miércoles, 27 de septiembre de 2017

AfD, O EL PELIGRO DE PERDER RÁPIDAMENTE TODO LO GANADO CON MUCHO ESFUERZO

[Antes de leer este artículo, échenle un vistazo a este vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=3QAekd5A1iI]

Dije en el artículo anterior que lo de opinar acerca de los resultados de las elecciones que se han celebrado en Alemania lo dejaba para otro día. Y dije mal, porque de los resultados las elecciones alemanas no tiene sentido ninguno "opinar". Los resultados de las elecciones alemanas hablan por sí mismos para el que sepa leerlos. No puede opinarse acerca de si los "nazis" (siempre según los medios) de AfD tuvieron o no un enorme éxito electoral inédito desde los días de los verdaderos nazis (es decir, desde los tiempos de NSDAP), ni acerca de si fue la peor noche de la Historia de posguerra para el SPD, ni de si ha tenido o no lugar un resurgimiento de los liberales del FDP, ni de si el resultado de Merkel es tremendamente decepcionante además de inesperado. Simplemente hay que observar los números y cotejarlos con los de anteriores elecciones.

Empero, si que voy a hablar de la política alemana. Y, más concretamente, del golpe que sufre no tanto a raíz de la entrada de AfD en el Bundestag, sino más bien a raíz de la posibilidad de que suceda exactamente lo contrario a no mucho tardar, y de que AfD salga de la política alemana exactamente por la misma puerta por la que entró. Esa es la posibilidad absolutamente imprevista que se abre al haber tenido lugar menos de un día después de las elecciones federales unas declaraciones incendiarias efectuadas por su principal Copresidenta: la líder de la formación en Sajonia, Frauke Petry. Que anunció la bomba en rueda de prensa conjunta en la que estaban presentes el otro Copresidente, Jörg Meuthen, así como los dos líderes de la campaña electoral al Bundestag: Alice Weidel y Alexander Gauland. Quienes, por lo que se ve, no tenían ni idea de que Petry tuviera tales intenciones, y quedaron visiblemente descolocados por la noticia, quedándose con cara de pasmo cuando la Copresidenta anunció que no formaría parte del grupo parlamentario de AfD, pero a la vez afirmó que no renunciará a su escaño en el Bundestag; además de aprovechar para soltar perlas tales como que muchos "militantes serios" se plantean seguir sus pasos, o como que durante la campaña electoral (exitosa hasta el punto de llevar a la formación a pasar de la nada a ser una de las terceras fuerzas políticas más poderosas de la Historia de la República Federal Alemana) la AfD se ha caracterizado por comportarse como un partido "anárquico". Noticia que sugería lo que hoy se ha confirmado: que Frauke Petry abandona AfD.

Todavía no están claras las consecuencias de tal abandono. Pero pueden ser trascendentales. Vayamos por partes. Frauke Petry ha sido desde 2015 la cara más visible del partido, y es la Copresidenta bajo cuya dirección la formación adoptó la postura claramente antimusulmana, euroescéptica y antirefugiados a la que AfD debe su trayectoria ascendente. Es verdad que, en abril del presente año, perdió el pulso para encabezar la candidatura a la Cancillería, le crecieron los enanos, pasó a un segundo plano, y se dejó robar protagonismo por Weidel y Gauland. Con eso y todo, sigue siendo seguramente el rostro más identificable que ha dado AfD en su corta singladura política. Su marcha equivaldría a la marcha fuera de PODEMOS no de Errejón, sino de un Iglesias desposeído del liderazgo. Asimismo, es la líder del partido en Sajonia, que es con diferencia el Länd en el que AfD es más poderosa electoralmente, según se ha visto en estas elecciones, y en el que ha conseguido convertirse en la primera fuerza política. Con ella literalmente a la cabeza, dado que no solo los tres Diputados de distrito (para entender el sentido de estos términos, ir a https://lascronicassertorianas.blogspot.com.es/2017/09/el-sistema-electoral-aleman-de.html) que en la presente elección acaba de ganar AfD los ha ganado en Sajonia, sino que además ella es la que, de entre esos tres Diputados de distrito, mejor resultado electoral ha obtenido con diferencia.

