A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!
Comencemos hoy con una imagen. El artículo gravitará en torno de ella. Es la siguiente:
Efectivamente, es un ser humano, y
concretamente uno vivo. Sin duda, sus padres pueden tener mucho que
perder en caso de dejarlo nacer. En determinadas circunstancias, se hace
evidente que además puede darse un rechazo más que comprensible a
la posibilidad de traer al mundo a un no nacido. ¿Quién en su sano
juicio podría poner eso en duda? Habría que ser majadero para negar lo
que salta a la vista.
Sin embargo, todo lo antedicho no quita
para que, hoy quizá más que nunca, reafirme mi inquebrantable opción
moral a favor de la defensa jurídica de la vida de los no nacidos, a
través de la prohibición del aborto (en todos los casos) y de su
persecución penal como crimen de homicidio (excluída solo en caso de
violación o de aborto destinado a salvar la vida de la madre). Y mi
razón para pensar así es bastante buena. Primero, que yo no sé lo que
haría (para qué voy a engañar a nadie, no me he enfrentado al caso).
Pero sé lo que debería hacer, y esto es más que suficiente para actuar.
Total, el argumento de "¿y tú que harías si te pasase a tí? ¡Seguro que
abortarías!" es una solemne bobada. Por ejemplo: si yo estuviera casado y
entrase en mi casa para ver mi lecho profanado por el adulterio de mi
mujer con otro hombre, quizá perdería la pinza y haría alguna
desfachatez. No obstante, a ningún ser humano sensato se le ocurriría
despenalizar los crímenes pasionales en base a un argumento tan endeble.
Igual debería pasar con el aborto.
Segundo, que me entristece
observar cómo los que constántemente justifican poner fin a la vida de
los seres humanos mientras aún están dentro del vientre de sus madres
alegando los perjuicios que dejarlo nacer causaría a otros no suelen
nunca pensar por un momento en los perjuicios que se le causan al que
por culpa del aborto no nacerá. Siendo cierto que los padres pueden
tener mucho que perder, más pierde el nasciturus abortado. Pues a éste
se le quita absolutamente todo. No solo lo que ya es, sino además todo
lo que podría llegar a ser si se lo dejase vivir. Es verdad que dentro
de ese último apartado probablemente habrá cosas malas. Difícilmente una
vida humana puede quedar libre de la contrariedad. Ahora bien, siendo
cierto que se le garantiza al no nacido abortado que jamás se enganchará
a la droga ni sufrirá desengaños amorosos ni fracasos profesionales, lo
cierto es que igual que se le evita lo malo se le arrebata
ilegítimamente lo bueno. Y lo mejor, que muchas veces es la superación
de la adversidad.
La defensa del aborto constituye siempre un
despropósito, se mire como se mire. ¡Dios nos ayude a superar esta
terrible etapa de confusión! Al final, la Vida humana habrá de
prevalecer de nuevo, y con ella los otros muchos derechos de los que
ésta es soporte. IHS
"Las Crónicas Sertorianas" es un blog dedicado a tratar de asuntos políticos, jurídicos, religiosos e históricos. Todo ello desde la personalísima perspectiva de su fundador y único autor, Sertorio Atanasio Publícola. Que no es persona que se muerda mucho la lengua, aunque puede que debiera.
viernes, 27 de diciembre de 2013
domingo, 15 de diciembre de 2013
¿QUÉ SANTIFICAMOS? ¿LAS FIESTAS O EL TRABAJO?
A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!
La verdad es que, si soy sincero, he de confesar que a mi que la concesión a los negocios de libertad para decidir mantener abiertas sus puertas domingos y festivos, contra la que claman muchos de mis hermanos de fe católicos denunciándola como esclavismo solo no me parece esclavismo, sino que para mi se trata incluso un pequeño triunfo de la libertad en el marco de un Estado secular. Me explico: la idea de la necesidad del descanso es una idea cristiana (por más que pueda haber estado presente en otras tradiciones culturales y religiosas), y cristiano es también el ubicar el citado descanso el domingo.
Yo soy cristiano, y a mi, en virtud de la que es mi concepción moral (que estimo verdadera con exclusión de todas las demás en la medida en que las otras concepciones no concuerden con aquella a la que yo me adscribo), me parece evidente que mantener en funcionamiento los negocios ininterrumpidamente eliminando todo descanso está mal y es hasta aberrante. De la misma manera que me horrorizaría que se situase el descanso en un día diferente del domingo, que es el Día del Señor.
