es como para reflexionar muy en serio acerca de qué es lo que ha fallado en la estrategia electoral de las formaciones que se supone que aspiran a la regeneración del sistema más que a una ruptura revolucionaria con el mismo. Algo no ha ido bien en el momento en el que el deseable hundimiento de los buques insignia de la repugnante partitocracia corrupta que gobierna España apenas es aprovechado por formaciones políticas "respetables". Me parece evidente que UPyD, C's y VOX -especialmente VOX- han desaprovechado la oportunidad de expandirse canalizando en su favor las ansias de cambio ordenado existentes en muchos centenares de miles de españoles.

Y es que es muy fácil olvidar que la principal vencedora de las presentes elecciones europeas ha sido la abstención. Que ha sido un poco menos elevada que en la última convocatoria, pero que ha abarcado a más de la mitad del electorado (razón por la cual en cualquier país democrático sensato se debería proceder a la invalidación de las elecciones y a la prórroga de los anteriores resultados, aunque solo sea para incentivar al pueblo a no incurrir en la dejación de funciones de la que la mayoría ha sido culpable en esta elección). Abstención que en parte ha venido motivada por el hartazgo con nuestra casta política, pero que en parte se debe a la intrascendencia de la convocatoria electoral de hoy. Dicho de otro modo, que en unas generales la participación habría sido mucho mayor, y que no es juicioso dar por hecho que los resultados de hoy serían los mismos que los que se darían en unas elecciones generales. Si bien tampoco sería responsable estar seguro de lo contrario.

Es bastante probable que los partidarios de formaciones como PODEMOS se hayan movilizado más que los de otras agrupaciones políticas en esta elección. Si así fuera, probablemente en unas generales muchos votantes potenciales de PP, PSOE, IU, UPyD, C's o incluso de VOX que hoy se han quedado en casa participarían, lo que aumentaría el peso de esos partidos y reduciría correlativamente el de PODEMOS, Equo y otras de esas formaciones. Y serviría para desmentir que España sea tan radicalmente pseudobolivariana como podrían hacernoslo creer los resultados electorales de hoy (y ojalá ese sea el caso).

Asimismo, es muy fácil concluir precipitadamente que VOX ha fracasado por no obtener representación en el Parlamento Europeo. Mas, dejando de lado que a mí me parece bueno para el futuro de VOX que Vidal Quadras pinte lo menos posible dentro del partido, no puede dejar de tenerse en cuenta que si perseveran es harto probable que obtengan su premio. En la provincia de Madrid la nueva formación política de corte liberal-conservador moderado y partidaria del unitarismo ha obtenido alrededor del 3'5% de los votos. Si las elecciones fueran generales, ese porcentaje de votos en la provincia de Madrid bastaría a VOX para enviar a un diputado de ese partido al Congreso de los Diputados.

De manera que el resultado cosechado por VOX no está tan mal. Si el sistema de reparto de los escaños fuera proporcional puro, habrían sacado el eurodiputado. El riesgo es que el electorado se les enfríe en el tiempo que resta hasta la celebración de las generales, o que dejen de estar de actualidad. Pero yo creo que si mantienen su presencia mediática en Intereconomía y en Libertad Digital, si incorporan a sus filas a pequeños grupúsculos como los que integran Impulso Social, si la Conferencia Episcopal echa un cable y deja de apoyar descaradamente al PP desde medios de su propiedad tales como la COPE o 13TV, y si VOX presenta candidatos un poco más estimulantes que Alejo Vidal Quadras (que era una de las principales razones por las que no he votado a VOX) es bastante factible que dentro de un año y medio VOX consiga un diputado nacional. Lo que no sirve para cambiar el mundo, ni tampoco España, pero compensaría con creces la decepción de hoy, y dotaría al partido de Camuñas, Abascal, Ortega Lara y Quirós de la visibilidad política de la que seguirá sin gozar después de estas europeas. Y, ¡qué leches! Sería un comienzo.

La lección que considero que corresponde sacar de estas elecciones europeas es la de que la radicalidad si vende. En ese sentido, se da la paradoja de que PODEMOS es todo un ejemplo para quienes defendemos la preservación de muchas de aquellas cosas que la gente como Pablo Iglesias (que tan bien ha sabido venderse como un tierno y dulce Turrión de Jijona, cuando lo cierto es que es un duro Turrión de Alicante al que más vale que España le meta un mordisco no sea que se le salten todos los dientes) querrían destruir.

El moderantismo abyecto y el vaciado de contenidos al que partidos como el PP han pretendido someter a la política no han servido para otra cosa que para desarmar del todo ideológicamente al sector de la sociedad española que antaño se identificaba como conservador y como partidario de los valores tradicionales de la familia, la patria y la religión católica. Sector que, si bien no podía decirse haya destacado nunca por la originalidad de sus ideas políticas, es un hecho que lleva desde los años sesenta en adelante permitiendo que la calidad de esas ideas se vaya degradando paulatinamente, hasta reducirse a la nada (o, como diría Pío Moa, a "la economía lo es todo").

Lo que es grave, dado que la desideologización conservadora no ha tenido otro efecto que el de favorecer que la sociedad española se vaya desplazando de manera gradual hacia planteamientos ideológicos cada vez más parecidos a los del único sector que lucha activamente por expandir sus ideas y concepciones (y es que, en este mundo, la iniciativa casi nunca la tienen las mayorías, que suelen apáticas y acomodaticias por ignorancia y falta de capacidad para ir más allá de la mera supervivencia en el día a día -hechos que solo parcialmente son imputables a culpa alguna por su parte-). Es un hecho que, al margen de los resultados electorales de los últimos años, el BOL(UDO)chevismo pseudoespañol -al que llamo pseudoespañol porquese la trae floja que España se disgregue a causa de la acción erosiva que sobre ella ejercen los secesionismos vasco y catalán- ha conseguido lo que quería. Poco a poco, una fracción cada vez mayor de la sociedad española se ve crecientemente seducida por sus nefastos puntos de vista. Al final va a ser que la presidencia de Zapatero no fue más que un aviso.

Y el que dude de la veracidad de mi último aserto que examine los resultados electorales. Dejando de lado a los separatismos, tenemos tres partidos BOL(UDO)cheviques (IU, PODEMOS y Equo), tres social-tontócratas o social-tontocratizantes (PSOE, UPyD y C's) y una nada absoluta que recibe habitualmente el nombre de PP (y que parece más proclive a social-tontocratizarse que a otra cosa). Además, de los partidos citados, todos son anticlericales (aunque C's quizá lo sea menos que los demás), con la excepción de un PP que, pese a no haber sido tradicionalmente anticlerical, cada vez va teniendo más gestos feos hacia la Iglesia y hacia muchos de sus mejores y más dignos representantes, y propugna con cada vez más desenfado políticas propias del mundo apóstata en el que vivimos (actitud que seguramente no hará sino empeorar con el tiempo, hasta que finalmente se convierta en un partido tan pagano y anticlerical como pueda serlo hoy PODEMOS). El único partido claramente contrario al consenso apóstata social-tontócrata que ha obtenido un número de votos reseñable ha sido VOX. Y aún así Equo ha quedado por delante y con eurodiputado allí donde VOX se mantiene extraparlamentario.

