domingo, 9 de diciembre de 2018

OBJETIVOS Y EXPECTATIVAS DE VOX



Sobre lo que VOX debe hacer en la Bética tras sus excepcionales resultados electorales del pasado día 2 de diciembre, he escrito mucho en el anterior artículo. Y aún así creo haberme quedado corto. Tal vez el día después todavía habría añadido alguna consideración relativa al partido, si C's o PP, al que convendría más exaltar a la Presidencia de la Junta. Sin embargo, vistas las declaraciones altamente contradictorias y lamentables de dirigentes de ambas fuerzas políticas en lo que respecta a VOX, me abstengo de opinar en una cuestión que a mi, personalmente, me da del todo lo mismo. Me trae sin cuidado que se invista a Juan Marín o a Juan Manuel Moreno Bonilla, o a quien finalmente decidieran estos dos partidos mientras la alianza de Gobierno resultante sea un Tripartito Hispanista Bético que se consagre a desmantelar las redes clientelares asentadas a lo largo de 36 años por el PSOE bético con sus socios ocasionales del PA, IU y el propio C's. Ahora bien, me permito insistir de vuelta en que la actitud de C's y la del PP prueba a todas luces que, si se quieren destruir las estructuras de voto cautivo del PSOE sin que naranjitos y azulones las sustituyan por las propias, y, más importante aún, si se quiere revertir en el terreno de lo ideológico el zapaterismo y el alandalusismo en la Bética y comenzar a impugnar la visión estúpida y nefasta que Blas Infante tenía de la tierra que lo vio nacer, es estrictamente necesario que VOX entre en el Gobierno con toda la fuerza que exige su resultado electoral.

Entrar en el Gobierno no solo es la única forma de garantizar un cambio real, sino que también es la forma de que se haga patente a todas luces la magnitud de ese cambio. Es conseguir que esa misma Bética históricamente demonizada en toda España por el electorado potencial de VOX (así como por una clara mayoría de los electorados del PP y C's), que ha visto en ella la encarnación misma del Mal representado por el "PSOE Eterno", pase a convertirse en referencia para todos aquellos que ansían en España desandar el camino nefasto que el país ha recorrido desde que las 192 víctimas de los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004 sentaran las bases sobre las que se instauró en nuestro país el zapaterismo.

Si VOX sabe gestionar debidamente su propio éxito, la Bética podría llegar a protagonizar lo que yo denomino una "Operación Omar Ben Hafsún", en referencia al rebelde muladí que, en el siglo IX y principios del X, se rebeló exitosamente contra el poder de los Omeyas cordobeses, y que, sobre todo a raíz de su retorno a la Fé cristiana de sus ancestros hispanogodos (se bautizó como Samuel), estuvo por unos años a punto de poner fin a Al-Ándalus por la vía de lo que, de llegar a culminar con éxito, habría supuesto toda una Reconquista interior (esto es, la restauración del orden cristiano por medio de una revolución religiosa interior dentro del propio Emirato andalusí), que habría podido hacer del todo innecesaria la restauración del poder cristiano a través de la Reconquista exterior que contra Al-Ándalus protagonizarían finalmente los Reinos y Señoríos del Norte que permaneció libre del poder musulmán o se libró de él sin apenas haber experimentado islamización. Los de Santiago Abascal podrían conseguir algo semejante, como lo sería iniciar la destrucción del zapaterismo a través de una rebelión coronada con el éxito nada más y nada menos que en el que a lo largo de estas cuatro décadas ha sido considerado con razón como su baluarte principal.