Ahora bien, vivimos en un Estado laico en el que a nadie se le obliga a nada en materia de religión (y yo soy partidario de que así sea, pues considero que el Estado jamás ha de reprimir religión alguna cuyas enseñanzas no atenten por su propia naturaleza contra la posibilidad de una convivencia pacífica entre las diferentes comunidades de que se compone una sociedad -de ahí la imposibilidad de tolerar religiones como el Islam-). Sin embargo, no serviría de nada que el Estado autorizase a que las personas decidan libremente si ser o no ser cristianas si se considerase con el derecho de obligar a los que no son cristianos a vivir como si lo fuesen. Entre eso y el confesionalismo puro y duro creo que casi me quedaría con el segundo, por una cuestión de estética y de honestidad.
A los paganos no se les deben imponer los comportamientos que resultan moralmente aceptables desde una perspectiva cristiana más que en la medida en que esto sea estrictamente necesario para garantizar la paz social (Vg.: aunque muchos paganos relativizan la dignidad de la persona humana y el valor de su vida -especialmente en el caso de los no nacidos a los que se extermina mediante la nefasta práctica del aborto-; esa no es razón para dar barra libre a sus despropósitos con la excusa de que actúan de acuerdo a lo que les dicta su conciencia -que, en este caso, no merece ser tomada en consideración, por lo evidente y potencialmente mortífero de sus yerros-).
Y, generalmente, las maldades que hacen peligrar la paz social son únicamente las que afectan directamente y de manera injustificada a terceros que no han elegido ser perjudicados por ellas. Fuera de estos supuestos, las malas acciones han de ser toleradas por el Derecho, por más que nos pesen, que no nos gusten y que hasta nos parezcan constitutivas de inmoralidades de la peor especie (Vg.: entiendo que el Estado no existe para perseguir el adulterio -pese a que éste me parece moralmente reprobable-, porque la vigencia del matrimonio canónico a efectos prácticos entre los cónyuges es cosa que les compete a ellos, correspondiendo reclamar el pago del precio debido por las infidelidades solo ante Dios).
Es por todo lo anterior que, pese a que mi opinión acerca de lo que supone la supresión de los días de descanso de la actividad comercial es la de que esto sería inmoral; a la vez me veo obligado a reconocer que se trata de una inmoralidad que tanto yo como el conjunto de los hombres morales y respetuosos de la Libertad estamos moralmente obligados a no impedir empleando el poder coercitivo de la autoridad pública. La actividad económica solo debe intervenirse y regularse en la medida en que esto sea necesario para salvaguardar los derechos elementales de los seres humanos (y, más específicamente, de los trabajadores asalariados).
Evidentemente, nadie está aquí planteando darle plenos poderes al empresariado para decidir como cada cual regula su relación con los trabajadores (lo que no quita que estaría bien emprender algún tipo de reforma constitucional que nos permitiese flexibilizar lo más posible dentro de unos límites razonables nuestro ordenamiento jurídico en su vertiente laboral, para que este pueda dar cabida al derecho a que el despido se rija por lo establecido voluntariamente entre el empresario y sus trabajadores a través de contrato -incluso si las que se acuerdan son condiciones de despido libre-).
En definitiva, que soy de la opinión de que, con carácter general, un empresario debe poder abrir su negocio siempre y cuando le apetezca hacerlo; siempre y cuando el trabajo de sus empleados no trascienda de ciertos límites razonables (no es aceptable reducir o negarle el descanso a los trabajadores más que en caso de la medida sea consensuada con éstos -y aún en estos casos cuando se observen ciertas condiciones que impidan que una concesión puntual se transforme en una vinculación irrescindible cuya violación por parte del trabajador pueda acarrearle represalias por la parte de su patrón-), y la libertad religiosa de éstos quede debidamente salvaguardada (yo, como cristiano, no le reconozco a nadie poder para privarme en nombre de mis obligaciones laborales de la posibilidad de cumplir mi deber para con el Tercer Mandamiento -"Santificarás las fiestas"-; razón por la cual reclamo mi derecho a asistir a los oficios sagrados que se celebran durante todos y cada uno de los días de precepto establecidos por la Santa Madre Iglesia).