Por todo ello, mi conclusión personal es la de que VOX tiene que mojarse. El gran defecto de VOX que me llevó a decantarme por una opción marginal como ha demostrado ser Impulso Social en estas elecciones fue el miedo al engaño. Y no un miedo arbitrario ni irracional. Sino un miedo fundado en razones de no poco peso. Supuestamente, VOX nació porque un sector social importante que tradicionalmente había votado al PP estaba ya harto de que se lo engañase una vez sí y otra también. No se podía seguir aceptando que se vendiera al PP como el único partido al que podía recurrir la gente adscrita a valores genuinamente cristianos y/o antiestatistas, con la excusa del mal menor (que es lo que, desgraciadamente, ha hecho y sigue haciendo nuestra Conferencia Episcopal). Así que se creo un nuevo partido, que, para atraer al ala dura del PP, se mostró contundente en ciertas cuestiones importantes (especialmente las relativas a la lucha contra el terrorismo y a la organización territorial de España) desde el primer instante. Y es comprensible que a muchos eso les pareciese suficiente. Pero ese no podía ser mi caso ni el de muchos otros.

Porque VOX olvidó que buena parte de la facción que pretendía seducir era acendradamente católica. Y que más de uno y más de dos votantes católicos no podían conformarse con palabras bonitas en relación a la cuestión de la oposición al aborto (aunque solo sea porque ya el propio PP pronuncia palabras bastante bonitas en relación a esa cuestión). Pues la ausencia de un mensaje rotundo e inconfundible a favor de la protección alternativa de la vida (en el que se detallasen los medios a los que se pensaba recurrir para defenderla llegado el caso) era fácil que se interpretase como posible ambigüedad calculada sin otro objeto que el de engañar a los que ya habían sido engañados en el pasado.

Trance por el que muchos no hemos estado dispuestos a volver a pasar, razón por la cual hemos decidido no apoyar a VOX hasta que no adopte de manera inequívoca una postura clara sobre lo que defiende en relación con la vida (ojo al dato, yo me conformo con una postura clara y que conduzca a la reducción sustancial, si no a la eliminación, del aborto). Pues a VOX no le exigimos solo que no engañe (quizá no lo esté haciendo y después de su congreso fundacional empiece a defender los principios innegociables con tanta sinceridad como lo hacen los partidos de Impulso Social), sino también que se esfuerce todo lo que le sea posible para que no parezca posible ni siquiera por un instante que nos pudiera estar tomando el pelo.

Ahora queda un año y medio hasta las elecciones generales. Y menos de un año para las municipales. En ese tiempo, VOX aún puede terminar de perfilar un mensaje más del gusto de su potencial electorado, de buscar un liderazgo más estimulante y de no hacerle ascos a las alianzas con pequeñas formaciones -como AES o PFyV- cuyos escasos votos pueden ser una valiosa ayuda a un partido principiante. Sobre todo, creo que el partido podría y debería cristianizarse. Yo tengo claro que vale la pena apostar por hacer política inspirado en el Evangelio, y que para que eso sea posible es necesario romper todas las asociaciones preexistentes con muchos paganos que, si bien en relación a muchos asuntos importantes de actualidad pueden creer exactamente lo mismo que muchos cristianos, es mejor que incluso en esos casos busquen la consecución de sus objetivos por caminos separados de los de los creyentes de Jesús. Aunque solo sea porque tan importante como los fines es el camino mental a través del cual se llega a creer en la necesidad de alcanzar los citados objetivos. IHS

domingo, 2 de marzo de 2014

IMPULSO SOCIAL. VALENTÍA DEGRADADA EN UN TIEMPO DEGRADADO.

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!



Desde luego, creo que IS podría hablar mucho más alto y claro de lo que lo hace en favor de la vida y contra el aborto (y conste que yo tengo decidido mi voto para IS).

El programa de IS dice textualmente lo siguiente: "Impulso Social defenderá la Vida, derecho inalienable de la persona, desde la concepción hasta su fin natural, oponiéndose por ello a la consideración del aborto como un derecho e impulsando políticas de aborto cero en la UE."

Desde luego, es un hecho que IS podría y debería ser más explícita. Sin duda, es un hecho que lo que dice su programa pues como que sonar suena bien. Pero aunque IS se opone a la consideración del aborto como un derecho, no afirma explícitamente que sea favorable a su punición ni a su persecución criminal. Tampoco dejan claro qué clase de crimen consideran que es (y para un verdadero provida es evidente que el del aborto no puede ser sino un crimen de homicidio). Todas éstas son cosas importantes que no cabe deducir automáticamente a partir del hecho cierto de que IS afirma no considerar el aborto un derecho.

¿Que quizá el problema es mio por ser un tiquismiquis? No, no es el caso. El tipo de votantes católicos y patriotas como yo a los que IS dice apelar conforma el sector del electorado más reiteradamente traicionado por casi todos los partidos políticos que decían representarlo desde la muerte de Franco. Primero nos traicionó UCD, luego el PP, y ahora parece obvio que aspira a traicionarnos Vox. Así que es normal que en política ya no le pasemos ni una a nadie. Tan rápido como he decidido desechar Vox existiendo IS puedo decidir desechar IS si existen formaciones que sean todo lo claras que requiere el asunto tan importante de que tratamos.

Aunque tampoco quiero que nadie malinterprete este estado. El hecho de que afirme claramente que IS podría ser más contundentemente provida no significa que la tenga por partido abortista, ni muchísimo menos. En este mundo, además de blanco y negro, existen muchas tonalidades de grises, y otros colores también. Sin duda, IS no entra dentro de mi definición de blanco. Mas no creo posible encontrar nada más cercano al blanco inmaculado.


Creo que los que impulsan ese proyecto son gente valiente. Pero tiempos degradados dan a menudo lugar a una valentía degradada. Y es que la más evidente señal de la expansión del mal es la devaluación progresiva de las ideas que defienden los más fervorosos y sinceros partidarios del bien. Que, pobres ellos y pobre el mundo, a menudo incurren en ese grave error estratégico sin ser conscientes de ello o considerándolo incluso como una virtud.

¡Quiera Dios que viva para ver un tiempo en el que el Bien se defienda sin miedo a ser todo lo explícitos que estamos llamados a ser! IHS

martes, 4 de febrero de 2014

TONTERÍAS QUE HAY QUE LEER

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!