Todavía hay más. Frauke Petry era una líder que daba buena imagen al partido, por la excelencia que caracteriza su trayectoria profesional como química y empresaria: recibió la Orden del Mérito de la República Federal Alemana, que es la máxima condecoración al mérito civil en el país teutónico (lo que de por sí la dota de un aire de inteligencia, mérito, capacidad e intelectualidad que, al margen de si es fiel reflejo o no de la realidad, hace difícil presentarla como si de una fanática desneuronada repite-consignas se tratara). No dudo de que habrá líderes en AfD con muy buenos currículos, pero es dudoso que haya uno solo realmente comparable a Frauke Petry en esto. En definitiva, que es un personaje político al que no se debe menospreciar, y que es concebible que dé lugar a una escisión seria que se lleve buena parte de AfD por delante. posibilidad que todavía es apresurado dar por hecha, pero que indudablemente existe. Y a la que apuntan la marcha anunciada también hoy del líder de AfD en Renania del Norte-Westfalia, Marcus Pretzell, quien casualmente es el segundo y reciente marido de Petry (embarazada del que será su quinto hijo y el primero en común con Pretzell, tras los cuatro que tuvo con su, desde un punto de vista cristiano, legítimo y verdadero marido, un pastor luterano sajón). ¿Es una marcha significativa? Lo previsible le quita fuerza, pero tampoco el personaje era insignificante en AfD con anterioridad a su boda con Petry, y le han seguido otros cargos. Habrá que ver el arrastre que consigan tener, tanto en el Bundestag como en los Landtag (nombre de los Parlamentos de los Länder), pero muy especialmente en el primero. Allí, cualquier número de parlamentarios podría conformar un grupo parlamentario, aunque de derechos más bien reducidos. Sin embargo, si llegan a los 35, si que podrían constituir un grupo parlamentario propio alternativo al que constituyera AfD (que, sin embargo, tras haber obtenido la friolera de 94 Diputados en las elecciones, tiene Diputados de sobra para perder).

Dije antes que la división ocasionada por Petry ha sido imprevista. Lo que desde luego no ha sido es imprevisible. Si por algo se caracteriza AfD es por su cainismo y completa falta de cohesión interna. Ya el cofundador e impulsor principal de AfD, Berd Lucke, tras su desalojo de la Presidencia precisamente por Petry y Meuthen, constituyó un nuevo partido que ha cosechado nulo éxito, centrado en el euroescepticismo pero alejado de las posturas antimahometanas de AfD. Y las filiales regionales de AfD han sufrido un sinnúmero de divisiones. Este hecho, curiosamente, sirve para ilustrar la fuerza del partido, que incluso en esta situación de guerra civil intermitente que a cada poco se reactiva ha sido capaz de cosechar un éxito sin precedentes en la política alemana. Igual que a Lucke podría sucederle a Petry. En esta ocasión, sin embargo, hay diferencias.

Lucke, que posiblemente sea un individuo algo idealista desaprovechó un filón electoral evidente, y quiso jugar a ser una especie de "FDP liberal-euroescéptico". Eso no seduce a nadie, porque el euroescepticismo alemán, como el de todas partes, si bien hunde parte de sus raíces en la economía, también bebe de la fuente del legítimo resentimiento que despiertan las políticas de autodestrucción demográfica y cultural. En Alemania incluso más que en otros países, porque además es un país dominado por un exagerado (y por ende insano) sentimiento de culpa, en el que desde hace décadas se cultivan sentimientos de autorepudio. Ese es el discurso gracias al cual leía hace semanas que una socialdemócrata de origen turco afirmaba tan ricamente que, más allá de la lengua, no es posible identificar algo así como "una cultura alemana". Los políticos tradicionales que han llenado Europa de inmigración no deseada y además de eso peligrosa podrán mirar para otro lado, pero es comprensible que a la gente le disguste en lo más hondo la desvergüenza de una extranjera que por un lado exige el respeto de su cultura (por horribles que sean muchas de sus tradiciones o de los principios religiosos mahometanos que la han modelado durante siglos), pero que luego niega contra la más palmaria evidencia que el país de acogida tenga una cultura propia. Esas palabras son insultantes, e incluso cabe considerarlas amenazadoras (¿qué respeto mostrara la turca por una cultura que tiene el desparpajo de afirmar que no existe más que en la cabeza de gente a la que tacha poco menos que de chiflada?).