El último de los puntos citados es particularmente importante, dado que servidor considera que el no tocar las narices en materia de religión y de conciencia a quienes nada han hecho para merecer ser molestados es la base de toda paz social que se pretenda a un tiempo viable y cimentada sobre la Justicia. Por eso acepto que cada cual elija libremente si santificar las fiestas que yo si creo que se deben santificar, pero no acepto la "santificación" del trabajo (al menos tal como la entiende el empresariado depredador que traslada sus empresas a Estados esclavistas como China), y menos aún si del mio se trata y si otros se atreven a santificar lo que yo no santifico a costa incluso de los deberes de los creyentes el Señor Jesucristo. IHS
La verdad es que, si soy sincero, he de confesar que a mi que la concesión a los negocios de libertad para decidir mantener abiertas sus puertas domingos y festivos, contra la que claman muchos de mis hermanos de fe católicos denunciándola como esclavismo solo no me parece esclavismo, sino que para mi se trata incluso un pequeño triunfo de la libertad en el marco de un Estado secular. Me explico: la idea de la necesidad del descanso es una idea cristiana (por más que pueda haber estado presente en otras tradiciones culturales y religiosas), y cristiano es también el ubicar el citado descanso el domingo.
Yo soy cristiano, y a mi, en virtud de la que es mi concepción moral (que estimo verdadera con exclusión de todas las demás en la medida en que las otras concepciones no concuerden con aquella a la que yo me adscribo), me parece evidente que mantener en funcionamiento los negocios ininterrumpidamente eliminando todo descanso está mal y es hasta aberrante. De la misma manera que me horrorizaría que se situase el descanso en un día diferente del domingo, que es el Día del Señor.
Ahora bien, vivimos en un Estado laico en el que a nadie se le obliga a nada en materia de religión (y yo soy partidario de que así sea, pues considero que el Estado jamás ha de reprimir religión alguna cuyas enseñanzas no atenten por su propia naturaleza contra la posibilidad de una convivencia pacífica entre las diferentes comunidades de que se compone una sociedad -de ahí la imposibilidad de tolerar religiones como el Islam-). Sin embargo, no serviría de nada que el Estado autorizase a que las personas decidan libremente si ser o no ser cristianas si se considerase con el derecho de obligar a los que no son cristianos a vivir como si lo fuesen. Entre eso y el confesionalismo puro y duro creo que casi me quedaría con el segundo, por una cuestión de estética y de honestidad.
A los paganos no se les deben imponer los comportamientos que resultan moralmente aceptables desde una perspectiva cristiana más que en la medida en que esto sea estrictamente necesario para garantizar la paz social (Vg.: aunque muchos paganos relativizan la dignidad de la persona humana y el valor de su vida -especialmente en el caso de los no nacidos a los que se extermina mediante la nefasta práctica del aborto-; esa no es razón para dar barra libre a sus despropósitos con la excusa de que actúan de acuerdo a lo que les dicta su conciencia -que, en este caso, no merece ser tomada en consideración, por lo evidente y potencialmente mortífero de sus yerros-).
Y, generalmente, las maldades que hacen peligrar la paz social son únicamente las que afectan directamente y de manera injustificada a terceros que no han elegido ser perjudicados por ellas. Fuera de estos supuestos, las malas acciones han de ser toleradas por el Derecho, por más que nos pesen, que no nos gusten y que hasta nos parezcan constitutivas de inmoralidades de la peor especie (Vg.: entiendo que el Estado no existe para perseguir el adulterio -pese a que éste me parece moralmente reprobable-, porque la vigencia del matrimonio canónico a efectos prácticos entre los cónyuges es cosa que les compete a ellos, correspondiendo reclamar el pago del precio debido por las infidelidades solo ante Dios).
Es por todo lo anterior que, pese a que mi opinión acerca de lo que supone la supresión de los días de descanso de la actividad comercial es la de que esto sería inmoral; a la vez me veo obligado a reconocer que se trata de una inmoralidad que tanto yo como el conjunto de los hombres morales y respetuosos de la Libertad estamos moralmente obligados a no impedir empleando el poder coercitivo de la autoridad pública. La actividad económica solo debe intervenirse y regularse en la medida en que esto sea necesario para salvaguardar los derechos elementales de los seres humanos (y, más específicamente, de los trabajadores asalariados).
Evidentemente, nadie está aquí planteando darle plenos poderes al empresariado para decidir como cada cual regula su relación con los trabajadores (lo que no quita que estaría bien emprender algún tipo de reforma constitucional que nos permitiese flexibilizar lo más posible dentro de unos límites razonables nuestro ordenamiento jurídico en su vertiente laboral, para que este pueda dar cabida al derecho a que el despido se rija por lo establecido voluntariamente entre el empresario y sus trabajadores a través de contrato -incluso si las que se acuerdan son condiciones de despido libre-).