Antes de leer mi artículo, yo que ustedes le echaba aunque solo sea un vistazo a este otro.

http://religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=33712

Tonterías que hay que leer, ¿verdad? ¡Qué pena que sea tan habitual leerlas en medios eclesiásticos! No por nada, sino porque se supone que allí donde todos flaquean, la Iglesia y los que la componen y dan la cara por ella deberían ser ejemplo de fortaleza y de sentido común. Desgraciadamente, es normal ver cómo se convierten en todo lo contrario (razón por la que quizá no estimulan apenas a nadie a que se convierta a Cristo). Como sucede en este concreto caso con Vicente Alejandro Villamón. Que otras veces escribe con más tino, y que tiene unos cuantos artículos muy dignos de ser leídos, pero que hoy creo que ha escrito un gazapo como una catedral de grande (que no de digno).

Por de pronto, ya el título del artículo promete lo peor. ¿Es Jaime Mayor Oreja la representación ideal de aquello a lo que tiene que aspirar un católico que desee intervenir en la vida política? Aviados vamos. Es como decir que yo soy la perfecta representación de un hombre de armas (sería el desastre para la defensa nacional). ¡Menos mal que no es modelo de Papa, porque si no la Iglesia seguiría formada únicamente por los mismos cuatro gatos que oyeron la predicación de Jesús! Me parece una vergüenza que un articulista católico se atreva a sugerir que un personaje público que ha militado durante no sé ya cuántos años en un partido que no ha mostrado la menor inclinación a combatir la ingeniería social pagana de nuestros tiempos y que no ha defendido jamás eficaz ni honestamente no digo ya la moral cristiana, sino ni siquiera el orden natural
(pues cuando ha simulado hacerlo ha sido por puro electoralismo -como sucedió en el cuatrienio 2004-2008- y con toda falsedad) es el compendio de todas las virtudes de las que debemos hacer gala los creyentes que queramos competir en el ruedo político.

El PP es el partido político más nefasto de nuestro tiempo (más que el PSOE, porque a diferencia de éste el PP lleva décadas secuestrando el voto católico y haciendo inútil nuestra presencia en la vida pública, que gracias a estos grandes servidores del Maligno deja de servir a lo único a lo que debería servir, que es a la propagación de la Justicia y a la edificación de la sociedad y de su orden político sobre cimientos lo más ajustados posibles a la enseñanza divina contenida en los Santos Evangelios). Tan es así, que hoy día pocos católicos lo defienden ardorosamente en público, aunque luego bastantes lo voten en privado. Sin embargo, sigue siendo lamentablemente habitual que muchos articulistas católicos sigan mirando con ojos benévolos a los que (sea por malicia, por idiocia bienintencionada o por mezcla de falta de escrúpulos y de inteligencia) han militado y servido en sus filas, y se sigue ensalzando su labor pública (sin que quienes lo hacen paren en mientes y reparen, ni siquiera por un segundo, en lo magro de los frutos que ésta ha deparado para el país -tanto desde una perspectiva católica como desde un punto de vista puramente secular-).

Y yo no digo que se tenga que crucificar a nadie, ni que haya que negar el pan y la sal a quienes militaron u ocuparon cargos de responsabilidad en el PP, ni en ningún otro partido no totalitario. Pero me parece evidente que lo que tampoco se debe hacer es colgarles medallas por sus graves faltas pasadas, como hoy se estila.


Pues una falta moral de primer orden y no otra cosa es haber formado parte de la cúpula de este PP de Rajoy, de la cúpula del PP de Aznar o de la cúpula de la AP de Fraga o de la UCD de Suárez. Ojalá tuvieran más vergüenza de su pasado los que ahora dicen estar hartos de su propio colaboracionismo (como Vidal Quadras) y se pasan a nuevas formaciones políticas como VOX. Porque escuchar a los que ahora conforman ese nuevo partido hablar con añoranza del PP de Aznar que con mayoría absoluta no tuvo mejor idea que dejar el aborto tal y como estaba (e incluso ampliarlo en la práctica añadiéndole la aprobación de la abortiva píldora del día después y otras maravillas -"...o majaderías, Lisa?"- de tiempos modernos) y regalarle a los separatistas el control total sobre la sanidad y la educación en sus respectivos ámbitos tribales (desandando se podría decir que casi todo el camino en pos de la unidad emprendido en éste país desde tiempos del desembarco en Ampurias de los romanos de Escipión -es una grosera exageración, pero sirva como hipérbole ilustrativa de lo que hoy sucede en España-) no contribuye en nada a que muchos nos inclinemos ni lo más mínimo a votar por el partido que abre a esa gente sus puertas.

Lo suyo sería que Abascal y Vidal Quadras se cubrieran un poco de ceniza por la cabeza e hicieran merecida penitencia por su adscripción política pasada, e igualmente el "modelo" de político "católico": don Jaime Mayor Oreja. De ahí que mi voto se incline por opciones mucho más sensatas en su análisis de lo que ha supuesto el PP, pasado y presente, para éste país. Caso de AES y de la coalición provida que ésta y otros partidos piensan formar y que yo pienso votar pese a ciertas discrepancias que me suscitan algunos puntos del programa que han hecho público (y es que es falso lo que dice Villamón de que no haya en estos difíciles tiempos alternativas genuinamente respetuosas con los principios innegociables que aporten aire fresco al panorama político español).

Otra lindeza que deja caer el artículo es la de que le debemos mucho al celebérrimo (no diré que para bien) cardenal don Enrique Tarancón. Creo que aquí se mezclan una idea cierta y una falsa. La idea cierta es que, por mucho que la Iglesia deba a un concreto poder terreno, eso no es razón para que la Iglesia se case con él, ni para que haga la vista gorda en relación con los errores o maldades que pueda cometer. No es que crea que Franco se caracteriza por sus errores ni por sus maldades (véase si no la anterior entrada del blog: http://lascronicassertorianas.blogspot.com.es/2014/02/defendiendo-franco.html), pero haberlos los hubo (si no a cargo suyo, si a cargo de los que le servían -y cuando eso sucede se tiene que presuponer las llamadas en el argot jurídico culpa in eligendo y culpa in vigilando-). Y aunque no los hubiera habido, Franco no es el Esposo de la Iglesia, sino Cristo, y en un matrimonio no caben más que el esposo y la esposa, lo que hace un total de dos. No hay sitio para terceros (aunque muchos se comporten al respecto como si la Iglesia debiera casarse con el carlismo, con Franco, con la Edad Media, con Constantino y Teodosio los Grandes, o con todos a la vez). Eso si, una cosa buena del artículo: Vicente Alejandro Villamón no cae en el tópico de negarle todo mérito a Franco, y reconoce lo obvio (lo que tampoco es para prodigarse en felicitaciones, ya que es mero cumplimiento de un deber moral de los que le saltan a la vista a todo católico mínimamente formado en Historia -que presumo que es su caso-). Esto es, que Franco salvó literalmente a la Iglesia de Jesucristo del exterminio en España a manos del BOL[UDO]chevismo español. Cosa que se la refanfinfla a tantos paganos (que nos niegan el derecho a la legítima defensa) e incluso a no pocos cristianos (que son peores al hacer esto porque SE NIEGAN A ELLOS MISMOS EL DERECHO A LA LEGÏTIMA DEFENSA).