Indudablemente, entrar en el Gobierno bético tiene sus riesgos. Implicaría una mayor probabilidad de plena asimilación por parte de VOX de los malos usos y modos propios de los partidos tradicionales, por no hablar directamente del riesgo de que cargos de VOX protagonizaran sendos y vergonzosos casos de corrupción. También implicaría el riesgo de compartir el descrédito de un Gobierno mediocre, o de decepcionar a sus votantes en el caso de que la reversión de ciertas políticas (fundamentalmente las ideológicas) no se efectuara con la contundencia necesaria. Y, como no, asumir ahora el Gobierno bético, implica la posibilidad de que dentro de solo cuatro o menos años los medios, en lugar de hablar del espectacular crecimiento de VOX; hablen de su debacle electoral, de la restauración vía elecciones de la dominación socialtontócrata y/o boludo-chevique y alandalusista en la Bética, o de ambas cosas a la vez. Todo esto puede animar a mantener distancia y permanecer como mero observador de lo que a partir de ahora suceda una vez puesto fin al más importante Gobierno autonómico en manos de la social-tontocracia ultrazapateril (digo ultra, porque en mayor o menor medida, y como ya han argumentado autores como Pío Moa, zapateriles eran todas las formaciones parlamentarias hasta el momento en que VOX ha puesto fin al monopolio que venían ejerciendo desde por lo menos el desgraciado Congreso pepero de Valencia sobre la representación política electa).

¡Craso error! Y no menor por comprensible. Hay ocasiones en las que hay que jugársela al todo o nada. VOX tiene mucho que perder, pero vale la pena arriesgarlo porque España no puede permitirse un VOX que se limite a conservar lo que ha ganado. Está muy bien para una primera elección, pero no vale nada de cara a cambiar sustancialmente la realidad política y social de la Bética ni de España en su conjunto. VOX debe crecer mucho más, y debe procurar dejar atrás lo antes posible el sambenito de muleta o de socio menor. Entrar en el Gobierno como un igual y en proporción a sus resultados electorales es seguramente la mejor forma de conjurar estos riesgos. Y entrar en el Gobierno bético sería una buena manera de empezar, porque implicaría que VOX, nada más estrenarse en un Parlamento autonómico, lo hace para gestionar un poder mayor que todo el que en Francia ha reunido en tres décadas el Frente Nacional de los Le Pen o que el que nunca alcanzara el UKIP británico. O que el que actualmente ejerza en Alemania AfD, que no es parte en el Gobierno de ningún Länd.

Entrar en el Gobierno bético es la única forma algo seria de garantizar, como afirmo líneas arriba, que se empezarán a llevar a cabo una serie de cambios que tan desesperadamente necesita España, empezando por el Sur. Y no solo por supervisar VOX directamente la manera en que ciertas políticas son aplicadas desde el poder, sino también porque la entrada de VOX en el Gobierno bético dificultaría una hipotética traición del PP y C's, a los que les resultaría mucho más difícil dejar de apoyarse en VOX que si esta se limitara a permanecer en la sombra como apoyo parlamentario externo al nuevo Gobierno. Si VOX opta por el apoyo externo, y en un momento dado PP y/o C's se arrepienten y prefieren entenderse con el PSOE; esto puede pasar relativamente inadvertido dentro y fuera de la Bética. Si, para desentenderse de los compromisos adquiridos con VOX, el PP y C's provocan una grave crisis de Gobierno con expulsión incluida de Consejeros de VOX del Ejecutivo autonómico, seguramente las necesarias componendas de naranjitos y azulones con el PSOE o PODEMOS y su traición de unos u otros a la voluntad de cambio de sus propios electorados (así como a ciertos postulados ideológicos que una mayoría del electorado del PP comparte en medida nada despreciable con VOX) se pondrían más claramente de manifiesto, lo que cabe creer de manera fundada que les pasaría una pesada factura en próximas elecciones, dentro y fuera de la Bética.