En definitiva, que soy de la opinión de que, con carácter general, un empresario debe poder abrir su negocio siempre y cuando le apetezca hacerlo; siempre y cuando el trabajo de sus empleados no trascienda de ciertos límites razonables (no es aceptable reducir o negarle el descanso a los trabajadores más que en caso de la medida sea consensuada con éstos -y aún en estos casos cuando se observen ciertas condiciones que impidan que una concesión puntual se transforme en una vinculación irrescindible cuya violación por parte del trabajador pueda acarrearle represalias por la parte de su patrón-), y la libertad religiosa de éstos quede debidamente salvaguardada (yo, como cristiano, no le reconozco a nadie poder para privarme en nombre de mis obligaciones laborales de la posibilidad de cumplir mi deber para con el Tercer Mandamiento -"Santificarás las fiestas"-; razón por la cual reclamo mi derecho a asistir a los oficios sagrados que se celebran durante todos y cada uno de los días de precepto establecidos por la Santa Madre Iglesia).
El último de los puntos citados es particularmente importante, dado que servidor considera que el no tocar las narices en materia de religión y de conciencia a quienes nada han hecho para merecer ser molestados es la base de toda paz social que se pretenda a un tiempo viable y cimentada sobre la Justicia. Por eso acepto que cada cual elija libremente si santificar las fiestas que yo si creo que se deben santificar, pero no acepto la "santificación" del trabajo (al menos tal como la entiende el empresariado depredador que traslada sus empresas a Estados esclavistas como China), y menos aún si del mio se trata y si otros se atreven a santificar lo que yo no santifico a costa incluso de los deberes de los creyentes el Señor Jesucristo. IHS
MANDELA. EL CABALLERO OSCURO
A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!
Todo
el asunto este de la muerte de Mandela me ha hecho acordarme del final
de "Batman. El Caballero Oscuro". Y lo que he sacado de todo esto es lo
siguiente: que ni era el héroe que Sudáfrica y el mundo se merecían, ni era el
que necesitaban en este momento de la Historia.
Más nos vale no conformarnos con
tan poca cosa como fue Mandela en el mundo que acaba de abandonar. ¡Aspiremos a volar un poco más alto! Cuando escucho
hablar de ese señor como el personaje más importante
de todo el pasado siglo no sé si me voy a partir de risa o si se me va a
partir el corazón de tristeza a la vista de la imbecilidad manifiesta
que constantemente traslucen sus adoradores.
No voy a juzgar propiamente al personaje porque no sé si sus
intenciones eran buenas o no. Así que, ante la duda,
pensaré bien de él y consideraré que, aunque muy equivocado desde mi
perspectiva, defendía lo que él creía mejor para su país, para África y para la Humanidad. Sin embargo, eso no justifica la
miseria en la que se ha instalado en tiempo record la Sudáfrica
post-apartheid. Es evidente que la tricentenaria dominación blanca fue
un desastre moral para el país de Mandela (aunque es importante aclarar
que no fue mala tanto por ella misma como por la poca preocupación que
se mostró por la elevación cultural y moral de la mayoría negra bantúe y
bosquimana a la que los bóers y anglosajones dominantes podían haber
intentado educar un poquito en la tradición cultural cristiana y
occidental -como hicieron, para su eterna honra, los españoles con los
indios en América-). Ahora bien, no entiendo por qué nadie debería estar
contento de que en Sudáfrica se haya pasado del desastre moral que
supuso el apartheid al desastre material que está siendo la Sudáfrica
"igualitaria" inaugurada por Mandela y regida por sucesores suyos que
pertenecen al mismo partido que él. Que, por cierto, también es un
desastre moral en sentidos diferentes de aquel en el que lo era antes.
Mandela sustituyó la ignominia racista por la ignominia abortista (cuyas
principales víctimas, por cierto, son los propios negros cuya "defensa"
encumbró a la fama mundial al personaje).
Hasta hace apenas un
cuarto de siglo, Sudáfrica era la mayor potencia africana y un país
técnicamente avanzado que constituía un referente en muchos sentidos en
el escenario internacional (¡qué duda cabe de que un régimen inmoral en
ciertos aspectos puede ser encomiable en muchos otros!). Desde que
"Madiba" asumió las riendas ha tenido que sufrir la ingrata experiencia
de contemplar cómo los Gobiernos del Congreso Nacional Africano la han
convertido en un país plagado de SIDA, de corrupción
político-administrativa generalizada y de espeluznantes agresiones
contra la minoría de origen europeo y éxodo cada vez mayor de la misma (lo que es malo porque, guste o no, esa minoría, además de a los tradicionales explotadores de los negros y su descendencia, engloba también dentro de sus filas a
los sudafricanos más preparados, más cultos y con más dinero para
invertir en el que también es su país). A lo que se suma la presencia creciente del Islam, que cada vez está
más extendido en el país, con todos los problemas que eso apareja para toda sociedad, especialmente en lo que respecta al previsible aumento del odio religioso.
