viernes, 23 de mayo de 2014

¿POR QUÉ VOTAR EN ESTAS ELECCIONES EUROPEAS?

El próximo día 25 de mayo se celebran las elecciones al Parlamento Europeo. No puede decirse que sean unas elecciones en las que nos juguemos gran cosa como país. En la UE, el poder de decisión corresponde, en esencia, a los Gobiernos de los Estados miembros, que lo ejercen a través del Consejo y del Consejo Europeo. El resto de las instituciones comunitarias juegan un papel más bien secundario. Y, si bien al Parlamento Europeo se le han concedido más poderes de los que tenía en el pasado, dichos poderes se ejercen sometidos a tal tutela del resto de instituciones que no cabe hacerse ilusiones.

En definitiva, que, si bien las que van a celebrarse son unas elecciones europeas, y es normal por lo tanto que los asuntos europeos jueguen un papel en la emisión del voto de cada ciudadano; la relativa insustancialidad del proceso electoral invita a votar teniendo en cuenta razones de política interior. Estas elecciones pueden servir para dar un toque de atención a los partidos políticos que no necesariamente tiene que estar motivado por su política europea. Ese es mi caso.

Yo no dejo de lado los asuntos europeos en esta elección. Pero tengo otras controversias tanto o más en cuenta que las relativas al proceso de integración europea. Sin duda alguna, yo soy antieuropeista. No creo en la UE, y desearía francamente que ésta desapareciese. Creo que una cosa es establecer una alianza económica con otras naciones de nuestro entorno y otra cosa muy diferente es diluir la soberanía nacional en las aguas revueltas de una organización internacional que ni siquiera puede decirse que funcione a nuestro gusto, ni al de otros países diferentes de Francia y Alemania.

Creo que Europa no está preparada para confederarse. Y he elegido cuidadosamente la palabra. Al fin y al cabo, se supone que la confederación es el tipo de asociación de naciones en cuyo seno tiene lugar el tipo más débil de integración entre las mismas. Así que, si de verdad pienso que Europa no está preparada para confederarse, mucho menos preparada ha de estar para hacer lo que las actuales castas políticas de la UE pretenden, que es establecer entre ellas una federación (lo que implica una integración todavía mayor -aunque no sea plena- de naciones que me parece evidente que no reúnen las condiciones que harían posible realizar tal integración). Y ni siquiera una federación bien estructurada como lo son los EEUU, sino una federación cutre y mal hecha en cuyo seno los intereses de las naciones que constituyen Europa se ensamblen de cualquier manera.

Sea como sea, insisto en que no son las cuestiones europeas las que más incidirán en el sentido que voy a darle a mi voto. En este momento de la Historia de España, nos enfrentamos al hecho cada vez más evidente e innegable de que el modelo político chapucero de que un constituyente incompetente nos dotó en 1978 hace aguas por todas partes. Ha fracasado. Y lo ha hecho hasta tal punto, que ya hasta se duda de que baste con su reforma. Muchos creen deseable que acontezca una ruptura política en toda regla con el pasado. Y yo me encuentro entre los que se decantan del lado de esa alternativa, por lo que me opongo a toda pretensión de moderación en este sentido. Se exige una democratización de las instituciones, y tal democratización es imposible en el marco de la actual Constitución. Al menos tal y como está redactada actualmente.


Así pues, son los principales problemas de nuestro país los que más he tenido en cuenta a la hora de decidir atribuir mi voto, que ya he dicho en numerosas ocasiones que irá para la coalición de partidos Impulso Social. Que no siempre me parece la que mejor responde a los problemas de España entre todos los partidos que se presentan (en algunas cuestiones, no puedo negar que considero que Vox la supera -y cito solo a éste partido porque me parece el único que tiene cosas que aportar respecto de las cuales Impulso Social no le aventaja, o incluso está retrasada con respecto de la formación escindida del PP-.

Considero que, en el momento presente, los principales problemas de España se resumen en estos cuatro, ordenados de menor a mayor importancia: económico, institucional, territorial y sociomoral. Y, en una próxima entrada, me detendré más específicamente en cada uno de ellos y explicaré por qué considero que es Impulso Social la opción política más adecuada para hacerles frente. Con un voto que consiguiera arrastrar a votar esas siglas, bien pagado me sentiría por Dios nuestro Padre. Y si no sucediera una cosa así, al menos podré mirarme a la cara al espejo el lunes 26 de mayo y decirme a mí mismo que contribuí a una buena causa en la humilde medida en que pude. IHS

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