miércoles, 4 de junio de 2014

MI PERSONAL APUESTA POR LA REPÚBLICA

Por primera vez parece verdaderamente factible que España, en el corto o medio plazo, se convierta en una República. No doy por hecho que eso sea lo que vaya a suceder. No sería la primera vez que a la Monarquía se la da por definitivamente muerta, y ahí sigue.

Sin embargo, es un hecho que la República puede llegar, que hay un fuerte movimiento a favor de la misma, y que la descomposición del bipartidismo del PPSOE puede generar una inestabilidad política que favorezca el advenimiento de un nuevo régimen. Que, desgraciadamente, no por ser republicano tendría muchas probabilidades de ser mejor que el actual. Más bien todo lo contrario. Sobre todo si en él el actual reparto de poder entre la nada, la socialtontocracia, el BOL(UDO)chevismo y los separatas se desequilibra en favor de los dos últimos, como parece estar ya sucediendo, a tenor del resultado de las europeas.

Es normal que, a causa de esto, cunda el miedo, y muchos prefieran no moverse y seguir instalados en Guatemala antes que moverse de Guatemala a Guatepeor. Ahora bien, que esa postura sea comprensible no significa que sea sensata. De hecho, los que defienden seguir en Guatemala en lugar de marchar hacia Guatepeor olvidan que convertirse en Guatepeor no es más que la consecuencia lógica derivada del hecho de haber sido Guatemala (especialmente cuando no solo no se ha hecho nada por impedirlo, sino que se ha aceptado la conversión en Guatemala hasta con entusiasmo). Y que, por ende, permanecer en una Guatemala que, incluso sin convertirse en Guatepeor, es un hecho que va empeorando y hundiéndose un poco más en la más abyecta de las miserias a cada año que pasa, es pedir a gritos que venga un salvapatrias BOL(UDO)chevique a "redimirnos" a base de libertoclastia; además de estimular el deseo de una proporción cada vez mayor de los habitantes de las regiones díscolas de Vascongadas y Cataluña a separarse del resto de España.

Así pues, no es posible atajar el problema permaneciendo como estamos. Se hace preciso coger el toro por los cuernos, y enarbolar la bandera de la reforma. Y eso implica que muchos de los que, como yo, se oponen a la nada pepera, a la socialtontocracia, a los separatas y al BOL(UDO)chevismo revisen la postura que esa gente, colectivamente considerada, mantiene mayoritariamente en relación con la Monarquía. La razón de ello: que es innecesaria, supérflua, y divide a los españoles mucho más de lo que lo haría una República. Aunque solo sea porque al común de la gente monárquica le molestaría mucho menos una República de lo que al común de los que somos republicanos nos molesta la Monarquía. Lo que es normal, dado que son muchos los que son monárquicos únicamente por miedo al BOL(UDO)chevismo. Gente que, en caso de no existir el BOL(UDO)chevismo, quizá tampoco sería republicana, pero se mostraría más indiferente ante la cuestión hasta el punto de quedarse quizá en casa en lugar de apoyar la Monarquía.

Muchos temen la República porque dan por hecho que vendría acompañada de ciertas cosas que, en honor a la verdad, no está escrito que tuvieran que venir con ella, como el BOL(UDO)chevismo. Insisto en que ese temor al que hago referencia es más bien infundado, dado que la Monarquía Parlamentaria es per se un sistema de ejecutivo dualista (para saber mejor a qué me refiero, pueden leer el que ahora mismo es el artículo más leído del blog: http://lascronicassertorianas.blogspot.com.es/2013/04/monismo-y-dualismo-ejecutivos-mencion.html). Es decir, que la Jefatura del Gobierno y la del Estado están separadas. Contando la Jefatura del Estado -que evidentemente está en manos del Rey- nada y menos. 