Por si lo anterior fuera poco, entrar en el Gobierno bético también implicaría ganar necesaria experiencia de Gobierno en la que, solo detrás del Estado Central y si acaso de Cataluña, es la mayor Administración Pública que hoy existe en nuestro país. Una experiencia que PODEMOS casi no tiene (solo participa de los Gobiernos navarro y castellano-manchego), y que C's de momento tampoco (si bien está bastante más claro que en el caso de VOX que ahora por fin va a estrenarse, ya que Juan Marín tiene cara de no ser capaz de pasarse los próximos cuatro años sin al menos "su" Vicepresidencia y una Consejería). Asímismo y por lo dicho, entrar en el Gobierno bético ayudará a VOX a formar no solo cuadros dirigentes, sino, y esto es más importante cuadros dirigentes con experiencia de gestión directa de los asuntos públicos en una Administración Autonómica de tamaño mayor que la de muchos Estados. Y tener la oportunidad de consagrar su carácter firmemente enraizado en el territorio bético, y de rebelarse contra lo establecido de manera mucho más eficaz de lo que podrían hacerlo limitándose a un timorato apoyo a un nuevo Gobierno de C's y PP desde sus escaños parlamentarios.

Aquí es necesario hacer una aclaración: que no es lo mismo hacerse reo de los necesarios "crímenes" y "sacrilegios" que VOX habrá de cometer contra los "sagrados" dogmas de la socialtontocracia, el boludo-chevismo o el alandalusismo desde un escaño parlamentario que desde una Consejería de la Junta. Impresiona más el boicot a la figura maldita de Blas Infante patrocinado desde la propia Junta de la Bética a la que da la bandera, que desde los asientos que el menor Grupo Parlamentario tenga en el Parlamento regional. A los Diputados de VOX podrán motejarlos de "mesetarios" (el término de moda en el mundillo alandalusista para remarcar su visión de España como algo foráneo y ajeno a la Bética), pero se hace difícil pretender que tus propios gobernantes nacidos en la Bética y que aparecen por televisión haciendo las pertinentes declaraciones con el acento más o menos marcado de la tierra que les vio nacer son gente ajena y de fuera. No habría forma seria de negarle a VOX la condición de fuerza igual de bética que cualquier otra, y se dificultaría mucho todo discurso encaminado a dar de ellos imagen de forasteros.

Se demostraría hasta qué punto era cierto el discurso de la resistencia a lo largo de estas cuatro décadas de pesadilla en la forma de oficialismo socialtontócrata y corrupto (además de, en los últimos quince años, ultrazapateril) que ha tenido que soportar la región: que no toda la Bética era ni ha sido nunca el PSOE; que la visión oficial que de la región tienen sus gobernantes es tan discutida y discutible como España pudiera serlo para ZP en el pasado o lo es para PDRO SNCHZ y Pablo Iglesias en el presente; y que los que consideramos que la actual Andalucía es heredera de la Bética romana (hasta el punto de merecer recuperar su nombre) y en ningún caso de Al-Ándalus no somos una minoría ridícula, sino un buen puñado de gente capaz de influir en la política de su región, y por ende en la del resto de España. Esta actitud valiente y decidida, en la línea de la lucha conservadora que se da en los EEUU desde hace décadas a propósito de la identidad del país, y de causas tales como las de la vida y la familia, rendiría frutos que sobrevivirían incluso a la hipótesis plausible de que en el futuro la Bética vuelva a manos del PSOE o pase a las todavía peores de PODEMOS (igual que en EEUU todas esas causas han sobrevivido la dura prueba que para ella han supuesto mandatos como los del Presidente Obama y florecen ahora al amparo de toda una lucha política hoy acaudillada brillantemente por el Presidente Trump). La resignación y la apatía que durante toda mi vida han caracterizado a la Bética como vagón de cola de España serían definitivamente enviadas a donde corresponde: al basurero de la peor Historia.

Una vez reafirmada la idea expresada en el último artículo, quiero hacer referencia a las expectativas electorales que VOX alberga de cara a próximas convocatorias electorales. El éxito arrollador andaluz le da motivos de sobra para la felicidad, pero a la vez obliga a la cautela, y exige tener presente que no todo el monte es orégano. Lo que fácil llega, fácil puede irse. Y el incuestionable éxito de VOX en un determinado lugar del país como es la Bética no significa automáticamente que ese mismo éxito se reproduzca en todas partes de España. Es más, cabe incluso cuestionar que eso sea deseable, y esa es otra de las razones por las que VOX habría de entrar en el Gobierno bético y aprovechar a fondo la experiencia ganada en él. A VOX lo que debería interesarle es que la Bética se convierta en uno de los fortines electorales del partido. En parte por su simbolismo, y en parte por su importancia práctica, pues es la región que más escaños y fuerza en el conjunto de España habrá de dar a VOX y habrá de restarle a sus peores enemigos ubicados en el espectro ideologico ultrazapateril tanto socialtontócrata como boludo-chevique y alandalusista, incluso después de que las elecciones próximas de mayo certifiquen, como se espera que ocurra, el crecimiento de VOX en toda España. Hipótesis que, además, no me parece nada peregrina.

