martes, 12 de septiembre de 2017

RAZONES DE LOS PARTIDOS Y MONARQUÍA ESPAÑOLES PARA APOYAR LA INDEPENDENCIA DE LA REPÚBLICA CATALANA

[Antes de leer este artículo, échenle un vistazo a este vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=3QAekd5A1iI]

Ahora que han pasado unos días, toca quizá hablar sobre una de las facetas que menos han llamado a lo largo y ancho de la geografía nacional de los atentados acaecidos el pasado 17 de agosto en Cataluña. No me refiero al vergonzoso uso que de la matanza han hecho las autoridades políticas catalanas a fin de instrumentalizarla de muchas maneras para la causa de la independencia. Es un hecho que han sacado pecho de la supuesta operatividad de los Mozos de Escuadra (que a estos efectos da igual si es o no real y digna de reconocimiento o falsa y como tal mera propaganda separatista que deberíamos contrarrestar), y que han presumido de actuar como si de un Estado independiente ya se trataran. Desgraciadamente, el Gobierno español contribuyó a que esto fuera posible con una ausencia que reforzó la impresión de que los separatistas tienen razón cuando afirman que Cataluña no necesita para nada al resto de España y está preparada para echar a volar por su cuenta independientemente. El Gobierno ha permitido la usurpación manifiesta de competencias del Estado central, que son precisamente las que la Generalidad afirma que podrá ejercer una vez se convierta en el ejecutivo de una nueva República Catalana.

Así pues, este artículo no pretende lanzarse a la yugular del separatismo, sino indagar acerca de por qué tanto el Gobierno como los partidos políticos de importancia nacional y la propia Monarquía parecen no solo no querer remediar esta situación, sino estar encantados con ella y desear fervorosamente que vaya a más. Se trata de dilucidar si no va a ser al final que es posible que todos los grandes partidos políticos españoles quieran, por unas razones o por otras, la independencia de Cataluña. Al igual que el Rey Felipe VI de Borbón. Yo no puedo saber a ciencia cierta si mis especulaciones son o no ciertas, e igual estoy equivocado de medio a medio. Pero cuando, en una situación en la que la integridad nacional de España podría enfrentar el mayor riesgo conocido desde 1640 (cuando bien pudo haberse disgregado con carácter general en nuevas "taifas cristianas", pero consiguió mantener en lo esencial su unidad pese a la definitiva secesión de Portugal), y el Gobierno no tiene mejor idea que la de ausentarse tras una matanza terrorista para permitir que los separatistas presuman de tener controlada la situación y encima acusen a España de incomparecencia y de que en el fondo le traen al pairo los problemas relacionados con la seguridad de los catalanes, parece lógico especular con que no se trate de simple y siniestra incompetencia, sino más bien de simple y todavía más siniestra connivencia con el independentismo. De modo que ahí van mis especulaciones acerca de por qué a los actores políticos principales de España podría parecerles una gran cosa la independencia de Cataluña.

Comencemos por el PP. Su caso es el más flagrante de todos. No porque lo diga yo, sino porque es el partido que gobierna España y el que, entre todos, tendría el deber principal y más evidente de actuar. En lugar de eso, su omisión ha tenido como resultado que se haya dejado pasar una oportunidad de oro para restablecer, sin necesidad de falsas excusas, la presencia ordinaria del Estado en Cataluña de manera que los catalanes vuelvan a acostumbrarse a ella (presencia que además estaría justificada por la necesidad de que la Policía Nacional y la Guardia Civil se hagan cargo de la lucha contra el terrorismo yihadista, sobre los que pese a la existencia de los Mozos de Escuadra sigue teniendo competencia el Estado Central). Peor aún, ha permitido que en lugar de eso suceda todo lo contrario: exaltación del independentismo y de su capacidad para llevar a la práctica sus delirios hasta el punto de obligar al Rey a pasar por la humillación de desfilar por Barcelona rodeado de las senyeras esteladas burguesas y rojas de los independentistas. Sin entrar, por no ser el asunto central del artículo, en la exaltación terrorífica del Islam como religión de paz, hasta el límite de hacer hablar en los actos de Ripoll a la hermana de dos de los asesinos (que no debería tomar la palabra en momentos como éstos ni siquiera si realmente repudia el horror cometido por sus hermanos en nombre de Alá y Mahoma). ¿Qué sentido tiene todo esto? ¿No debería ser el PP, de entre todos los partidos de ámbito nacional, el más firme garante de la unidad de España?