Lo diré de este modo, a nosotros lo que nos tiene que dar miedo es que Pablo Iglesias Turrión de Suchard llegue a ser Jefe del Gobierno. Que luego la Jefatura del Estado la sumara Monedero o que la asumiese también Pablo Iglesias Turrión de Suchard porque quedara unificada con la Jefatura del Gobierno, a mi me la refanfinfla. En todas las naciones con la excepción de Francia y las que se organicen de manera similar, lo que de verdad interesa es a cargo de quién queda la Jefatura del Gobierno. La Jefatura del Estado es supérflua. Tranquilo me quedaría yo en el caso de que Pablo Iglesias Turrión de Suchard fuera Presidente de la República con carácter vitalicio siempre y cuando los Gobiernos estuvieran siempre presididos e integrados por personas que defendieran mis propios puntos de vista. Por el contrario, de nada nos serviría tener un Rey o un Presidente de la República irreprochables si un BOL(UDO)chevique a sueldo de los islamistas de Irán como el anteriormente citado profesor de la Complutense accede a la Jefatura del Gobierno.

¡De modo que ya está bien de tanto apego bobo al Rey! Tontos somos si vinculamos la cuestión de la Monarquía a cualquier otra cuestión relevante. Sobre todo porque cuando se vinculan innecesariamente unas cosas y otras es cuando se consigue que éstas acaben estando vinculadas de facto. ¿Cómo no vincular la República con el BOL(UDO)chevismo si son solo las formaciones políticas BOL(UDO)cheviques las que la defienden? Distinta sería la cosa si, por ejemplo, el PP, VOX o AES se posicionasen por la República. Y, en verdad, bastaría con menos. Sería suficiente con la neutralidad. Esto es, con que los partidos a los que he hecho referencia admitiesen la existencia tanto de alas decididamente monárquicas como de alas decididamente republicanas en su seno.

Creo que la gente identificaría mucho menos la República con el sectarismo ideológico BOL(UDO)chevique y chekista si de cuando en cuando aparecieran líderes políticos de formaciones políticas de signo contrario manifestando, siquiera tibiamente, su preferencia por la República. Lo que le haría un gran bien al país, porque eso disminuiría las posibilidades de que un triunfo de la alternativa republicana tuviera que venir necesariamente acompañado de un encumbramiento político de la socialtontocracia más agresiva y del BOL(UDO)chevismo. Esto es, de los Chacón, Madina, Iglesias, Garzón, Monedero, Lara... y demás excrecencias políticas (y algunas si no todas también humanas) herederas del zapaterismo.

También le haría un gran bien a la gente que comparte mis valores asumir de una vez que no hay diferencia entre esa gente y la nada pepera. Que es lo mismo Rajoy que Chacón, como prueban las leyes del estilo de ésta (http://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2014-5488) que el PP aprobó teniendo mayoría absoluta en la región que fue cuna de su fundador, Manuel Fraga. Si asumiesen que, votando PP, hacen tanto mal al país como votando PSOE y contribuyen al éxito de los siniestros proyectos a los que el PP nunca ha resistido lo suficiente y con los que ahora hasta colabora; seguramente la República no intimidaría tanto a tanta gente. Que ya es hora de que supere la Guerra Civil. Que se vé obsesiona a todos, y no solo a los BOL(UDO)cheviques.

Se impone, entonces, apostar por la República, o, por lo menos, no oponerle una resistencia numantina. Si Rajoy fuera sensato -no digo honrado, sino simplemente sensato; con independencia de que luego el interés general del país pudiera seguir sin importarle un pimiento morrón-, estaría ya pensando en cómo efectuar una importante reforma política de España que vaya más allá de lo meramente cosmético; pero sin por ello dejar de tener en cuenta las cuestiones relativas a la cosmética, como lo es la de la Jefatura del Estado.

De manera que aprovecharía este último año y medio de legislatura para empezar a trabajar en una reforma significativa de la Constitución. Aunque solo sea porque si la hace ahora saldría como el PP y el PSOE quisieran, mientras que si espera habrán sido las próximas generales, y quizá ni siquiera sigan él y su partido al frente del Gobierno; teniendo que lidiar el PPSOE con un Congreso de los Diputados mucho más fragmentado que el actual. Lo que significa que si el hundimiento del sistema, que puede sobrevenir en cualquier momento, acaece entonces, las formaciones BOL(UDO)cheviques más extremistas partirían de una posición mucho más fuerte que aquella de la que actualmente gozan (no olvidemos que PODEMOS, pese a su reciente éxito en las europeas, no cuenta con un solo asiento en el Congreso de los Diputados, por lo que no pintaría nada en el caso de que se llevase a cabo una reforma de la Constitución antes de la finalización de la presente legislatura).

