"¿Somos
conscientes de que ahora mismo hay dos personas en prisión por
representar una obra de teatro? Absolutamente terrorífico."
(Alberto Garzón en Twitter)
Como podéis leer, Alberto Garzón (líder de lo que queda de IU y vasallo de
Pablo Iglesias deseoso de que lo admitan en PODEMOS) afirma que los dos titiriteros que dieron la nota estos Carnavales
están en prisión "por representar una obra de teatro", y
que eso es absolutamente terrorífico. Eso es como si encarcelan a
un pederasta y un líder político y posible Ministro de un nuevo Gobierno de España defendiera en Twitter al convicto afirmando
que está en prisión "por mantener relaciones sexuales".
Es curioso que el personaje que afirma cosas como éstas lidere un
partido que defiende que la mera publicación de libros de Historia
que trasluzcan una valoración política positiva del franquismo sea
considerada delito (¿dónde queda la libertad de expresión y la
prohibición de la censura?), que aprueba que se juzgue a Marine Le
Pen por delitos de "incitación.al odio" simplemente por
manifestar públicamente opiniones contrarias a la inmigración
ilegal (¿dónde queda la libertad ideológica?), y que se unió al
coro de los que armaron la de Dios es Cristo a Monseñor Reig Pla
simplemente por defender la doctrina católica en relación a la
homosexualidad y a la familia en una homilía (¿dónde queda la
libertad religiosa?). Catadura -¿o habría que decir "caradura"?-
moral más baja es difícil de imaginar... ¿Cómo se puede prestar
oídos a nada de esto?
A
la gente como Alberto Garzón o Celia Meyer (la impresentable
Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid que sustituyó al
igualmente impresentable Guillermo Zapata) se le da un ardite lo que esos depravados titiriteros a los que se ha detenido
provisionalmente hayan representado delante de tiernos infantes de en
torno a cinco años, y de unos padres a los que con razón espantaron
con su hedionda y criminal representación. Su enfermizo y maléfico
concepto de la libertad de expresión no ve mal alguno en la
representación de asesinatos de jueces y policías, de agresiones a
embarazadas y de la invasión de propiedades privadas, ni tampoco en
la apología del terrorismo a fin de intentar promocionar a ETA como
algo bueno a los ojos de chiquillos de parvulario. Si por ellos fuera, no habría problema ninguno en "entretener" a los más jóvenes con pornografía dura o "instruirlos" en la causa del más fanático feminazismo mostrándoles un vídeo en el que una FEMEN se practicara en directo un aborto.
Digan
lo que digan Alberto Garzón y quienes hablan igual que él (entre
quienes encontraremos muchos cargos de IU y, lo que es más grave, de
PODEMOS), aquí lo único terrorífico es que haya quien pretenda que
sintamos lástima y conmiseración por unos "pobres titiriteros"
que en realidad lo que son es unos cerdos hijos de puta -que espero,
al igual que otros muchos millones de españoles decentes, que den
por una temporada con sus huesos en prisión por intentar adoctrinar
a las nuevas generaciones en el culto a ETA-.
Lo
que esos titiriteros han hecho, ¿lo defenderían si la obra hubiera
representado las violaciones cometidas por refugiados en Colonia o si
hubiera aparecido un cartel diciendo algo así como "¡Paremos
la inmigración!"? ¿O si hubiese representado a líderes del
PNV como Xabier Arzallus sosteniendo un cartel que dijera algo así como "Ellos sacuden el arbol, nosotros recogemos las nueces" al lado de una pila de cadáveres que representara a las mil víctimas mortales de ETA? Todos sabemos que los que ahora se dan golpes de
pecho por un supuesto aunque inexistente atentado contra la libertad
de expresión nunca defenderían a unos titiriteros que hubieran
representado algo así. Es más, se les habrían retirado las
licencias pertinentes y se rescindirían sus contratos -cosa que
podría entender perfectamente, porque por mucha razón que se tenga
hay cosas que no se deben representar ante un público infantil-, y
hasta se los encausaría criminalmente por cometer delitos de
incitación al odio y promoción de la xenofobia -barbaridad
injustificable propia de la peor libertoclastia-.
Me
estoy oliendo cuál podría ser el primer indulto decretado por un
hipotético Gobierno dominado por el "Vicepresidente Ejecutivo
Iglesias". Solo espero que, si se pretende convertir a los
verdugos en víctimas, tal tropelía infame encuentre contundente
respuesta por parte de los elementos salvables que aún puedan quedar
en la sociedad española. Que no creo que sean tantos. No en una
sociedad que ha votado a PODEMOS por millones. Millones que no los legitiman democráticamente hablando para aplicar no pocas de sus ideas, pues ninguna
mayoría absoluta puede legitimar a partidos que defienden a capa y espada a quienes no solo favorecen la crispación y el encono social al proponer el aplastamiento y la
destrucción del contrario; sino que encima pretenden llenarle a nuestros
hijos la cabeza con toda esa mierda aprovechándose de la buena
voluntad que para con ellos muestra un poder municipal corrupto. Que actúa con tanta libertad porque enfrente no tiene nada mejor que a la "travelófila" Cifuentes apoyada por C's, a los diarios ABC y La Razón (además de a El Mundo y El Español, aunque estos diría que a ratos), y a 13TV.
He leído en alguna ocasión a ciertos simpatizantes del "boludo-chevismo" podemita que hacían una analogía grosera comparando la religión católica con un pene, por aquello de que, igual que éste, no hay que introducírselo por la fuerza a los más pequeños. Pero, según se vé, el mismo tipo de gente que se carcajea alegremente de tan ocurrentes y zafias descalificaciones de la Iglesia, parecen creer que los suyos sí que tienen barra libre a la hora de meter su ideología a quien quieran, como quieran, cuando quieran y por donde quieran. Para ellos, según parece, el consentimiento de su contraparte no debe de ser otra cosa que una formalidad burguesa. Como lo de ir bien vestido y limpio a las sesiones del Parlamento; o acudir mejor vestido a un homenaje a la Constitución -aunque no se crea en ella y se la repudie, como también es mi caso- que a un mitin partidario o a la gala de los Goya. IHS
He leído en alguna ocasión a ciertos simpatizantes del "boludo-chevismo" podemita que hacían una analogía grosera comparando la religión católica con un pene, por aquello de que, igual que éste, no hay que introducírselo por la fuerza a los más pequeños. Pero, según se vé, el mismo tipo de gente que se carcajea alegremente de tan ocurrentes y zafias descalificaciones de la Iglesia, parecen creer que los suyos sí que tienen barra libre a la hora de meter su ideología a quien quieran, como quieran, cuando quieran y por donde quieran. Para ellos, según parece, el consentimiento de su contraparte no debe de ser otra cosa que una formalidad burguesa. Como lo de ir bien vestido y limpio a las sesiones del Parlamento; o acudir mejor vestido a un homenaje a la Constitución -aunque no se crea en ella y se la repudie, como también es mi caso- que a un mitin partidario o a la gala de los Goya. IHS
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