Y si
todo lo anterior es bastante malo, también sucede que el paso
de Mandela por el poder ha dado pie a una comprensible reafirmación de
los negros sudafricanos en una tradición cultural por la que entiendo
que puedan sentir cierto apego (al fin y al cabo, es la suya propia, y
es difícil renegar de lo propio, por malo que sea), pero que a la vez es causa de su ruina como nación, hasta el punto de que lo que mejor les iría sin duda es desterrarla para siempre y sustituirla por la tradición europea y cristiana que no dudo ni por un momento que sus dominadores sajones y bóers calvinistas deberían
haberles enseñado mejor (tres siglos tuvieron para hacerlo). Aunque solo sea porque estoy seguro de que esa tradición -incluso en su devaluada versión herética
protestante- es la única que podría contribuir eficazmente a garantizar
su propia felicidad. ¡Y no es un deshonor recibirla desde fuera! ¿Acaso
no recibió Europa misma la fe cristiana (y seguramente también la
civilización) del Oriente Próximo egipcio y mesopotámico? A mí esa me parece una buena razón
para que el don que se nos hizo en el pasado procuráramos hacérselo
nosotros a los demás pueblos. IHS
UNA LISTA DE VERGÜENZA
He aquí una lista bastante idiota de las 20 personalidades más grandes de la Historia que aparece en http://religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=32754:
1. Jesús de Nazaret
2. Napoleón Bonaparte
3. Mahoma
4. William Shakespeare
5. Abraham Lincoln
6. George Washington
7. Adolf Hitler
8. Aristóteles
9. Alejandro Magno
10. Thomas Jefferson
11. Enrique VIII de Inglaterra
12. Charles Darwin
13. Elizabeth I de Inglaterra
14. Karl Marx
15. Julio César
16. La Reina Victoria de Inglaterra
17. Martín Lutero
18. Iosif Stalin
19. Albert Einstein
20. Cristobal Colón
De los diez primeros, a lo sumo merecen estar en tan alto pedestal
Jesucristo, Mahoma, Aristóteles y Alejandro. Entre los veinte primeros,
no desmerecen Napoleón, Lincoln, Hitler, Darwin, Marx, Colón, Einstein o
Stalin. Más arriba de lo que está merece que se lo ponga Lutero. Y
muchísimo más arriba que nadie (con la excepción de Cristo y quizá de
Mahoma) debería ubicarse segundo o tercero el gran Cayo Julio César. Eso
por el lado de los que aparecen en la lista.
Porque otros
muchos no aparecen. ¿Dónde está uno que ha influído en el mundo que hoy
conocemos mucho más que los anteriores? ¿Cómo no aparece Augusto,
sucesor de César y primer emperador romano, gracias a cuya obra el
Imperio duró en Occidente casi medio milenio y en Oriente casi un
milenio y medio? ¿Y Buda, que quizá sea el personaje histórico más
trascendente que ha dado Asia? ¿Y Gengis Khan, que seguramente sea el
mayor conquistador de la Historia y el más grande entre todos los bárbaros que han amenazado a la civilización? ¿Y Confucio y Lao Tsé, que fueron los
grandes organizadores sociales de China? ¿Y Carlomagno, que fue el más
grande de todos los monarcas medievales europeos y de cuyo Imperio
dividido en el Tratado de Verdún (843) proceden directamente las
actuales Francia y Alemania? ¿Y Homero, creador de obras inmortales como
"La Ilíada" y "La Odisea"? ¿Y Pericles, en quien se encarna el periodo
áureo de Atenas? ¿Y Temístocles, cuyo genio salvó de la ruina a toda la Hélade en la guerra contra los persas? ¿Y San Pablo, el Apóstol de los gentiles y principal artífice humano de la difusión del Cristianismo? ¿Y Newton,
que en su tiempo revolucionó la física? ¿Y los Reyes Católicos, que
forjaron la grandeza de España y patrocinaron a Colón?
¿Y los hermanos Macabeos -Judas, Jonatán y Simeón; hijos todos del gran
Matatías-, que evitaron que Antíoco IV Epífanes llevase a término sus
deleznables propósitos de helenización de Israel y que por ende
impidieron la desaparición del culto monoteista de encima de la
superficie de la Tierra? En fin, si yo hiciera la lista, sería muy
diferente. Pero, afortunadamente, tengo el suficiente seso como para
saber que ni siquiera el mayor erudito podría establecer claramente
quienes fueron los más grandes e importantes personajes de la Historia.
Hay ciertas cosas que solo las puede saber Dios.