En definitiva, que si fuese Rajoy y actuase sin otro móvil que el que me temo que preside la forma de conducirse, pasada y presente, de nuestra casta política parasitaria, que es el de la mera conveniencia personal, tengo claro que lucharía por non hundirme con el sistema. Y que, en lugar de forzar la inmovilidad, buscaría hacer como los antiguos patricios romanos cuando éstos tuvieron que enfrentarse a crisis con los plebeyos tales como la secesión del Monte Sacro. Esto es, cedería parte de lo que me sobra para no perderlo todo. De manera que, en lugar de enrocarme en la defensa de la Monarquía a toda costa, convocaría pronto un referéndum para que los españoles manifestasemos libremente si queremos seguir o no soportando a la Corona. Antes de que termine la legislatura, desde luego.

No digo que, en el caso de estar en la piel de Rajoy me volviese repentinamente republicano (porque si ahora el PP sale defendiendo la III República, eso no se lo cree nadie). Pero manifestaría mi clara disposición, pese a no ser republicano, a convertirme llegado el caso en el primer Presidente de la III República Española. Y, una vez conocido el resultado, intentaría pilotar el proceso de reforma de la Constitución, que se llevaría a cabo atendiendo al resultado, cuidando de excluir de las negociaciones a las formaciones políticas BOL(UDO)cheviques. Cuyas protestas fácilmente podrían desactivarse si PP y PSOE hacen causa común para imponerles un bloqueo informativo del estilo del que sufren VOX o AES.

¿Qué ganaría Rajoy con esto? Probablemente pasar por reformador (incluso aunque luego las reformas no fueran gran cosa), abierto, tolerante, respetuoso de la voluntad del pueblo incluso cuando ésta no fuese la suya, y por ende aumentar las probabilidades de que se salve el culo político de una casta que tendría la oportunidad de rehabilitar por lo menos hasta cierto punto su imagen ante el conjunto de la sociedad. Además, no hay que olvidar que si aquí se celebrase un referéndum sobre la Monarquía, igual ésta lo gana y Felipe VI pasa a reinar con renovadas garantías de terminar sus días como Rey de lo que quede de España (mirad hasta qué punto no puede decirse que esta cuestión sea una prioridad nacional: seguir siendo Monarquía o convertirnos en una República no es cosa que apenas pueda contribuir en nada a salvar el país del desafío separata). Lo que supondría un triunfazo para Rajoy.

Lo gracioso del caso es que, al llegar a este punto, surge la cuestión de si sería posible convocar un referéndum para consultar al pueblo español acerca de la cuestión republicana. Los partidarios de la República cometen el error bobo de negar legitimidad a la Monarquía, que fue votada en 1978 junto con la Constitución (el que votó a favor de ésta ya sabía que la Monarquía iba en el cesto; de manera que si le resultaba inaceptable le bastaba con votar NO a la Constitución). Los partidarios de la Monarquía nos toman a todos el pelo diciendo que la única forma de consultar al pueblo acerca de esto sería reformar la Constitución y que luego la reforma efectuada al respecto fuera votada en referéndum. Eso no es cierto. Cuando el Fiscal General del Estado sale en los medios diciendo que lo que no existe en la Constitución no existe en la realidad y no se qué otras pamplinas nos está mintiendo, así de sencillo.

Y su mentira es tan burda que no cuesta entender lo fácil que lo están teniendo hasta ahora el BOL(UDO)chevismo y el sepatarismo para dictar sus términos en el debate político. Explicaré por qué soy tan tajante a la hora de acusar a Torres-Dulce de mentirnos a todos deliberadamente (me imagino que porque sabe que muchos que están dispuestos a luchar por la República..., precisamente solo en la medida en que eso no implique entrar en el camino de la ilegalidad; de manera que le conviene hacer creer a la gente que el referéndum sería ilegal, aun cuando en verdad no lo sería).