A tenor de su idolatría ciega hacia nuestra desafortunada Constitución (que, pese a sus infinitas majaderías y desafueros, medio acertaba cuando proclamaba la unidad indisoluble de la Nación española), y del hecho de estar gobernando, cabría esperar que así fuera. Pero en realidad sospecho que ese no es el caso. Mucho me temo que el PP en realidad lo que esté es deseando encontrar la excusa perfecta para dejar marchar a una Cataluña independiente. Sin importar que se convierta en República, Monarquía, Califato musulmán, Imperio "Gayláctico", Matriarcado abortista o "Fragoneta" cani-gitanorra. Y tiene mucho sentido que así sea. El PP cree que la gobernabilidad de España sería infinitamente más fácil desprendiéndose de Cataluña. A lo más a lo que aspirará será a retardar ese momento para que a la UE no se le indigeste y pueda tomar las medidas que estime pertinentes. Pero es un hecho que el PP piensa que sin Cataluña aumentan sus posibilidades de reunir mayorías absolutas, sea solo o acompañado por C's.

Pasando al Rey, debemos de tener en cuenta que para las cabezas coronadas de todas partes la vitalidad y fuerza de sus reinos tienden a carecer de importancia desde el momento en que, afortunadamente, han dejado de gobernarlos para siempre. Al Rey Felipe VI de Borbón una hipotética segregación de Cataluña (tanto le da si en clave monárquica o en clave republicana) no le perjudica en nada, ni comprometería el boato de la Monarquía. Por el contrario, le beneficia en un sentido que debería ser obvio, dado que una secesión catalana garantiza que en un hipotético referéndum en el que se votase entre Monarquía y República la causa republicana pierda millones de votos. Cataluña es la segunda región más poblada de España, con casi ocho millones de habitantes. Y parece bastante claro que, en caso de celebrarse un referéndum para decidir entre Monarquía y República, Cataluña optaría abrumadoramente a favor de la República. Prueba de que la causa de la Monarquía es popular en Cataluña es que entre los separatistas la cuestión no es polémica: todos optan por la República como forma de Estado de una Cataluña independiente.

Se habla constantemente de la República Catalana. Nada que ver con el "Plan Ibarretxe", que, aunque no compartido por todos los separatistas vascos, proponía que el Rey de España siguiera siéndolo del País Vasco. Lo que rebosaba de lógica, dado que el separatismo vasco del PNV históricamente ha sido retrógrado en el más puro sentido de la palabra, y además el "Plan Ibarretxe" no preveía en absoluto la independencia del País Vasco, sino simplemente un tipo de relación entre éste y el resto de España semeja a la de los Estados Federados de EEUU con la Unión Federal, con la única adición de una soberanía plena -y no limitada como la de los Estados de EEUU- amparada en el eufemístico "derecho a decidir", en virtud de la cual una mera mayoría absoluta del Parlamento vasco podía forzar negociaciones para la independencia. Tampoco el caso catalán guarda semejanzas con el de Escocia, donde una mayoría clara de independentistas escoceses parecen desear que los Reyes de Gran Bretaña sigan siéndolo, solo que no de ningún Reino Unido, sino de un Reino de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, por un lado, y también de un Reino de Escocia, por el otro. El independentismo escocés republicano parece a día de hoy importante, pero minoritario.