Por eso a la gente le gustó que Gauland, durante la campaña electoral, hablara a favor del respeto por los alemanes que combatieron heróicamente por su país durante la II Guerra Mundial (al margen de que, en el caso de muchos inconscientemente, combatieran a favor de esa causa criminal de Hitler por la que el país lleva tres generaciones pidiendo perdón sin tiempo casi para otra cosa). Y por eso AfD comenzó a romper la baraja política nada más adoptar planteamientos que la acercaron a movimientos espontáneos de la ciudadanía tales como PEGIDA (Patriotas Europeos Contra la Islamización de Occidente). Y por eso mismo una escisión acaudillada por Petry podría tener éxito, siempre y cuando no reniegue del discurso que ella misma, por más que ahora los medios la vendan como "moderada" (tras haberla antes pintado con los colores del fanatismo), propulsó cuando tomó con Meuthen las riendas de AfD en 2015. Con eso no digo que Petry deba limitarse a repetir el discurso de AfD. Si quiere que alguien la siga, seguramente le convenga diferenciar en algo sus propuestas de las del partido del que se escinde. ¿En qué? No lo sé, entre otras cosas porque no se nada de las ideas que ha defendido Petry dentro del partido.. No sé si sería un partido más estatista o más antiestatista, más cristiano o más pagano en lo social, más proclive al enfrentamiento o al pacto con el sistema... No alcanzo a imaginar en qué se diferenciaría el hipotético partido de Petry, pero casi por fuerza en algo tendría que diferenciarse.

La importancia mayor de lo que suceda, todo sea dicho, no radica tanto en lo sucedido como en la prontitud con que ha sucedido. Si esto sucediera dentro de dos años, sería distinto. Sucede ahora, justo tras las elecciones, y en función de si Petry se queda aislada o es seguida por muchos está la clave de lo que pase después. Si su escisión parece ganar fuerza, podría tener consecuencias que excedieran con mucho a AfD. La inefable "Canciller del Mundo", Ángela Merkel, podría encontrarse con una oportunidad de oro para impedir la consolidación de AfD que no esperaba. ¿O sí la esperaba? ¿Podría ser Merkel la instigadora última de la marcha de Petry y de los problemas internos de AfD? ¿Podría haber seducido Merkel a Petry con algún tipo de promesa de futuro reciclaje político si dinamita AfD? De cosas mucho peores y golpes mucho más bajos creo capaz a la Canciller, que no por nada lleva doce años seguidos gobernando Alemania; aunque todo esto es elucubración, y no doy por hecho que Petry sea la clase de mujer que se vende ni que al final sus motivos para estar en política fueran espurios.

Si la escisión se consolidase, podrían resolverse los problemas de Merkel para la formación de Gobierno mediante la convocatoria de nuevas elecciones. El sistema electoral alemán es tremendamente exigente, y la ruptura de AfD podría pasarle factura electoralmente hablando. Merkel podría convocar nuevas elecciones en las que tendría esperanzas de que el debilitamiento de AfD le permitiera alcanzar la mayoría parlamentaria junto con los liberales del FDP. Pero más importante que eso es que tendría la posibilidad de echar fuera del Bundestag a AfD, que correría el riesgo de quedar por debajo de 5% exigido para entrar, sin que seguramente le fuera posible ganar los tres distritos necesarios para compensar tal debacle y mantenerse en el Bundestag. Y, aunque quizá eso no satisfaría a Merkel tanto como la total desaparición de los partidos antimahometanos del Bundestag, existiría la posibilidad de que AfD fuera sustituida por un partido encabezado por Petry que hipotéticamente sería más moderado. En todo caso, las ganancias serían previsibles, y lo único que tendría que hacer la Canciller para cosecharlas sería entorpecer artificialmente las negociaciones con vistas a la formación de Gobierno.