Pero la idea falsa es, como suele decirse hoy día (aunque tengo mis dudas acerca de la corrección de dicha expresión), falsa de toda falsedad. De hecho, hace más daño la difusión de esa idea falsa que la falta de difusión de la anterior idea verdadera. Y la idea falsa no es otra que ésta: la de que debemos estar orgullosos y agradecidos por la forma en que la Iglesia española en tiempos de Tarancón deshizo el maridaje con el Régimen de Franco. Esa es una majadería integral. Deberíamos estar contentos con cómo fueron entonces las cosas si hoy viviéramos en una verdadera democracia que además fuera respetuosa del orden natural y de la moral a la que los cristianos hemos accedido a través de la Revelación que Dios hizo de sí mismo. En ese caso sí que podríamos echar la vista hacia atrás en el tiempo y decirnos a nosotros mismos: "¡Qué gran visión demostraron tener los pastores que guiaron al rebaño de Dios en aquellos difíciles días!" No es el caso. Siendo hoy el desastre que es España en todos los órdenes (quizá la única monarquía bananera del mundo), lo mejor sería que quienes tomaron parte en la consolidación del actual y lamentable estado de cosas echaran tierra encima de aquella participación (o mejor aún, que la reconocieran -pero con la debida vergüenza y contrición-). ¡Pues no, se quedan tan panchos, y se pavonean orgullosos, presumiendo a la primera ocasión de su culpabilidad! Que ellos consideran una buena obra (ya si movidos por la maldad, por la estupidez o por ambas es un misterio para mí).

Y es que, igual que Mayor no es modelo de político, Tarancón fue un contramodelo de pastor sagrado. Al menos en algunos aspectos (no vamos tampoco a caer en el error de negarle toda virtud). Desde luego, probablemente sus intenciones fueran buenas, pero su discernimiento fue lamentable (igual que lo es el de monseñor Rouco financiando 13TV con los dineros de la grey católica). Y a veces diría que criminal. Decir que se colaboró con la Transición a sabiendas de que traería el aborto yo lo considero poco menos que complicidad y hasta cooperación necesaria al mayor y menos reconocido de todos los exterminios de vidas humanas acontencidos a lo largo de la Historia universal. ¿O no decía con sabiduría Edmund Burke aquello de que "la única condición necesaria para que el mal avance es que los hombres buenos no hagan nada"?

Termino este artículo rogando al Señor que nos de sacerdotes y políticos santos (aunque hoy día lo último parece un oximorón -término que confieso haber sacado del autor del blog "Anotaciones de Pensamiento y Crítica", don Manuel Morillo Rubio-). Y de paso con mayores entendederas que los suscitados hasta el momento (que no siempre va una cosa unida a la otra). No es pedir mucho a Dios. Y aunque así fuera, ¿a quién pedirle mucho si no es a Él, que todo lo puede? ¡Bendito sea por los siglos! IHS

martes, 2 de abril de 2013

LIBERTARIANISMO CATÓLICO Y CUESTIONES DIVERSAS (II)

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!

Si la entrada que le dediqué al matrimonio llevaba explicita una crítica a los libertarios católicos que anteponen el libertarianismo a su catolicidad; podría decirse que esta entrada va dirigida en un sentido totalmente inverso. Va dirigida a los libertarios católicos que, procurando anteponer, como es correcto que se haga, su catolicidad a su libertarianismo, acaban pasándose de frenada, en el sentido de que dejan tan poco margen a la sociedad para actuar y autoorganizarse que uno ya no sabe dónde cuernos queda su tan cacareado libertarianismo. Asimismo, esta entrada del blog es una crítica a tantos hermanos de fe que no son libertarios (podemos, pues, denominarlos "tradicionalistas") y que se consideran con derecho (no digo que de mala fe, e incluso quizá no sean conscientes de ello, pero es el caso -independientemente de que ellos lo vean así o no) a imponerles a los paganos pautas de comportamiento que van mucho más allá de lo que es necesario para la armónica convivencia social entre los ciudadanos adscritos a las diferentes sentibilidades religiosas.

Desde medios católicos se anda criticando mucho la posibilidad de que se conceda a los empresarios el derecho a establecer libremente el horario de trabajo de sus empresas. El caso es que soy libertario..., y por ende me declaro totalmente favorable a la completa libertad de horarios. La razón fundamental que en este terreno orienta mi pensamiento a algunos les sorprenderá. El caso es que creo que los empresarios deben de gozar de la misma libertad religiosa que otro ciudadano cualquiera. Deben de poder optar por creer la fe católica o por no hacerlo, y, en consecuencia, deben de poder optar por descansar (tanto ellos como sus negocios, que no dejan de ser una prolongación de ellos mismos) en el momento de la semana que estimen más pertinente.

A algunos de los que creen que nos es lícito imponer a la fuerza el descanso dominical les costará entender qué puede tener que ver la libertad religiosa con todo este berenjenal. Y nos dirán, para defender sus tesis, que la mayor parte de los empresarios que no den el domingo como día de descanso a sus trabajadores no actuarán de acuerdo a ningún planteamiento profundo, sino que lo harán en base a meros cálculos económicos, sin razones más profundas para despreciar el día del Señor que el grosero beneficio material.  De hecho, se indignarán todavía más, porque con toda justicia considerarán despreciable que un empresario pueda obligar a sus trabajadores católicos a laborar en domingo -impidiéndoles, por tanto, santificar debidamente las fiestas- solo por ganar unos pocos miles de euros más.

Y, sin duda alguna, los que razonen de esta manera dirán una enorme verdad. Pero analizarán todo este espinoso asunto obviando cierto número de realidades que deberían tener en cuenta. La primera de todas es que el mundo es quizá un poco más amplio de lo que ellos creen. Más de uno y más de dos de los empresarios que no respeten el descanso cristiano seguramente lo que buscarán conseguir haciendo esto es afirmar su propia identidad, dejando bien claro que ellos mismos no son cristianos, y que por ende no se les puede obligar a vivir como si lo fuesen. Lo que significa que tampoco se les puede obligar a tener en cuenta la religión de terceros a la hora de organizar el trabajo en sus empresas. No solo eso, sino que es también posible que lo que algunos empresarios paganos busquen al imponer horarios de trabajo en sus empresas  asegurarse, imponiendo condiciones de descanso inasumibles para quien de verdad sea cristiano (excepto en casos de extrema necesidad), de que ningún cristiano trabaje para él.