En toda España se tiende a olvidar que la Bética, en realidad, no solo no es sinónimo de revolución, sino que es sinónimo de poder establecido. En cierto modo, la Bética era hasta ahora la región más conservadora de España, por delante incluso de Castilla la Vieja o La Rioja. Ahora bien, en realidad al hacer referencia al profundo conservadurismo de la Bética no hago referencia solo a su tendencia a la apatía política ahora quebrada en las elecciones (y esperemos que pronto quebrada en donde realmente interesa, que es en la Junta). Hago también referencia al propio espectro ideológico conservador bético, que tradicionalmente ha votado PP. Es un electorado más importante de lo que la gente piensa, que una vez consolidada la unificación del conservadurismo español en el PP de Aznar, ha cosechado en la Bética no menos del 30% de los votos, que es casi el tercio. Esa no es cantidad pequeña, pese a que constituya permanente oposición. Por paradójico que parezca, el PP ha debido históricamente buena parte de su hegemonía en el ámbito conservador y de su pujanza nacional a su fuerza en la Bética. Que, con excepción del PSOE, le daba una gran ventaja sobre cualquier otro competidor.

Pues bien, ese electorado conservador de la Bética, aunque sea solo el tercio de los béticos, ha demostrado ser menos conservador en actitud (esto es, menos apático y reacio a cambiar el sentido de su voto) que el votante socialtontócrata y boludo-chevique bético, pero ser a la vez más conservador en lo ideológico que el conservador español medio, incluido el de regiones en las que el PP solo o con aliados circunstanciales ha ostentado la hegemonía política durante décadas. Por poner un ejemplo, tenemos el caso de La Rioja o de Galicia. Bastiones del PP que rara vez ha dejado este de gobernar. Pues bien, si el PP desapareciera de toda España, yo creo que en las regiones mencionadas, al igual que en Madrid, Valencia o Baleares, la mordida de C's (que ideológicamente no es nada conservador y que en su visión de la sociedad está más cerca de PODEMOS o del entorno de ETA que del nuevo partido verde) sería muy superior a la de VOX. En cambio, la Bética es una región en la que creo que la mordida de VOX sería sensiblemente superior a la de C's (o, por lo menos, a la media nacional). Así las cosas, no deberíamos dar por hecho que un resultadazo bético implica automáticamente un resultadazo en todas las demás regiones de España. Ojalá venga ese resultadazo, pero no debe darse por hecho. En la Bética, lo difícil era voltear la hegemonía socialista, no tanto que VOX se abriera camino a costa del PP. De hecho, tal vez el PSOE vuelva a gobernar la Bética, incluso con PODEMOS. Pero cabe creer que, incluso en ese escenario, es concebible una nueva gran crecida de VOX a costa del PP, y en menor medida de C's.

¿Sería lo ideal conseguir escaños y ser determinante en toda España? Lo sería, pero bien podría no ocurrir. No nos obsesionemos con lo que todavía no tenemos, y valoremos lo que podemos llegar a tener donde ya tenemos algo. La Bética puede ser no solo el inicio de esta nueva Reconquista a la que he dado el nombre de "Operación Omar Ben Hafsún", sino que podría llegar a ser su motor principal. Cosa de la que me enorgullecería como de pocas cosas en la Historia reciente de España. Una vez dicho lo que pienso al respecto, rezar para que así sea, y votar en consecuencia en las próximas convocatorias electorales que los béticos tendremos por delante: municipales y generales.

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