Siempre, sin embargo, existiría el riesgo contrario: el de que los partidos separados se fortalecieran. Evidentemente, es imprevisible que en nuevas elecciones la AfD repitiera su marca, y más aún que lo hiciera Petry. Pero AfD sumó en las últimas elecciones el 12.6% de los votos, lo que da para que ambos partidos escindidos sacaran de sobra más del 5% exigido para entrar, al margen de cuál de ellos quedara mejor. No sería lo más probable (existiría un riesgo cierto de que el más débil de los dos partidos quedase fuera del Bundestag), pero tampoco es imposible. Y si el resultado de la operación, dado el alto grado de proporcionalidad del extraño sistema electoral alemán, fueran dos partidos antimahometanos que, pese a sus diferencias, coincidieran en odiarla, y que encima sumaran más fuerza juntos que la que ha mostrado AfD en los últimos comicios, el fracaso de la Canciller podría poner fin a su vida política.

Todo sea dicho, aunque me horrorizaría una división seria por sus efectos potencialmente devastadores, si el resultado de todo esto fueran dos partidos capaces de convertirse en habituales del Bundestag e incluso de incrementarse por separado, eso sería ideal. Si fueran capaces de actuar al menos parcialmente de concierto y al menos uno de los dos fuera mínimamente capaz de tender puentes con otras fuerzas del espectro político alemán, sería difícil dar imagen al conjunto de aislamiento total. Es más, podría conseguirse algo que no se ha conseguido de momento en ningún lugar. Y es que incluso donde los partidos antimahometanos y defensores de la herencia cristiana de Occidente son más fuertes, ellos mismos son el mayor enemigo del éxito. Son partidos con ideologías quizá demasiado concretas, o casas grandes de partidos en los que coexisten familias diversas. Pero no dan la impresión de poder llegar a convertirse en un espectro político alternativo. Esto no es una crítica, sino la constatación de un hecho, por lo demás comprensible (dado que los sistemas electorales prácticamente nunca premian la mayor división de un electorado). Normalmente, son partidos que dan la impresión de poder sustituir a conservadores o socialistas (normalmente más a los primeros que a los segundos), pero el mismo hecho de ser un único partido dificulta imaginarlos sustituyendo a ambos. En ese sentido, quizá la formación de un partido de Petry al margen de AfD sea la forma de que existan partidos ideológicamente diferenciados, uno más claramente a la caza del SPD/Verdes/ex-comunistas, y otro preferentemente dedicado a desafiar a la CDU/FDP. No es nada probable, pero si ocurriera podría abrir perspectivas impensadas: la sustitución no de un partido, sino de la práctica totalidad del arco parlamentario.

No obstante, y por desgracia, si hay una división lo más probable es que los partidos surgidos de ella sean parecidos. Alguna diferencia menor los separará, pero seguramente ambos tiendan a luchar por un electorado semejante, y ambos tiendan a ampliarse a costa del mismo tipo de electorado. Podría repetirse la historia del FPÖ de Haider, dividido cuando el propio Haider abandonó el partido para fundar el BZÖ. Ambos partidos compitieron, y ambos entraron en el Nationalrat austríaco. Prosperaron hasta el punto de que durante dos elecciones seguidas (2006, 2008) ambos crecieron, e incluso llegaron a sumar el máximo histórico del antimahometanismo austríaco (superando por separado la gran marca que obtuvieron unidos bajo Haider en 2002). Pero eran partidos demasiado parecidos, y completos vasos comunicantes. Algo así como la UPyD y el C's españoles antes de la total victoria que sobre los primeros obtuvieron los segundos.

En fin, aquí terminamos por hoy. Baste dejar sentado que Alemania vive tiempo interesantes. Pase lo que pase, ¡que no se pierda la esperanza en que el restablecimiento de cierta cordura es posible! IHS

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