No diré que me agrade que se actúe así, pero casi peor que el que algunos paganos actúen así es el pretenderse con un derecho que no se tiene para impedírselo. Yo no apruebo la forma de actuar de quien no se somete a la idea cristiana del descanso. Es más, he evitado en todo momento hacer mención de ningún supuesto derecho de los paganos a nada. Precisamente porque no creo que lo tengan, ni en esto ni en cualquier otra cosa. Tengo clarísimo que no existe el derecho a hacer el mal, y que a menudo si que existe el deber de evitarlo y de imponer el bien. Pero jamás se me pasaría por la cabeza pretender que siempre se tiene el deber o el derecho de evitar todos los males y de obligar a los hombres a conducirse de acuerdo a la doctrina de la Iglesia.

Una razón pesa mucho a la hora de que me manifieste en el sentido en que lo he hecho: amarás al prójimo como a ti mismo. Yo no daría al prójimo un trato diferente del que me daría a mi mismo. Y el caso es que si tuviese un negocio y pudiera elegir libremente, yo no daría días de descanso diferentes de los de los cristianos, y tampoco contrataría a trabajadores de determinadas procedencias ni religiones (musulmanes, mormones, Testigos de Jehová, etc.), por lo que tomaría las medidas adecuadas para evitar que desearan trabajar para mi. Así pues, no me considero quién para impedir que otros actúen igual que yo lo haría pero al revés.

Al final, obligarle al empresario a trabajar con gente que no le gusta o cuando no quiere es obligarlo a vivir de un modo determinado. Y a esto nadie tiene derecho. Sobre todo porque él no obliga a nadie que no quiera a que trabaje para su empresa.

jueves, 21 de marzo de 2013

LIBERTARIANISMO CATÓLICO Y CUESTIONES DIVERSAS (I)

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!

Observo con preocupación como no pocos libertarios católicos confunden gravemente conceptos relativos a la noción misma de libertarianismo. Y aceptan las ideas procedentes tanto del libertarianismo protestante como del libertarianismo pagano (lease de Ron Paul), dando a entender que éstas les importan casi más que las verdades divinas y católicas que ellos dice profesar. Así pues, confunden la necesidad de restringir al mínimo indispensable la intervención estatal con la supresión de la misma por entero. Acercándose, de este modo, más al anarquismo en su versión anarcocapitalista que a un genuino libertarianismo basado en el arte de luchar por lo que es posible y conveniente. Y, peor aun, aceptan esa hedionda y despreciable idea pagana que tanto ha prendido entre los herejes pseudocristianos de todas las especies según la cual el Estado debe de mostrarse neutro en el terreno de lo moral, o en todo caso su intervención debe limitarse a la imposición de lo que es estrictamente imprescindible para asegurar la pervivencia de la sociedad, no estando legitimado para alinearse con ninguna concepción concreta de la forma en que los seres humanos hemos de organizarnos tanto individual como socialmente.

Por eso, diciéndose como se dicen estos libertarios creyentes en Cristo y en su única Iglesia, no les tiembla el pulso a la hora de afirmar con fervor casi religioso su fe en las monsergas con las que personajes públicos tales como Ron Paul arruinan casi todo lo que de bueno hay en la labor libertaria que llevan a cabo. Monsergas tales como que el matrimonio debiera quedar al margen de toda clase de regulación por parte del Estado, que no tiene derecho a pretender definir lo que es el matrimonio. Monsergas que ninguna persona que conozca mínimamente la doctrina católica puede defender como hacen éstos libertarios "católicos" si de verdad desea poder ser considerada hija de la Iglesia. Monsergas que son menos malas que la abierta blasfemia con que los paganos militantes de nuestro tiempo contaminan el mundo terrenal y todo lo que hay en él, pero que no dejan de ser un peligro. En tanto que a menudo la más visible de las señales del avance del Mal es la devaluación de las ideas que defendemos los que afirmamos creer en el Bien, en la Verdad y en el modo de Vida que nos legó nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo y que por expresa voluntad suya perfila su Iglesia.

El tipo de concepciones burras a las que se adscriben muchos "católicos" libertarios y que pretendo denunciar en este artículo serán todo lo bienintencionadas que se quiera, pero burradas son cuando se ponen en boca de quienes dicen ser católicos y libertarios al mismo tiempo, en el sentido de que implican el desprecio no solo de la expresa doctrina del magisterio eclesial, sino también de la racionalidad y de la milenaria Historia del matrimonio. Es el matrimonio institución reconocida por los poderes públicos desde que tenemos noticia de su existencia, y tenemos noticias de la existencia del matrimonio desde antes incluso del comienzo de la Historia (pues el matrimonio es más antiguo que la misma escritura, y tan antiguo al menos, según parece, como la civilización). En verdad, el estudio de la Historia lo que nos enseña es que el matrimonio, desde que existe, ha sido regulado por los poderes políticos -religiosos o seglares-, y ha comportado consecuencias beneficiosas -especialmente en el orden fiscal y patrimonial- para quienes lo contraían. Es el matrimonio institución que existe no para la formalización del amor sexual entre seres humanos ni como instrumento diseñado para que aumenten nuestras posibilidades de alcanzar la autorrealización individual, sino para el fomento de la procreación entendida como uno de los mayores beneficios que podemos hacerle a la colectividad a la que pertenecemos.

Siendo la social la principal razón de ser del matrimonio, el sentido del reconocimiento del que históricamente ha sido objeto por parte de los poderes políticos estriba en el carácter que dichos poderes tienen de garantes de la supervivencia de la sociedad, que necesita de la procreación para subsistir (y más en los tiempos que corren en el actual Occidente, que se muere por falta de hijos). Por eso los poderes públicos han reconocido desde antiguo el matrimonio entre hombre y mujer, monógamo o poligínico (no tengo noticias de que, en cambio, se haya reconocido legalmente la poliandría, aunque todo se andará entre los paganos occidentales de nuestro tiempo). En todo el mundo el matrimonio ha sido reconocido solo entre hombre y mujer; con la particularidad añadida de que en Occidente el matrimonio prácticamente siempre (desde antes incluso de la aparición del cristianismo) ha sido reconocido solo en su versión monógama.

La razón que explica esa diferencia cualitativa en favor de Occidente es que el matrimonio es una institución que existe no solo para favorecer la procreación y para dotarla de un marco estable, sino también para favorecer que dicho marco estable sea el del entorno más apto posible para la crianza de la prole procreada (que ya antes del catolicismo a muchos les parecía evidente que no debía ser un entorno sexualmente promiscuo, como lo es el poligínico per se). Esta segunda utilidad del matrimonio ya la presintieron los griegos y romanos antiguos pese a su paganismo y a su evidente laxitud en materia de moral y costumbres, y se vio confirmada a los ojos de la mayoría como una verdad universal a medida que se extendió el cristianismo, que trajo consigo además de la certificación del triunfo de la monogamia la condena explícita de toda forma de poligamia (de iure o de facto). Una gran historia..., que para muchos libertarios "católicos" parece ser que no significa nada en absoluto. Y, aunque los libertarios, en general, piensan así, son éstos libertarios "católicos" los que a mi me despiertan profunda indignación (no puede ser de otro modo, dado que el libertario hereje, judio o pagano no dice profesar mi misma religión; y, por ende, no me crea -al menos por lo que es su adscripción religiosa- ninguna clase de alta expectativa en relación con la valía moral de sus iniciativas -a veces más bien lo que uno tiene con esa gente es precisamente todo lo contrario, esto es, unas expectativas más bien poco halagüeñas-).