Así pues, a Felipe VI seguramente le convenga mucho la independencia de Cataluña. Porque tenderá a garantizarle conservar la Jefatura de Estado sobre lo que quede de España a título de Rey que recibió de su padre y que Juan Carlos I recibió de Franco. Y le facilitará legársela a la futura Leonor I. Recordemos esto: dada la ausencia de méritos conocidos, es el título rancio y caduco el que mantiene a este hombre y a su familia como parte de la alta sociedad planetaria. Sin su título de Rey, el Borbón no es absolutamente nadie. Y, aunque por un casual fuera una persona capaz que pudiera abrirse camino hasta lo más alto de la sociedad en el campo que fuera, nada garantiza que sus hipotéticas buenas cualidades se transfirieran a su descendencia. Al final, el compromiso que el Rey no tiene con su patria con lo que lo tiene es con su familia. Y lo único que le interesa es conservar una corona de cierta importancia (y España seguiría siéndolo incluso en el caso de que se secesionara Cataluña). De modo que seguramente le satisfaga la independencia de Cataluña (aunque quizá no debiera satisfacerle tanto, dado que bien podría precipitar la evolución de los acontecimientos en España e incluso movimientos republicanos que considerasen que republicanizar España pudiera ser de ayuda a la hora de componer una solución por medio de la cual nos federásemos o confederásemos con Cataluña).

Respecto a PSOE y PODEMOS, que para esto vienen a ser una misma cosa, la independencia de Cataluña podría ser más deseable de lo que parecería en un primer momento. Es verdad que potencialmente favorecería al PP al facilitarle la consecución de mayorías, ya sea en solitario o aliado con C's. Sin embargo, hay un punto que debemos tener en cuenta: no se antoja impensable que, en caso de que se nos independizara la República Catalana, los problemas relacionados con la integridad territorial de España puedan atemperarse, dependiendo de si el separatismo vasco se subiera o no al carro de la independencia (cosa que no es segura, porque al País Vasco le beneficia infinitamente más seguir dentro de España de lo que pueda beneficiarle a Cataluña, como consecuencia de sus privilegios de tipo fiscal respecto del resto del país, salvo la Navarra que reivindican como propia). Si así sucediera, el antagonismo entre PODEMOS y C's podría disminuir lo suficiente como para que los naranjas estuvieran dispuestos a pactar con el PSOE y PODEMOS contra el PP. Posibilidad tanto más factible si el PP no hace esfuerzos serios contra la corrupción galopante en que parece llevar instalado desde su misma aparición.

Téngase en cuenta que, más allá de la economía, los desacuerdos entre los tres partidos no son demasiado grandes. Los tres partidos están a favor de las leyes LGTBI, los tres son de tendencias feminazis, los tres son ultraabortistas radicales (allí donde el PP es ultraabortista moderado), los tres son anticlericales y partidarios de revisar las relaciones entre el Estado y la Iglesia Católica, los tres son partidarios de una regeneración democrática de pega que no ponga en peligro la completa hegemonía de las cúpulas de los partidos políticos sobre unos Diputados nacionales y autonómicos completamente irrelevantes. En realidad, los tres partidos podrían plantearse hasta un gobierno tetrapartito con el PP del mismo modo en que CDC (ahora PDCat), ERC y las CUP se entienden en Cataluña. Al fin y al cabo, salvo la política hostil hacia una Iglesia Católica y las medidas de falsa regeneración democrática, el PP comparte todas las políticas antes mencionadas -y no siempre en un grado más moderado-. Si pese a ello no hay pacto con el PP, es solo porque el simulacro de democracia hoy existente en España exige aparentar la existencia de un enfrentamiento perfectamente falso entre por lo menos dos grandes alianzas políticas.

