sábado, 1 de octubre de 2016

¿"WELCOME REFUGEES"? SOBRE LA INMIGRACIÓN Y LA NEUTRALIDAD DE LA MONARQUÍA

[Antes de leer este artículo, échenle un vistazo a este vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=3QAekd5A1iI]

Cosas como el último discurso del Rey ante la Asamblea General de la ONU (http://www.elmundo.es/internacional/2016/09/19/57e018e8e5fdeac5588b4633.htmlme convencen cada vez más de la necesidad de convertir España en una República, aunque evitando consagrar como nueva bandera del país al horrible trampantojo tricolor en nombre del cual fueron martirizados durante la Guerra Civil tantos de mis correligionarios en la fe del Señor (trampantojo al que, desgraciadamente, adhieren de corazón la mayoría de aquellos entre nuestros compatriotas que son republicanos convencidos al igual que lo soy yo). Seré claro: estas declaraciones del Rey Felipe se salen con mucho de la neutralidad que, en teoría, debería guardar el Jefe de Estado en relación a las cuestiones de actualidad política. ¿O es que ahora todos en España somos partidarios del Welcome Refugees? Estoy convencido de que somos muchos los españoles que, si alguna vez nuestras autoridades se tomaran la molestia de consultarnos al respecto, votaríamos a favor de una política migratoria ultrarrestrictiva y de blindaje fronterizo (al menos en relación a Marruecos y a Gibraltar). ¿Es neutral el Rey al asumir como propio un mensaje que muchos españoles respetuosos de la ley y de los procedimientos democráticos desaprobamos? Está claro que no.

De momento, en España no existe, por desgracia para nuestro país, un partido político importante del estilo del UKIP inglés, el Frente Nacional francés, el FIDESZ húngaro, el PiS polaco, la AfD alemana o el FPÖ austríaco. Pero, ¿y si tal partido surgiera súbitamente? Si tal fuera el caso, lo menos que cabe esperar del Rey, a quien absolutamente nadie ha elegido para nada, es que no sea lo que aquí en el Sur de España llamamos un “bocachancla”, y que se abstenga de tomar partido. Una cosa es que el Rey tome partido por los demócratas vascos contra la ETA o por los constitucionalistas catalanes frente a los separatistas (en esos casos, el Rey no solo puede, sino que debe tomar partido, porque se trata de casos en los que determinados actores políticos o criminales -aunque en España ultimamente las dos cosas parecen ir cada vez más unidas- adoptan pronunciamientos que ponen en jaque el Estado de Derecho); y otra muy distinta que hable a favor de la acogida de inmigrantes. Como si oponerse a tal acogida fuera algo incompatible con el cumplimiento de nuestra actual Constitución. Dentro de lo que son las fuerzas políticas respetuosas del orden constitucional (y partidos parecidos a las formaciones políticas europeas anteriormente mencionadas lo serían escrupulosamente, como lo son en los países en los que operan), no es lícito que el Rey, al margen de lo que piense sobre los temas que se debatan, se posicione a favor de unos y en contra de los otros. Eso implica violar de modo flagrante su obligación de neutralidad.

Cosa que es más seria de lo que pueda parecer a primera vista. Y es que a mi el hecho de que un Presidente elegido por el pueblo en su conjunto y que de entrada sabemos que se adhiere a determinada orientación política emita opiniones sobre los asuntos de interés público acordes a esa misma orientación política que el pueblo conoce me parece lo más normal del mundo, y no se me ocurriría censurarlo (podría atacar las opiniones emitidas, pero no el derecho a emitirlas). Las urnas habrían legitimado a tal hombre para hacer una cosa así. Razón por la cual se le perdonarían las afirmaciones divisivas porque no cabría duda de que gozaría del aval expresado en su favor por el pueblo tras la celebración de los comicios que eligieran a tal Jefe de Estado. Pero a un monarca cuyo único mérito es el de ser el fruto de la unión del espermatozoide regio indicado con el óvulo regio igualmente indicado cuesta más aceptarle que se entrometa en la política democrática, siendo como es ajeno al proceso democrático. Si va a emitir opiniones que me van a sentar como una patada en el hígado (que es lo que ha hecho a propósito de los refugiados musulmanes venidos a nuestra tierra); entonces no veo el problema con que lo sustituyan Mariano Rajoy, Pedro SNCHZ o Pablo Iglesias. Puestos a rebuznar, ellos lo harían avalados directa o indirectamente por el pueblo y, seguramente, Rajoy o Iglesias lo harían mucho mejor y con mucho más estilo que Felipe de Borbón. Que, como orador, no es especialmente brillante, como tampoco su padre el enemigo jurado de Dumbo antes que él. IHS

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