Los libertarios "católicos" que hablan del modo que os cuento nos ahorran la parodia que es la concesión de ventajas a las formas de convivencia erótico-afectivas no naturales ni aptas para estructurar en torno de si mismas una familia humana (esto es, hablando en cristiano -¡y nunca mejor dicho!-, que no son favorables a la regulación legal de ninguna clase de uniones homosexuales ni contranatura). Cosa en la que sin duda esos libertarios defienden lo mismo que defendería el libertario que escribe este artículo. El problema que plantea el punto de vista de los libertarios "católicos" cuya postura tanto me molesta es que su oposición al matrimonio homosexual no va acompañada de una recíproca y necesaria defensa de los privilegios jurídicos de los que más nos vale a todos que sigan gozando los matrimonios naturales. En definitiva, que se oponen al mal sin tomarse la molestia de hacer nada por afirmar el bien. Plantean objeciones al gaymonio, pero están dispuestos, en nombre de un supuesto carácter neutro que según su bobo punto de vista ha de asumir el Estado, a sacrficar en la misma pira lo justo con lo injusto, lo conveniente con lo inconveniente, lo sano con lo insano, la cordura con la locura.

Por eso defienden que se ponga fin a la racional y necesaria intervención de los poderes del Estado para fomentar actitudes que sirvan al cumplimiento de su fin esencial (garantizar la supervivencia de la Nación cuyo cuidado a quedado encomendado al Estado que la representa) mediante la concesión de privilegios nada arbitrarios a la familia natural como son aquellos de los que ésta goza en virtud de la regulación de la que tradicionalmente ha sido objeto el matrimonio natural. Y todo ello sin parar ni siquiera un momento en mientes a reflexionar acerca de los daños que una manera de actuar tan poco sensata inflige a la sociedad de la que ellos mismos forman parte. Es más, defendiendo ideas tan claramente extraviadas le dan la razón a los paganos militantes. Al final, éstos consiguen lo que quieren: igualar lo conveniente a lo inconveniente, lo moral a lo inmoral, lo natural a lo que es per se artificioso y antinatural. ¿O acaso alguien cree que buscan otra cosa promocionando lo que ni siquiera una cultura tan tolerante y hasta amiga de la homosexualidad como lo fue la grecorromana se planteó ni por un momento promover? Hay dos formas de destruir un privilegio. Una es su revocación, y la otra es su concesión a cualquiera, de manera que el beneficio obtenido sea anulado al beneficiarse todos de él -lo que implica retornar al punto de partida-. Ambas son maneras distintas de conseguir una misma cosa. Sin duda, la más racional, sencilla y honesta de las dos sería la revocación del privilegio. Pero la más útil a la hora de vencer las oposiciones es la segunda. Porque puedes decir a tus enemigos que tú no le has quitado nada a nadie, y que lo único que has hecho es ampliar la lista de beneficiarios de algo. Ocultando a esos mismos opositores a tu desvarío que en realidad el efecto es el mismo que si les hubieses quitado todo. Porque has destruído el incentivo que pudiera existir para comportarse de una determinada manera en que interesaba que se comportaran las personas.

Eso es lo que ha sucedido con el matrimonio. No nos terminamos de dar cuenta de la gravedad de este asunto. Antes, estaba claro que a los laicos les interesaba más ser solteros que estar casados (aunque, todo sea dicho, nadie te obligaba a dejar de ser soltero). Ahora en cambio, la igualación (sea por la vía de la concesión del rango de matrimonio a cualquier cosa; o sea a través de la vía de la neutralidad y de la ajuricidad del matrimonio) de otras formas de convivencia erótico-afectiva a la relación matrimonial natural lo que consigue no es cambiar los gustos de la gente (el hetero no se va a volver homo, ni viceversa -al menos no por esta cuestión-), pero si desincentivar la responsabilidad y el compromiso. Es tan simple como que, ante la ausencia de ventajas o ante la posibilidad de obtener las mismas de otra manera, unos jóvenes que pensaran casarse por lo civil (para hacerse acreedores de las ventajas citadas) posiblemente al final no lo hagan. Lógicamente, comprendo que un pagano me diga que aunque fuera cierto lo que yo digo se la pela porque no cree que haya razón trascendental ninguna que nos obligue a fomentar la responsabilidad ni el compromiso profundo de las personas. Lo que me chirría es que eso mismo me lo diga una persona que proclame abiertamente no ya su cristianismo, sino incluso su "catolicidad". Se es católico creyendo lo que la Iglesia. Y la Iglesia no es que sea estatista (la creencia en la necesidad de la existencia del Estado no es un dogma de fe católico ni nada por el estilo), pero le exige al Estado en caso de que exista que cumpla unos mínimos, y que se constituya para el servicio del pueblo o Nación al que gobierne y represente. Así pues, el Estado, en caso de que exista, tiene que cumplir unos mínimos servicios. Que se supone que solo podrían conseguirse mediante la asociación coercitiva y forzosa entre todos los hombres que forman parte de una comunidad y se someten a las autoridades creadas para que rijan la comunidad a la que pertenecen. Estos hombres no ceden su libertad (no son esclavos de un Estado omnímodo), pero aceptan que el Estado tiene potestad para limitar en cierto grado ciertas libertades aisladamente consideradas. Y aceptan que el Estado existe para velar por los intereses de toda la Nación (considerada como una unidad natural a la que los hombres pertenecemos, al menos en principio, incluso sin el concurso de nuestra voluntad). Desde luego, todo lo dicho quedaría en nada si no se reconociesen poderes al Estado para hacer valer su función capital. La pregunta es qué poderes. Los estatistas creen que todos los necesarios para nuestra comodidad (sin importarles que nosotros mismos podamos o no hacernos cargos de las funciones que encomendemos al Estado). Yo, que me considero libertario (aunque el tipo de libertarios a los que yo denuncio en este artículo me despacharían alegremente como minarquista -término que no me gusta porque lo mínimo que uno puede hacer es cero, y yo creo en un Estado que haga más que cero-), considero que el Estado debe hacer solo aquello que nosotros no podamos razonablemente conseguir por nosotros mismos o, mejor dicho, aquello que, aun pudiéndolo hacer nosotros mismos (porque yo creo en las potencialidades del hombre y me niego a hablar de él como si hubiese logros naturales -que no sobrenaturales, que esos son patrimonio del Dios Altísimo y de aquellos por los que Él obre- que estuvieran fuera de su potencial alcance), tenemos razones para creer que el Estado lo puede conseguir de modo sensiblemente más eficiente de lo que podríamos alcanzar por nuestros propios medios. Así pues, para mi lo único que está demostrado por la Historia y por la falta de alternativas cuerdas que el Estado puede conseguir mejor que nosotros es:

1º) La organización cohesiva de la Nación como unidad necesaria para que ésta lleve a buen término las guerras en las que sea que pueda verse envueltas contra comunidades humanas exteriores a la misma y para que quede adecuadamente garantizado un umbral mínimo de seguridad ciudadana.