De la mano de todo lo anterior va la razón que C's podría tener para desear la independencia de Cataluña. Que no es otra que la siguiente: aunque el partido sea de origen catalán e impulse calladamente políticas sospechosamente catalanistas en Comunidades Autónomas diferentes de Cataluña, se ha fortalecido lo suficiente en el conjunto de España como para que quepa esperar que siga presente en la política española de modo perdurable incluso en el caso de que se segregue su región de origen. Es un hecho que en las elecciones de 2015, C's obtuvo 35 de sus 40 Diputados fuera de Cataluña (en la que solo obtuvo 5). Cifra que en 2016 apenas se redujo, pasando a obtener 27 de sus 32 Diputados fuera de Cataluña (donde volvió a obtener 5). Tanto en Madrid como en la Comunidad Valenciana y Andalucía sus resultados fueron mejores en escaños y/o votos que los que obtuvo en Cataluña. De manera que C's no quedaría fuera de juego en el caso de una hipotética secesión catalana.

De hecho, la aparición de una República Catalana abriría a C's horizontes que no está claro que tuvieran el resto de partidos "unionistas" de Cataluña. Al tratarse de un partido originado en Cataluña, cabria imaginar que subsistiera y que se convirtiera en un partido sólidamente binacional, que jugase a hacer de nexo de unión entre Cataluña y la España de la que se escindiera. De hecho, cabría incluso imaginar que concentrara decisivamente el voto de los catalanes que conservaran sentimientos más o menos fuertes hacia España. Y, si bien es verdad que cabe imaginar que la vida política de la República Catalana sería fundamentalmente dominada por los partidos que conquistaran la independencia (según cómo evolucionara la nueva República, cabría hasta temer que los demás pudieran ser desarticulados por "deslealtad" hacia el nuevo régimen), no hay nada escrito de antemano acerca del futuro, de manera que bien podría ser que, andando el tiempo, los políticos que hoy abogan por mantener Cataluña dentro de España aceptaran los hechos consumados y participasen como si tal cosa en el juego político de la República Catalana.

En realidad, yo cuando pienso en esto dejo volar mi imaginación. Pienso que sería interesante que, efectivamente, tras la independencia de Cataluña los catalanes conservaran la nacionalidad española e incluso que sus descendientes la conservaran. Creo que no deberían (en todo caso se debería darles un plazo para optar por la nacionalidad española o por la catalana, y debería desnacionalizarse automáticamente a todo aquel que aceptara la nacionalidad catalana), que carecería de sentido y que sería un insulto a todos los españoles, pero de nuestra clase política espero absolutamente cualquier ruindad o crimen. Los políticos españoles consideran que el país existe para darle una posición y lo trata como su cortijo, no vacilando en hablar de la soberanía como si fuera una cosa que les pertenece y con la que pueden casi literalmente hacer negocio. En verdad son el mejor y más completo argumento imaginable en favor de la secesión de Cataluña y de cualquier otra región que se lo plantease. Por lo tanto, no veo imposible que ordenen al TC interpretar la Constitución, llegado el caso, de tal modo que se interprete el artículo 11.2 de modo tal que se considere imposible despojar a los catalanes nacidos españoles de la nacionalidad española, por ser españoles de origen. Y no me parecería imposible que tanto el PSOE como PODEMOS y C's (quien sabe si también el PP) se negasen a modificar nuestras leyes, que en la práctica permiten que quien ha sido español conserve su nacionalidad pese a adquirir otra extranjera sin más requisito que, en plazo de tres años, solicitar conservar dicha nacionalidad. En definitiva, que tendría su gracia que diversos políticos, especialmente de C's, adquirieran la nacionalidad española reteniendo la catalana, y que como consecuencia de ello hicieran política simultáneamente en España y en Cataluña. En mi mente contemplo ya a un flamante Albert Rivera estableciendo una vinculación personal entre los dos Estados al convertirse a un tiempo en Presidente del Gobierno del Reino de España y en Presidente de la República Catalana. ¿A que mola?

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