¡Así que
preguntémosle a Jesucristo que piensa de todo esto! Desde luego, la
primera posición que ostenta el Señor, Dios y Redentor de todos los
hombres es indiscutible, y no solo para los que creemos que fue la
Encarnación de la única Divinidad... Por Él contamos los años.
¿Necesitamos otra demostración? Que sirva ésta. Comparándolo con otros
fundadores religiosos o modeladores sociales, es fácil reconocer que,
aunque Confucio o Mahoma han influído tremendamente en la cultura china o
musulmana -y seguramente si se preguntase a esa gente pondrían a esos
dos por encima de Cristo-, apenas han tenido peso entre nosotros. Por el
contrario, la cultura de Occidente se ha hecho sentir y ha sido
parcialmente copiada en todas partes. A través de ella Cristo se ha
convertido en un personaje al que tienen presente todas las culturas del
mundo, con independencia de que dichas culturas se hayan empapado del
cristianismo o hayan permanecido paganas. Seguramente un chino, un hindú
o un musulmán no lo tengan por el primero, pero le reconocerán espacio
entre los cinco primeros, cosa que no puede decirse de ninguno otro.
Porque de Él hemos hablado mucho a todos los que hemos conquistado y/o
aculturado. ¡Ya si para bien o para mal, si con sinceridad o invocándolo
de manera hipócrita, esos son temas que quedan para los historiadores
profesionales! IHS
¿QUÉ HACER CUANDO UN AMIGO TE DEJA TIRADO?
[Antes de leer este artículo, échenle un vistazo a este vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=3QAekd5A1iI]
Espero nunca jamás volver a tomarme la molestia enorme que me ha supuesto en el pasado intentar mantener vivas mis relaciones con esas personas a las que, de repente, sin previo aviso, pareces molestar o interrumpìr cada vez que tienes la iniciativa de reanudar con ellas un contacto que, por unas cosas o por otras, se ha visto interrumpido desde hace ya meses, y hasta años. ¡Esa es una valiosa lección que durante los últimos tiempos me ha enseñado la vida! Aunque quizá no todo lo rápido que me habría convenido, pero mejor tarde que nunca. ¿Para qué darse tanto trabajo? ¿Para sentir en todo momento que sobras en la vida de alguien a quien tuviste entre los mejores? Porque el problema no es estarse sin ver a alguien por mucho tiempo. Mis amistades no dependen del número de veces que veo al año a los que más quiero. Lo que verdaderamente a mi me sabe mal y me parece feo es sentir que se te trata como si estuvieras fuera de lugar en la vida de la persona a la que sientes que una vez le importaste. Aunque ya uno duda. ¿Sería todo mentira?
Espero nunca jamás volver a tomarme la molestia enorme que me ha supuesto en el pasado intentar mantener vivas mis relaciones con esas personas a las que, de repente, sin previo aviso, pareces molestar o interrumpìr cada vez que tienes la iniciativa de reanudar con ellas un contacto que, por unas cosas o por otras, se ha visto interrumpido desde hace ya meses, y hasta años. ¡Esa es una valiosa lección que durante los últimos tiempos me ha enseñado la vida! Aunque quizá no todo lo rápido que me habría convenido, pero mejor tarde que nunca. ¿Para qué darse tanto trabajo? ¿Para sentir en todo momento que sobras en la vida de alguien a quien tuviste entre los mejores? Porque el problema no es estarse sin ver a alguien por mucho tiempo. Mis amistades no dependen del número de veces que veo al año a los que más quiero. Lo que verdaderamente a mi me sabe mal y me parece feo es sentir que se te trata como si estuvieras fuera de lugar en la vida de la persona a la que sientes que una vez le importaste. Aunque ya uno duda. ¿Sería todo mentira?
Cuando tú
sabes que, pasara lo que pasara, el alejamiento que experimentaste en
relación con otra persona no fue culpa tuya y tú nada hiciste que
justifique la reacción que ese falso amigo ha tenido contigo al hacerte el vacío, lo mejor que puedes
hacer es seguir durmiendo con la conciencia tranquila. No entro ya en lo
de ser sincero con aquellos que es evidente que no tienen el menor
interés por saber cómo te va la vida. Siempre es un gustazo, en caso de
que vuelvas a verlos, no ocultar lo poco satisfecho que estás con su
comportamiento. ¿Que se lo toman mal? Pues dice el refrán que "quien se
pica, ajos come".
