lunes, 13 de enero de 2014

DE JESÚS CALVO, ZEROLO, LA ENFERMEDAD Y DIOS

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!

¡Bien por el Obispado de León. Hay barbaridades de las que hay que distanciarse con más premura que de otras. Precisamente porque todavía hoy muchos las asocian a la Iglesia de Cristo, que, gracias a Dios, ha desechado definitivamente esa clase de hediondas concepciones que antaño se tenían acerca de ciertas realidades. En este caso la enfemedad. Que según la vergüenza ambulante esa de sacerdote cavernario que es Jesús Calvo, ha recaído en la forma de cáncer sobre el conocido político socialista del lobby gay, Pedro Zerolo. A quien no aprecio ni lo más mínimo. Lo que no me impide desear sinceramente su recuperación y el restablecimiento pleno de su salud. Respecto de los cuales Jesús Calvo ha dicho que le importan un comino, poco más o menos. No sé si ese hombre es un hipócrita o solamente un palurdo. Puede que sea a un tiempo ambas cosas. Desde luego, ni él (y ni siquiera el mismísimo Santo Padre) tienen autoridad para tratar a ningún hombre como si ya no tuviera esperanzas de alcanzar la Salvación. La Iglesia puede afirmar el Cielo a través de la canonización, pero no puede dictaminar el Infierno a nadie. ¿Judas Iscariote? Según parece, a éste se lo garantizó el propio Cristo, que, como es lógico, tiene potestad para hacer su santa voluntad en esa y en todas las cosas.

Sinceramente, la idea de que la enfermedad sea castigo divino por nuestros pecados, y más a estas alturas, se me antoja francamente ridícula. La Verdad no cambia con los tiempos, pero los tiempos si cambian, y a veces conforme lo hacen y se experimentan ciertos avances en determinadas materias se facilita alcanzar el conocimiento de ciertos aspectos de la Verdad inmutable que antes no era posible ni siquiera vislumbrar aunque solo fuese con una luz tenue. Evidentemente, Dios es omnipotente, y puede hacer lo que le plazca. Pero, si la enfermedad es castigo de Dios, ¿cómo es que también los santos que gozan de su compañía pueden morir de enfermedad?


Dios, sin duda alguna, podría contradecirse si así lo quisiera, o romper sus compromisos. Pero, si la Revelación nos enseña algo es que Dios siempre es fiel a sí mismo, y no hay razón para pensar que vaya dejar de serlo. El estilo de Dios no es, hasta donde sabemos, jugar constante y caprichosamente con la Naturaleza, sino dejarla funcionar tal como Él mismo estableció que funcionase desde el principio. Generalmente, cuando Dios interviene en el normal desarrollo de los procesos naturales, lo hace para premiar, no para castigar. Jesucristo sanó a los buenos. Sin duda. podía haber ido por ahí enfermando de SIDA y de Gripe A y de "mal de las vacas locas" a los impíos, pero algo debe de sugerirnos el hecho de que no lo hiciera.

Por cierto, que solemos olvidar que Jesús era hombre. A ese respecto es importante tener en cuenta que la misma Biblia no entra a decirnos si Jesús enfermó alguna vez o no. Yo, desde luego, lo tengo claro: Jesús seguirá siendo para mi la Encarnación del único Dios con independencia de que alguna vez se pillase o no un constipado.

Conozco el tenor literal del relato que el Génesis hace de la Creación y de la Caída de Adán. Sé que durante siglos se ha creído (a falta de datos que contradijeran esa versión) que en un origen el hombre gozaba de la inmortalidad y de una vida beatífica y perfectamente feliz en el Jardín del Edén. Sé que se pensaba (y en círculos ultramontanos aún se piensa) que entonces no había enfermedad. Y lo cierto es que no creo ninguna de esas cosas. Y no creo que eso hoy en día signifique nada en términos de catolicidad. Yo no le niego catolicidad a quien si crea literalmente esas cosas, pero a la vez le advierto que su catolicidad es más bien endeble, si se tambalea en el momento en el que lo hacen cualquiera de las palabras que se contienen en el Libro Santo.

Yo no desprecio el contenido de la Historia de la Creación y de la Caída del hombre que se contiene en la Biblia. Todo lo contrario, considero que es uno de los relatos más misteriosos y edificantes que figuran como parte integrante de la misma. Y, a su modo, uno de los más veraces. Pero hoy en día parece bastante claro, a tenor de las investigaciones científicas (que no siempre -y quizá ni siquiera la mayoría de las veces- corren a cargo de incrédulos), que desde que el hombre apareció sobre la Tierra la muerte y la enfermedad han estado presentes, tanto en él como ya incluso antes de él en el resto de los seres de la Naturaleza.

Así que hay motivos bastante más sólidos para entender la enfermedad como proceso natural que Dios, por razones que solo Él puede conocer (yo siempre he creído que debe de ser un medio pensado para probar la respuesta del hombre ante la adversidad y su capacidad para, ante eventos poco gratificantes, mantener su fidelidad a Dios), hace recaer por igual sobre justos e injustos (pues sobre ambos se alza el Sol y sobre ambos cae la lluvia indistintamente). Alguno puede considerar esto injusto, y podrá decir que, siendo la enfermedad mala, no tiene sentido que Dios la haga recaer sobre personas buenas. Por eso, cuando vean que todos enfermamos casi sin excepción, pensarán que todos somos malos. No diré yo si eso es o no verdad. Pero sí diré que esas personas son iguales a los paganos que hablan de ciertas vidas humanas considerándolas indignas de ser vividas por vivirse con enfermedad y sufrimiento. 


¡Mentira! La enfermedad es mala, pero en el enfermo no hay culpa moral alguna. Y Dios no nos hace mal alguno. Simplemente nos pone a prueba creando un mundo en el que existen obstáculos a la felicidad. Si no existiesen ni ésta ni la muerte, dicen que resultaría muy fácil creer en un Dios que nos tratara tan bien. No estoy seguro de eso. Pienso que más bien sería al contrario. La grandeza de Dios se muestra mejor no tanto cuando se vive feliz y en paz como cuando se superan grandes turbulencias y adversidades. Si la vida fuera fácil, seguramente nos olvidaríamos de Él. No en vano, es el Occidente opulento el que con más facilidad se ha olvidado de toda idea de trascendencia. Gracias a la labor de personas como Pedro Zerolo, sin duda. Lo que no quita que, si Dios tiene que castigarlo, seguramente lo dejará para la otra vida antes que para ésta. IHS

No hay comentarios:

Publicar un comentario