jueves, 16 de mayo de 2013

MALOS VIENTOS SOPLAN PARA OBAMA. BREVE REPASO A LA HISTORIA DE LOS IMPEACHMENT

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!

Malos vientos soplan para el Presidente Barack Hussein Obama. Cuando parecía que el escandalo motivado por el ataque yihadista al consulado americano en Bengasi se había diluído como consecuencia del transcurso del tiempo, recientes revelaciones hechas al respecto parecen desmentir la posición oficial que el Gobierno federal mantiene sobre lo que sucedió. En definitiva, que hay razones serias para creer que posiblemente el Presidente Hussein ha mentido al pueblo estadounidense. Cosa que en nuestra España la casta política hace todos los días sin que a nadie parezca importarle (ahí están, que los seguimos votando). Pero que en los EEUU en general suele parecerle muy mal a la gente, que es bastante más celosa de sus derechos que aquí (digo de aquellos entre sus derechos que de verdad importan; pues aquí nos manifestamos mucho, pero solo para que se mantenga el "panem et circenses", el cachondeíto de que seguimos creyendo erróneamente que nos hemos beneficiado durante las últimas décadas).

Por si todo lo antedicho os pareciera poco, se han juntado con el Bengasi-gate otros dos escándalos de cierta importancia. Uno relativo a escuchas a la prensa, pues según parece las comunicaciones de un gran número de periodistas fueron intervenidas por una agencia federal. Y otro relativo a espionaje fiscal y trato discriminatorio a organizaciones cercanas al Partido Republicano y al Tea Party.

Los escándalos de que hablo pueden prender una mecha peligrosa para el Presidente si éste no consigue desmarcarse de las actuaciones de sus subornidados de una manera convincente. Por primera vez desde que Hussein es Presidente parece ser que se escucha con fuerza la palabra "impeachment" (enjuiciamiento o destitución). No sería la primera vez que en los EEUU se hace uso de tan formidable mecanismo de control de los excesos del poder ejecutivo.

Ya en 1868 se votó la destitución de Andrew Johnson, Vicepresidente del gran Abraham Lincoln e indigno sucesor de éste en la presidencia. No se aprobó el impeachment por un solo voto. Anécdota graciosa que vale la pena contar relacionada con este suceso es que en aquel entonces, cuando un Vicepresidente cesaba en su cargo (por muerte, dimisión o ascensión a la Presidencia), no se nombraba a ningún otro Vicepresidente para que lo sustituyera. De manera que Andrew Johnson no tuvo ningún Vicepresidente que lo acompañase al frente de la Unión Federal. Por lo tanto, el que habría sustituído a Johnson en caso de que hubiese salido adelante el impeachment habría debido de ser el Presidente pro tempore del Senado, que entonces era Benjamin Wade. Wade estaba tan convencido de que Johnson sería destituído que hasta había nombrado su Gobierno. Así que no me quiero imaginar el careto que debió de poner cuando le anunciaron que, después de todo, no sería Presidente de los EEUU.

Posteriormente, algo más de un siglo después, el Congreso, a causa del célebre escándalo Watergate, decidió aprobar el inicio del proceso de impeachment contra Richard Nixon. Nixon, que ya había tenido que sacrificar a su Vicepresidente, Spiro Agnew (sustituído por Gerald Ford, el primer Vicepresidente de la Historia de EEUU no elegido directamente tras las elecciones para su cargo) consciente de que no había nada que pudiera hacer para evitar ser destituído por el Congreso, decidió dimitir para evitar la deshonra de pasar a la Historia como el primer Presidente estadounidense destituído de la Historia. No creo que hacerlo le ayudase en nada. Al fin y al cabo, ha pasado a la Historia como el único Presidente dimitido hasta la fecha. Fue sustituído por Gerald Ford (que de éste modo se convirtió en el único Presidente que ascendió al cargo sin haber sido formado parte del ticket presidencial votado por los ciudadanos en las elecciones). De todos modos, es interesante comprobar hasta qué punto el de Nixon no era un problema de popularidad. A diferencia de Andrew Johnson, que no había sido electo para su cargo por el Colegio Electoral, Nixon si había sido elegido por éste, habiendo ganado en 49 de los 50 Estados y con casi un 61% de apoyo popular. El dato no solo es interesante, sino que lo cito para que entendamos que el propio Hussein, que es el que motiva la presente entrada del blog, ya querría para si un apoyo popular de tamaña magnitud. Bueno, él y cualquier candidato presidencial estadounidense desde los días posteriores al gran Ronald Reagan.

El último impeachment que ha tenido lugar hasta el momento presente en los EEUU fue el que se dirigió en 1999 contra Bill Clinton. Lo cierto es que, aunque se llegó a la votación, el Presidente no corrió peligro real de ser destituído, y sus oponentes se quedaron muy lejos de conseguir la cifra de votos requerida para apearlo del Despacho Oval. Mis sentimientos respecto de aquel impeachment están un tanto encontrados. Por un lado, creo que Clinton merecía ser destituído (igual que Nixon; mientras que el caso de Andrew Johnson me despierta no pocas dudas, aunque creo que también habría sido conveniente destituirlo). Cometió perjurio y obstrucción a la Justicia. Y lo peor del caso es que esto es algo que reconoció con posterioridad a su salida del cargo. Objetivamente merecía ser destituído de su cargo, porque su palabra carecía de todo valor. Y el solito se lo buscó. Porque lo de la Lewinsky, por si solo, no servía para destituirlo, por inmoral o no que nos parezca. Pero en el momento en juró decir la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad con la ayuda de Dios para acto seguido hacer todo lo contrario, en ese momento demostró que, igual que ese juramento no tenía valor para él, tampoco había razón para suponer que el juramente que prestó para acceder a su cargo le pareciera más valioso.

Sin embargo, es cierto que en caso de que Bill Clinton hubiera sido destituído, el Vicepresidente Al Gore habría asumido su lugar como Presidente. De manera que su nombre habría figurado junto al de los otros 42 ocupantes de la Casa Blanca que lo precedieron. Puede que luego Bush lo hubiese derrotado igual. Pero creo que el de figurar entre los Presidentes de EEUU es un honor que Al Gore ciertamente no merecía (ideológicamente hablando parece una especie de anticipo de la radicalidad ultraestatista que llegaría al poder de la mano de Hussein el liberticida).

No se si se dará inicio a un procedimiento de impeachment contra Hussein. Si se dos cosas. Una, que si se inicia tal procedimiento espero que sea para que el Congreso lo lleve hasta las últimas consecuencias y destituya al Presidente. Y dos, que si el Presidente es cesado me gustaría que lo sucediese en su alto cargo el republicano John Boehner, mejor que el demócrata Joe Biden. Contra el que bien podría iniciarse también proceso. Al fin y al cabo, si Hussein sabía lo que hacían sus subordinados, ¿no iba a saberlo su leal Vicepresidente?

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