2º) El establecimiento de un mínimo marco jurídico e institucional que nos permita reexaminar nuestra propia concepción del Estado y que sea útil en lo que hace a evitar que los seres humanos resuelvan sus conflictos recurriendo a la autotutela (lo que es necesario en tanto que, generalmente, la autotutela de los propios derechos solo sirve para generar conflictos cada vez peores y más enconados entre las personas; y dificulta toda prevalencia aun de la mínima Justicia sin la cual no puede subsistir la sociedad, dado que en régimen de autotutela el único que realmente puede "autotutelarse" de modo eficaz es el que dispone de la fuerza suficiente para hacer valer sus pretensiones -razón por la que conviene la existencia del Estado, que tendencialmente será más fuerte que el más poderoso interés privado aisladamente considerado-).

En resumen: Defensa (interior -Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado- y exterior -Fuerzas Armadas-) y Justicia. Y aun la Justicia es un ámbito del que creo que se debe desterrar el monopolio del Estado (no me importaría ser juzgado, en mis querellas con otros creyentes, por un Obispo en lugar de por un tribunal del Estado). Para todo lo demás, Mastercard.

¿Y qué pinta en todo esto el matrimonio? Pues Defensa. La Defensa no implica solo la creación de un Ejército que repela las agresiones de que pueda ser objeto la Nación por parte de otras comunidades. También existe el frente de lo que yo denomino la "Defensa interior". La "Defensa interior" consiste en dos cosas. De un lado, implica impedir actitudes que por si mismas destruyen toda esperanza en que se alcance alguna forma de convivencia pacífica entre los residentes de un Estado (de ahí la necesidad en parte de la represión de ciertas actitudes mediante la imposición de sanciones de tipo penal), hasta el grado de poderse decir que no forman parte del marco mínimo de Libertad al que tiene derecho a aspirar el individuo (que no tiene derecho a matar -tampoco a un nasciturus, aunque no me perderé en el debate de la cuestión del Holocausto abortista- ni a atacar la propiedad o la libertad e indemnidad sexuales, ni a atentar contra la integridad corporal de otros, etc.). Del otro lado, implica fomentar usos correctos de la Libertad. La Libertad implica per se la posibilidad de equivocarse. En ausencia de daños a terceros no provocados por éstos o que sean irreparables y afecten a bienes indisponibles, toda acción de un individuo le afecta a él, y solo a él, o a quienes voluntariamente han permitido que se los dañe. Si les impidiéramos dañarse, ¿en qué quedaría la Libertad?

Ahora bien, una cosa es permitir que los insensatos se dañen y otra dañarnos a nosotros mismos negándonos nuestro legítimo derecho a fomentar actitudes cuerdas ante la vida que sean útiles al individuo tanto como a la colectividad. Una cosa es considerar que la homosexualidad es, pese a ser objetivamente inconveniente y pecaminosa (desde el punto de un católico), un mal y un pecado no tan grave como para reprimirlo o como para impedir a quien quiera ser gay (o bollera, o hetero promiscuo) que lo sea. Y otra muy distinta es negar al Estado, que debe garantizar la Seguridad y la adecuada Defensa interior y exterior de la Nación el poder que necesita para, sin cercenar la Libertad de nadie, fomentar el mejor empleo de la misma. Que desde luego no puede ser un ejercicio de la sexualidad que genera, por su propia naturaleza, el desorden procreativo en el seno de la propia sociedad, y que da lugar a la formación de convivencias erotico-afectivas que no son el marco adecuado para la crianza de los infantes. Si hay una unidad aun más básica que el Estado, ésta es la Familia. Y, aunque hay diversos modelos de Familia, no todos son igual de deseables. Uno lo es, y los otros son abiertamente contraproducentes. Una vez aceptamos que el Estado exista, no podemos pretender que desde el Estado se abdique de la defensa de los postulados que marca la nacionalidad. El Estado es per se una toma de partido que no hay problema en que a su vez tome partido por lo que crea conveniente. En eso, de hecho, consiste la democracia. No en que nos abstengamos de defender la implantación forzosa de los mínimos en que creemos, sino en todo lo contrario. En luchar por los mínimos, pero en aceptar a la vez que podemos no ganar esa lucha y que nos la pueden ganar otros; y en aceptar el veredicto del pueblo expresado directamente a través de las elecciones e indirectamente a través de los representantes legítimos electos. Yo no se otros, pero lo menos que yo le pido al Estado es que tenga presente que no todas las formas de vivir son igual de convenientes, y que algunas son abiertamente autodestructivas. ¿No lo es la homosexualidad, que generalizada a todos los hombres aniquilaría no ya la Nación española u otra concreta Nación terrena, sino toda la Humanidad? Pues entonces que no se pretenda que para el Estado sea lo mismo el amor natural que la unión estéril. Y lo mismo que esto otras cosas. Que no se pretenda que es lo mismo tener un papá y una mamá que varios papás o varias mamás o infinitos papás y mamás. Hacer esto equivale al suicidio de la sociedad (utilizo el presente, y no el condicional, porque por desgracia este suicidio ya se está llevando a cabo). Suiciduo que los hombres son libres de cometer, pero que los cristianos están obligados a combatir poniéndole obstáculos. Y más aun los que sean hijos de la Iglesia.

Desgraciadamente, muchos libertarios "católicos" no creen que sea cosa del Estado fomentar los buenos usos de la Libertad (ni siquiera cuando el no hacerlo pueda poner en grave peligro -y no solo potencial- la misma supervivencia de la Nación a la que éste dice defender, que la Iglesia Católica enseña que depende de la fortaleza de la institución familiar). De hecho, esta gente a menudo estará hasta orgullosa de unos puntos de vista tan ajenos a los de la Iglesia y a los de Cristo (algunos incluso se creerán profetas que claman solos en el desierto de la "lobreguez" intelectual del católico "tradicional" -entre los que, sin duda, incluirían a servidor-). Este hecho a lo menos a lo que obliga es a que yo haga el ejercicio intelectual de plantearme el por qué de que sucedan estas cosas, y de que personas a menudo formadas tanto en lo sagrado como en lo profano se adhieran a doctrinas que no casan unas con otras. Mis ideas al respecto son simples: incoherencias como las arriba reseñadas son el resultado de dar prioridad a las ideas relativas a lo mundanal respecto de las puramente religiosas, de desconectar insensatamente las unas de las otras (no obligándolas a ser compatibles entre si, lo que da pie a crear divisiones artificiales en la óptica individual con la que se juzga la realidad), y de no saber cual es el orden de prioridades.