El problema es que pienso que actuar así es
hacer gala de una sinceridad que quizá el tipo de individuos de las que estoy hablando no merecen que tengas con ellos. Es verdad que no es cristiano
mentir. Por eso, mi consejo es el siguiente: Si te preguntan, díles lo que piensas. Si te apetece, diles lo
que piensas. Pero si ni te preguntan ni a ti te apetece contarles lo que
no merecen que tú les hagas saber, no vayas corriendo en pos de ellos
para anunciarles la verdad -esto es, lo legítimamente despegado de ellos
que te sientes-. Sería darles una importancia que no deben tener en tu
vida. Por respeto a tí mismo y también a tus verdaderos amigos.
El trago nunca es agradable. Sin embargo, se lo debes a los que siempre
han estado a tu lado y han sabido demostrarte que nunca te han
olvidado y que nunca te olvidarán. Es una forma de compensarles por el tiempo que no disfrutaste
en su compañía porque lo consumiste preocupado por asuntos relacionados
de una u otra forma con la persona que te falló. Un premio para todos
aquellos que han ganado una estantería propia y perdurable en el archivo
de tus recuerdos. Estantería, en el caso de estos últimos, cuya más
importante carga es el cariño que los buenos amigos te deben inspirar
siempre. IHS
BLASFEMAR NO DEBE SALIR GRATIS
A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!
El presente artículo viene motivado por una imagen. Nada más y nada menos que la siguiente:
Si
Dios quiere (y estoy seguro de que querrá), llegará el día en que esta
repugnante blasfemia costará muy caro a quienes produciendo este tipo de
material o compartiéndolo se mofan y befan de los más hondos
sentimientos que hacia la Madre de Dios
albergamos los que creemos en Él. Cosificar a la mujer es algo que nunca
recibirá mi aprobación, y me la pela que por ello me llamen puritano o
cosas peores. En mis relaciones con el otro sexo, prefiero quedarme
corto que pasarme de frenada. Puede que eso a veces no ayude a encontrar
a nuestra otra naranja, pero nos ayuda a vivir con honor. Divertirse
con cosas tan vulgares y de mal gusto como ésta es una falta de respeto
hacia las personas a las que convertimos en medios para nuestro placer,
pero nos envilece y esclaviza ante todo a nosotros mismos. En
definitiva, que a mi esta exaltación del puterío me ofendería y me
asquearía incluso de no mediar el insulto a lo sagrado, cosa que creo
que seguramente habrá quedado suficientemente clarita.
Sin embargo, no es por eso por lo que he estallado. El momento en el que se me ha hecho absolutamente imposible e inaceptable tragarme la procesión que me recorre por dentro fue aquel en el que me di cuenta de que se había utilizado un icono sagrado para colocarlo en uno de los sitios que menos podría corresponderle. El culo de una morenaza comprendo que sea cosa que nos guste a muchísimos hombres y haga que los ojos se nos salgan de las órbitas de puro deseo (qué duda cabe de que no estamos hechos de pìedra y de que a casi todos nos seduce la carne en mayor o en menor medida), pero no es ni será jamás un lugar adecuado para ubicar una imagen de Santa María siempre Virgen. A la que hoy, más que otras veces, le suplico que ruegue a su divino Hijo por todos nosotros. Digo "por todos nosotros" porque, aunque critique con frecuencia los pecados de otros, procuro no olvidar nunca que yo también necesito perdón y que quizás precise de él mucho más que aquellos a quienes afeo la conducta. IHS
Sin embargo, no es por eso por lo que he estallado. El momento en el que se me ha hecho absolutamente imposible e inaceptable tragarme la procesión que me recorre por dentro fue aquel en el que me di cuenta de que se había utilizado un icono sagrado para colocarlo en uno de los sitios que menos podría corresponderle. El culo de una morenaza comprendo que sea cosa que nos guste a muchísimos hombres y haga que los ojos se nos salgan de las órbitas de puro deseo (qué duda cabe de que no estamos hechos de pìedra y de que a casi todos nos seduce la carne en mayor o en menor medida), pero no es ni será jamás un lugar adecuado para ubicar una imagen de Santa María siempre Virgen. A la que hoy, más que otras veces, le suplico que ruegue a su divino Hijo por todos nosotros. Digo "por todos nosotros" porque, aunque critique con frecuencia los pecados de otros, procuro no olvidar nunca que yo también necesito perdón y que quizás precise de él mucho más que aquellos a quienes afeo la conducta. IHS
DISCUSIÓN INÚTIL SOBRE EL ABORTO
A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!