Porque no lo sería. Sin duda alguna, Pablo Iglesias Turrión de Suchard y otros muchos BOL(UDO)cheviques desean que se celebre un referéndum para, en el caso de que salga la República, proceder a establecer la misma pasando por encima de la Constitución y hasta desechando ésta para proceder a abrir un nuevo proceso constituyente por la cara. Cosa que sí que es inconstitucional. Mas eso no quita que en sí misma considerada, la celebración de un referéndum en el que se pregunte a los españoles si están de acuerdo con que se modifique la Constitución para convertir España en una República no entra en contradicción con nuestra norma fundamental; que establece en su artículo 92.1 que "Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos". A los monárquicos yo les pediría que, a la luz de la impudicia con que se nos engaña desde medios favorables a la Monarquía (lo que no disculpa los engaños que también vierten muchos partidarios del establecimiento de una República, como Pablo Iglesias -la nueva superestrella del sistema-), revisasen sus puntos de vista. Otra cosa sería hacer de tonto útil al servicio del parasitismo.


Aprovecho este momento para introducir otra cuestión, que es la de la excesiva ambigüedad que manifiestan los partidarios de la República. Comprendo que los republicanitos socialtontócratas más agresivos o ya directamente BOL(UDO)cheviques no describan en detalle el tipo de República que ellos desearían, porque seguramente se enajenarían radicalmente a mucha gente, o incluso surgirían conflictos entre ellos. Sin embargo, hay cuestiones respecto de las cuales deberían posicionarse, y no lo hacen. Por ejemplo, cuando yo escucho hablar a los defensores de la III República sobre su deseo de que se convoque un referéndum, me pregunto si tanto cuesta aclarar algunas cosillas que tienen su importancia y que no son tan conflictivas como para no poder confesarlas.

Por ejemplo, estaría bien que aclarasen si, en el caso de que España se convirtiese en una República, ellos abogarían por el establecimiento de un ejecutivo monista o dualista. Cuestión no menor, a la que he hecho referencia en mi anterior artículo. Aunque solo sea porque para mí resultaría mucho más estimulante una República monista en la que la Jefatura del Estado le fuese transferida al Presidente del Gobierno que una República dualista en la que a Juan Carlos I lo sustituyese otro fantoche sin poder al frente de la máxima magistratura de nuestro Estado. Y creo que también redundaría en una mayor simplicidad y ahorro.

Es a causa de eso que considero que, si se convocara a referéndum, éste debería constar de dos preguntas que deberían ser las siguientes:

1ª Pregunta) ¿Estaría usted de acuerdo con que se modificase la Constitución a fin de que España pasase de ser una Monarquía Parlamentaria a ser una República?

a) SI

b) NO

2ª Pregunta) En el caso de que España se convirtiese en una República, ¿querría usted que el Presidente del Gobierno pasase a ser también Jefe del Estado, o prefiere que esas dos funciones las ejerzan personas distintas?

a) QUIERO QUE EL PRESIDENTE DEL GOBIERNO SEA TAMBIÉN JEFE DE ESTADO, AHORA Y EN EL FUTURO.

b) QUIERO QUE LA PRESIDENCIA DEL GOBIERNO Y LA JEFATURA DEL ESTADO RECAIGAN, AHORA Y EN EL FUTURO, EN PERSONAS DISTINTAS.

Y con esta idea me despido de todos mis lectores. De los que hoy me despido diciéndoles que no es incompatible identificarse al mismo tiempo con dos lemas asociados a espectros tan distintos de la sociedad española como son, por un lado, el "¡Arriba España!" falangista tan habitualmente empleado por el bando franquista durante la Guerra Civil, y por el otro lado el "¡Salud y República!" que suelen emplear quienes defienden establecerla de vuelta en España. IHS

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