martes, 4 de febrero de 2014

TONTERÍAS QUE HAY QUE LEER

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!

Antes de leer mi artículo, yo que ustedes le echaba aunque solo sea un vistazo a este otro.

http://religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=33712

Tonterías que hay que leer, ¿verdad? ¡Qué pena que sea tan habitual leerlas en medios eclesiásticos! No por nada, sino porque se supone que allí donde todos flaquean, la Iglesia y los que la componen y dan la cara por ella deberían ser ejemplo de fortaleza y de sentido común. Desgraciadamente, es normal ver cómo se convierten en todo lo contrario (razón por la que quizá no estimulan apenas a nadie a que se convierta a Cristo). Como sucede en este concreto caso con Vicente Alejandro Villamón. Que otras veces escribe con más tino, y que tiene unos cuantos artículos muy dignos de ser leídos, pero que hoy creo que ha escrito un gazapo como una catedral de grande (que no de digno).

Por de pronto, ya el título del artículo promete lo peor. ¿Es Jaime Mayor Oreja la representación ideal de aquello a lo que tiene que aspirar un católico que desee intervenir en la vida política? Aviados vamos. Es como decir que yo soy la perfecta representación de un hombre de armas (sería el desastre para la defensa nacional). ¡Menos mal que no es modelo de Papa, porque si no la Iglesia seguiría formada únicamente por los mismos cuatro gatos que oyeron la predicación de Jesús! Me parece una vergüenza que un articulista católico se atreva a sugerir que un personaje público que ha militado durante no sé ya cuántos años en un partido que no ha mostrado la menor inclinación a combatir la ingeniería social pagana de nuestros tiempos y que no ha defendido jamás eficaz ni honestamente no digo ya la moral cristiana, sino ni siquiera el orden natural
(pues cuando ha simulado hacerlo ha sido por puro electoralismo -como sucedió en el cuatrienio 2004-2008- y con toda falsedad) es el compendio de todas las virtudes de las que debemos hacer gala los creyentes que queramos competir en el ruedo político.

El PP es el partido político más nefasto de nuestro tiempo (más que el PSOE, porque a diferencia de éste el PP lleva décadas secuestrando el voto católico y haciendo inútil nuestra presencia en la vida pública, que gracias a estos grandes servidores del Maligno deja de servir a lo único a lo que debería servir, que es a la propagación de la Justicia y a la edificación de la sociedad y de su orden político sobre cimientos lo más ajustados posibles a la enseñanza divina contenida en los Santos Evangelios). Tan es así, que hoy día pocos católicos lo defienden ardorosamente en público, aunque luego bastantes lo voten en privado. Sin embargo, sigue siendo lamentablemente habitual que muchos articulistas católicos sigan mirando con ojos benévolos a los que (sea por malicia, por idiocia bienintencionada o por mezcla de falta de escrúpulos y de inteligencia) han militado y servido en sus filas, y se sigue ensalzando su labor pública (sin que quienes lo hacen paren en mientes y reparen, ni siquiera por un segundo, en lo magro de los frutos que ésta ha deparado para el país -tanto desde una perspectiva católica como desde un punto de vista puramente secular-).

Y yo no digo que se tenga que crucificar a nadie, ni que haya que negar el pan y la sal a quienes militaron u ocuparon cargos de responsabilidad en el PP, ni en ningún otro partido no totalitario. Pero me parece evidente que lo que tampoco se debe hacer es colgarles medallas por sus graves faltas pasadas, como hoy se estila.


Pues una falta moral de primer orden y no otra cosa es haber formado parte de la cúpula de este PP de Rajoy, de la cúpula del PP de Aznar o de la cúpula de la AP de Fraga o de la UCD de Suárez. Ojalá tuvieran más vergüenza de su pasado los que ahora dicen estar hartos de su propio colaboracionismo (como Vidal Quadras) y se pasan a nuevas formaciones políticas como VOX. Porque escuchar a los que ahora conforman ese nuevo partido hablar con añoranza del PP de Aznar que con mayoría absoluta no tuvo mejor idea que dejar el aborto tal y como estaba (e incluso ampliarlo en la práctica añadiéndole la aprobación de la abortiva píldora del día después y otras maravillas -"...o majaderías, Lisa?"- de tiempos modernos) y regalarle a los separatistas el control total sobre la sanidad y la educación en sus respectivos ámbitos tribales (desandando se podría decir que casi todo el camino en pos de la unidad emprendido en éste país desde tiempos del desembarco en Ampurias de los romanos de Escipión -es una grosera exageración, pero sirva como hipérbole ilustrativa de lo que hoy sucede en España-) no contribuye en nada a que muchos nos inclinemos ni lo más mínimo a votar por el partido que abre a esa gente sus puertas.

Lo suyo sería que Abascal y Vidal Quadras se cubrieran un poco de ceniza por la cabeza e hicieran merecida penitencia por su adscripción política pasada, e igualmente el "modelo" de político "católico": don Jaime Mayor Oreja. De ahí que mi voto se incline por opciones mucho más sensatas en su análisis de lo que ha supuesto el PP, pasado y presente, para éste país. Caso de AES y de la coalición provida que ésta y otros partidos piensan formar y que yo pienso votar pese a ciertas discrepancias que me suscitan algunos puntos del programa que han hecho público (y es que es falso lo que dice Villamón de que no haya en estos difíciles tiempos alternativas genuinamente respetuosas con los principios innegociables que aporten aire fresco al panorama político español).