He estado esta tarde comentando el estado de Facebook de un buen amigo en el que se hablaba acerca del polémico libro "Cásate y sé sumisa", de Constanza Miriano. Iba a escribir un segundo comentario, pero prefiero hacer de esto un estado. Sobre todo porque hay interlocutores con los que vale la pena intentar comunicarse y otros con los que no. En este caso, no valía la pena. Cuando una persona no sabe razonar, simplemente es que no sabe. Y se trata de algo que no se puede enseñar. O al menos no a través de las redes sociales.
Eso exactamente es lo que sucedía con mi interlocutor. Su problema es que no me ha ofrecido ni una sola razón digna de ser tenida en cuenta para defender su posición (a saber: que el libro de la señora Miriano debe ser prohibido en nombre de la dictadura de lo políticamente correcto, que no es tiranía diferente de la que está llamada a ejercer la Bestia a que se hace referencia en el Apocalipsis). Lo único que ha hecho es marearme con normativa comunitaria que, según esta persona (y, desde luego, no fío nada en absoluto de su criterio), justificaría desde la perspectiva del Derecho la censura de la obra de la autora italiana.
Yo lo que me pregunto es: ¿Por qué creería mi oponente que un comentario en el que lo único que hace es invocar en defensa de su totalitario y liberticida punto de vista una montaña de reglamentos y directivas de la Unión Europea aportaría algo al debate que estábamos manteniendo? Aquel pasado intercambio de ideas no se centraba en torno al "ser" de las cosas -que tampoco creo que todavía sea el que sugiere nuestra interlocutora, aunque vayamos por desgracia camino de ello-. De lo que estábamos hablando era de cómo creemos nosotros que las cosas "deben ser". La salida que tuvo equivaldría a la que tuviera en una conversación sobre el Holocausto un contertulio que lo defendiese por ser legal conforme a la juridicidad nazi que rigió en Alemania durante los años del totalitarismo hitleriano; o una que lo criticase alegando que no se ajustaba al ordenamiento de la República de Weimar vigente cuando el cabo bohemio ascendió a la Cancillería. ¿Serviría eso acaso de base realmente valedera para estar a favor o para estar en contra de lo que hizo Hitler?
Lo cierto es que no. Porque no estábamos hablando en términos de legal/ilegal; sino de justo/injusto. Y cuando se habla en clave de justo/injusto a mi, al menos (y creo que no soy el único) me la pela totalmente lo que se suponga que sea legal o ilegal. Impedir la práctica de un aborto jamás dejará de ser bueno, por más que en el mundo entero se decidiera legalizar el Holocausto de los no nacidos. E intentar poner fin a un genocidio jamás estará mal, por más que el genocidio que se comete sea conforme a las leyes del país en el que tuviera lugar tal aberración.
De todas maneras, que nadie se sorprenda de la perfecta demostración de falta de juicio que acaba de correr a cargo de mi replicante. ¿Podía esperarse algo diferente de un pagano beligerante, perteneciente a ese grupo de personas que parece que se considerasen a sí mismas en perpétua guerra contra la voluntad de Dios y contra la Racionalidad perfecta y con mayúsculas que se sobreentiende caracteriza a nuestro Creador? Como decía el gran Chesterton, los seres humanos, en el momento en el que dejan de creer en Dios, empiezan a creer en cualquier cosa. Y yo a esa gran verdad añado que además lo hacen con notable gozo, en la medida en que sus creencias -por irracionales, irrazonables e insensatas que sean- les sirven de excusa a sus propios y necios ojos para justificar su falta de fe en las verdades reveladas a los hombres por el Altísimo.
Esos paganos (y una persona que habla como la que ocasiona este estado se cuenta entre ellos -con independencia de lo que esa misma persona afirmara respecto de sus creencias íntimas-) no tienen bastante con descristianizar el mundo ocasionándole un infinito daño que seguramente se volverá contra las mismas personas que propugnan esta gran maldad. ¡Si por estos enemigos de la Verdad fuera, se descristianizaría también la fe que desde hace veintiún siglos enseña la Iglesia Católica, y hasta la misma figura de nuestro Maestro! Pues eso es lo que quieren: que la fe que profesamos quede vacía de todo contenido más allá del que impongan en cada ocasión histórica distinta las pasajeras modas del momento. De ahí la necesidad que tienen de emprender toda esta patética persecución de un libro en el que lo único que pretende su autora es exponer lo que tanto ella como muchos otros consideran que es la enseñanza cristiana acerca del matrimonio que nos fue transmitida a los creyentes por San Pablo, y que a éste le fue revelada por nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo. Bendito sea el Apóstol de los Gentiles, y más todavía el Mesías Redentor que lo eligió para ocupar la alta posición que le fue encomendada. Así sea. IHS
Suscribirse a:
Entradas (Atom)