jueves, 3 de abril de 2014

EL ISLAM, RELIGIÓN PEDÓFILA

Antes de nada, leed la noticia a que remite el siguiente enlace:

http://vidayestilo.terra.cl/mujer/iraq-sera-el-primer-pais-del-mundo-en-legalizar-la-pedofilia,cbd7c1f93cff4410VgnVCM10000098cceb0aRCRD.html

¿A que se trata de una información impactante? Pues bien, lo cierto es que no por eso deja de estar equivocada.

La pedofilia más repugnante ha sido una constante en el mundo islámico desde el mismo origen de esa vergonzosa religión de enfermos sexuales. Y a nadie debería de sorprenderle que así sea. Al fin y al cabo, el propio Mahoma era un pederasta de cuidado que desvirgó a su mujer Aisha cuando ésta solo tenía nueve años islámicos (que son inferiores en duración a los occidentales). Noticias como éstas hacen más mal que bien, porque crean la errónea impresión de que se tratase de una novedad entre los musulmanes, cuando los problemas con la pederastia y otras serias depravaciones sexuales son el pan nuestro de cada día en el Islam desde el mismo momento en que se produjo el hecho oprobioso que para la Humanidad supuso la aparición de esa terrible religión demoníaca sobre la Tierra.

De hecho, la pedofilia es un problema no solo en el mundo islámico, sino en la casi totalidad del mundo pagano. Y, si bien aquí en el Occidente mantenemos a raya esa lacra, tan relativamente afortunada realidad se debe solo a la ascendencia que durante tantos siglos ha tenido sobre nuestro mundo la fe en Jesucristo y las enseñanzas de esa Iglesia suya de la que tanto paleto raja sin tomarse la molestia de ensayar una argumentación para criticarla por esta causa que se procure apoyar en pronunciamientos doctrinales mínimamente dignos de ser tomados en consideración. Es lógico que así sea. No hay pronunciamientos de la Iglesia en relación a la cuestión de la pederastia por los que se pueda acusar a ésta de haberla defendido jamás en absoluto. Todo lo contrario, ha sido el principal agente de su marginalización. Y es que, aunque ha habido pederastas en el seno de la Iglesia, y algunos (ir)responsables eclesiásticos han encubierto en el pasado este tipo de criminales actividades; es irrefutable que gracias a que la doctrina de la Iglesia se ha extendido durante siglos por Occidente ha sido que los peores enemigos de la niñez y de la inocencia han procurado practicar sus fechorías de manera furtiva y a escondidas de una sociedad que los habria apedreado hasta la muerte en caso contrario.

En los tiempos paganos, que en Occidente eran pasado -pero que en muchas naciones siguen siendo presente-, no creo que hubiesen hecho nada por evitar practicar sus iniquidades con luz y taquígrafos. ¡Tan normalizadas estaban, que a nadie escandalizaba saber que maldades tan inenarrables como aquellas se practicaban, por lo que quienes las llevaban a cabo no tenían problema en reconocerlo abiertamente! De hecho, los malnacidos que se regocijaban abusando de niños consideraban que sus puercas aficiones tenían un enorme valor "educativo". Y en verdad, a su modo lo tenían, dado que servían para educar a las nuevas generaciones en la misma maldad a la que su paganismo encadenaba a un mundo que era mucho más duro y basto que el que, gracias a Dios (nunca mejor dicho), hemos conocido después.

Volviendo a la noticia, insisto en que ésta hace parecer que la carta blanca a gran número de perversiones erótico-patológicas fuera cosa de fanáticos locos que hubieran tergiversado la enseñanza, en principio aceptable, del "Profeta". Mas la realidad es otra bien diferente. Los que propugnan la pederastia, igual que los terroristas suicidas y muyahidines que atentan, matan y descuartizan a lo largo y ancho de todo el globo son musulmanes consecuentes, que probablemente observen su religión de un modo más coherente que los millones que imagino verán con malos ojos esta y otras pulsiones ultradegeneradas del Islam. Estas personas abyectas no hacen otra cosa que seguir el camino casi seguro a la perdición de sus almas que el fundador de su religión (que era un tipejo no menos reprobable que ellos, sino incluso más -por ser el cabrón que se la inventó-) dejó trazado hace casi catorce siglos. No puede decirse lo mismo de aquellos sacerdotes que blasfeman contra el santo nombre de ese mismo Jesucristo al que dicen haberle entregado la vida atentando contra la inocencia y la indemnidad de los más pequeños, que son predilectos del Señor. Al final, como siempre digo, lo que sucede es lo siguiente: que el problema del cristianismo es que se practica mal; mientras que el problema del Islam es que se practica. Eso y nada más.


Termino diciendo que me gustaría que Cristo nos librase del Islam antes del fin de los tiempos. Pero me conformo con la seguridad que tenemos los que creemos en el verdadero Dios de que, más tarde o más temprano, lo extinguirá para siempre y le hará a Mahoma y a los mahometanos la justicia que éstos merezcan. IHS

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