Como libertario católico, intentaré ser constructivo y proponer el camino a seguir partiendo del ejemplo que al respecto me da mi propia experiencia y la enseñanza recibida de mis superiores teologales. Siempre he tenido claro que en materia de fe no se libreinterpreta nada, porque no creo en las majaderías con que Lutero y demás heresiarcas que vinieron tras él hirieron de muerte la fe cristiana. Así pues, el católico debe tener en cuenta que si alguno de sus postulados políticos no casa con la doctrina de la fe, no es su yo católico el que debe dejarse deformar para casar con las ocurrencias de su yo libertario, sino su yo libertario el que debe someter su probabilidad de acierto a la Verdad Segura y Absoluta que le propone su homólogo católico, acallando todo impulso de insana rebelión contra la doctrina que emana de Dios. Lo contrario, malo. Y si no, volved a ver el Señor de los Anillos "Las Dos Torres" y fijaos en lo que le sucedió a Smeagol cuando le hizo caso a Gollum.

Sobre el matrimonio, puntualizaré una cosa: creo que en el matrimonio coexisten dos vertientes. Una es la del matrimonio entendido como institución (no como contrato) civil; y otra la del matrimonio sacramental católico. Creo que ambas concepciones son diferentes, puesto que la naturaleza religiosa del matrimonio sacramental católico implica el sometimiento del sacramento del matrimonio a una serie de condiciones, que no necesariamente pueden ni deben ser impuestas al matrimonio civil. El matrimonio sacramental implica que al menos uno de los dos cónyuges sea católico. El matrimonio civil bien puede darse entre dos paganos. ¿Podemos imponer a los paganos vivir de acuerdo a la forma en que concretamente nosotros los creyentes de la verdadera religión entendemos que debe vivirse? Pues no. Ahora bien, ¿podemos permitir que los paganos vivan como quieran, sin importarnos los bienes que puedan perderse en el medio? Pues tampoco. Se supone que en esto quedamos en anteriores entradas del blog.

¿Adonde quiero llegar con esto? Pues a la siguiente idea: que el matrimonio civil no esté vinculado con el sacramento religioso no significa que dejemos de tener derecho a intentar imponer una concepción de matrimonio civil acorde al camino que nos marcan nuestros postulados religiosos. La fe cristiana valora la racionalidad. Como consecuencia de ello, el cristiano tiende -o debería tender- a no estimar demasiado las instituciones carentes de sentido. Si estimamos el matrimonio civil, es porque entendemos que históricamente tiene un sentido, que es el que hemos referido. Ahora bien, como el matrimonio civil es de todos, no conviene imponer un modelo de matrimonio civil excesivamente semejo al sacramental católico. Hay que hacer una labor de ponderación de bienes y males (y es que, al aceptar que el matrimonio civil puede ser distinto del sacramental, se acepta que será peor, porque por fuerza habrá de incurrir en males en los que no incurrirá el matrimonio canónico). Bien, la cuestión es la de esclarecer qué males pueden tolerarse y qué males no pueden tolerarse en aras del interés común y del aseguramiento de unas mínimas posibilidades de subsistencia de la sociedad en la que estamos integrados.

¿Puede aceptarse el matrimonio entre persona y animal, vegetal o cosa? No, porque eso no sirve a los fines del matrimonio en absoluto, y genera graves males sociales, legitimando una actividad tan asquerosa, abominable y de mal gusto como es la zoofilia. ¿Puede aceptarse en matrimonio entre personas del mismo sexo? No, porque ni procrean ni esa clase de ambiente es deseable para la crianza de una prole humana (con independencia de quiénes la hayan procreado). ¿Puede aceptarse la poligamia, en cualquiera de sus dos versiones? No, porque aunque la poligamia hasta facilita la procreación, genera un ambiente poco propicio -promiscuidad per se con su consiguiente temor fundado de que acaezca la posible exposición de los niños a un ambiente hipersexualizado, sin contar los celos y envidias entre miembros de esta amplia comunidad matrimonial que no se aprecien mutuamente y que formen parte del mismo matrimonio polígamo solamente por el nexo de unión que suponga el cariño que le tengan a un tercero- poco propicio para la crianza de los hijos nacidos de semejante engendro; eso sin contar que puede fácilmente generar situaciones sociales muy indeseables (pues quienes no tengan suerte con el otro sexo pueden atribuir sus problemas en parte al hecho de que otros estén tan "comprometidos") y que fomenta la endogamia (se disminuye la diversidad genética). ¿Puede aceptarse el divorcio? Si, porque, pese a ser un mal y a poner en peligro de cometer adulterio (que se cometería en caso de volver a casar tras haberlo antes hecho por la Iglesia); el caso es que el matrimonio no deja de ser una institución que afecta fundamentalmente a la intimidad de los individuos, y que un matrimonio entre adúlteros no obstante puede fundar una familia bien atendida y estructurada. Aunque ese matrimonio es malo per se, debe ser aceptado en orden al respeto a la libertad de conciencia (imponerle a un pagano un matrimonio indisoluble cuando ellos no suelen creer en absoluto en la indisolubilidad es poco juicioso, en tanto que supone imponerle a la fuerza un bien que no es tan absolutamente imprescindible para la armonía ni para la coexistencia pacífica entre las distintas sensibilidades). Igual, yo estoy tentado de imponerles este bien a los paganos por mucho que, quiérase que no, la única historia del matrimonio no es la cristiana. Y en el Occidente antiguo, si bien el matrimonio era natural -entre hombre y mujer- y monógamo, admitía el divorcio. Hasta en Israel se admitía el divorcio, al igual que la poligamia. Pese a todo, en ningún sitio está escrito que tengamos que incurrir en la misma dureza de corazón que Cristo, al hablar del divorcio, denunció en nuestros padres... Vamos, que no tenemos por qué renunciar a moralizar el Derecho (hacerlo sería entregarnos de pies y manos atados a Satanás).

Todo sea dicho. El divorcio y la posibilidad de llevarlo a cabo con entera libertad puede llegar a perjudicar seriamente a la sociedad. Genera riesgos de fractura familiar masiva que deben ser contrarrestados de alguna manera. ¿Y esto cómo se consigue? Pues otorgando grandes ventajas a los matrimonios, crecientes en función del número de hijos sobre los que ningún individuo ajeno al matrimonio ostente plena patria potestad. ¿Qué clase de ventajas? Eso queda para otro capítulo... IHS

A LOS LIBERTARIOS CATÓLICOS: ¡ANTE CADA NUEVA ELECCIÓN QUE SE OS PRESENTE EN LA VIDA, ELEGID LO MÁS LIBERTARIO A LA PRIMERA OPORTUNIDAD, Y LO CATÓLICO SIEMPRE!