Otra lindeza que deja caer el artículo es la de que le debemos mucho al celebérrimo (no diré que para bien) cardenal don Enrique Tarancón. Creo que aquí se mezclan una idea cierta y una falsa. La idea cierta es que, por mucho que la Iglesia deba a un concreto poder terreno, eso no es razón para que la Iglesia se case con él, ni para que haga la vista gorda en relación con los errores o maldades que pueda cometer. No es que crea que Franco se caracteriza por sus errores ni por sus maldades (véase si no la anterior entrada del blog: http://lascronicassertorianas.blogspot.com.es/2014/02/defendiendo-franco.html), pero haberlos los hubo (si no a cargo suyo, si a cargo de los que le servían -y cuando eso sucede se tiene que presuponer las llamadas en el argot jurídico culpa in eligendo y culpa in vigilando-). Y aunque no los hubiera habido, Franco no es el Esposo de la Iglesia, sino Cristo, y en un matrimonio no caben más que el esposo y la esposa, lo que hace un total de dos. No hay sitio para terceros (aunque muchos se comporten al respecto como si la Iglesia debiera casarse con el carlismo, con Franco, con la Edad Media, con Constantino y Teodosio los Grandes, o con todos a la vez). Eso si, una cosa buena del artículo: Vicente Alejandro Villamón no cae en el tópico de negarle todo mérito a Franco, y reconoce lo obvio (lo que tampoco es para prodigarse en felicitaciones, ya que es mero cumplimiento de un deber moral de los que le saltan a la vista a todo católico mínimamente formado en Historia -que presumo que es su caso-). Esto es, que Franco salvó literalmente a la Iglesia de Jesucristo del exterminio en España a manos del BOL[UDO]chevismo español. Cosa que se la refanfinfla a tantos paganos (que nos niegan el derecho a la legítima defensa) e incluso a no pocos cristianos (que son peores al hacer esto porque SE NIEGAN A ELLOS MISMOS EL DERECHO A LA LEGÏTIMA DEFENSA).

Pero la idea falsa es, como suele decirse hoy día (aunque tengo mis dudas acerca de la corrección de dicha expresión), falsa de toda falsedad. De hecho, hace más daño la difusión de esa idea falsa que la falta de difusión de la anterior idea verdadera. Y la idea falsa no es otra que ésta: la de que debemos estar orgullosos y agradecidos por la forma en que la Iglesia española en tiempos de Tarancón deshizo el maridaje con el Régimen de Franco. Esa es una majadería integral. Deberíamos estar contentos con cómo fueron entonces las cosas si hoy viviéramos en una verdadera democracia que además fuera respetuosa del orden natural y de la moral a la que los cristianos hemos accedido a través de la Revelación que Dios hizo de sí mismo. En ese caso sí que podríamos echar la vista hacia atrás en el tiempo y decirnos a nosotros mismos: "¡Qué gran visión demostraron tener los pastores que guiaron al rebaño de Dios en aquellos difíciles días!" No es el caso. Siendo hoy el desastre que es España en todos los órdenes (quizá la única monarquía bananera del mundo), lo mejor sería que quienes tomaron parte en la consolidación del actual y lamentable estado de cosas echaran tierra encima de aquella participación (o mejor aún, que la reconocieran -pero con la debida vergüenza y contrición-). ¡Pues no, se quedan tan panchos, y se pavonean orgullosos, presumiendo a la primera ocasión de su culpabilidad! Que ellos consideran una buena obra (ya si movidos por la maldad, por la estupidez o por ambas es un misterio para mí).

Y es que, igual que Mayor no es modelo de político, Tarancón fue un contramodelo de pastor sagrado. Al menos en algunos aspectos (no vamos tampoco a caer en el error de negarle toda virtud). Desde luego, probablemente sus intenciones fueran buenas, pero su discernimiento fue lamentable (igual que lo es el de monseñor Rouco financiando 13TV con los dineros de la grey católica). Y a veces diría que criminal. Decir que se colaboró con la Transición a sabiendas de que traería el aborto yo lo considero poco menos que complicidad y hasta cooperación necesaria al mayor y menos reconocido de todos los exterminios de vidas humanas acontencidos a lo largo de la Historia universal. ¿O no decía con sabiduría Edmund Burke aquello de que "la única condición necesaria para que el mal avance es que los hombres buenos no hagan nada"?

Termino este artículo rogando al Señor que nos de sacerdotes y políticos santos (aunque hoy día lo último parece un oximorón -término que confieso haber sacado del autor del blog "Anotaciones de Pensamiento y Crítica", don Manuel Morillo Rubio-). Y de paso con mayores entendederas que los suscitados hasta el momento (que no siempre va una cosa unida a la otra). No es pedir mucho a Dios. Y aunque así fuera, ¿a quién pedirle mucho si no es a Él, que todo lo puede? ¡Bendito sea por los siglos! IHS

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