viernes, 4 de abril de 2014

DOS O TRES COSAS A TENER EN CUENTA AHORA QUE SE ACERCAN LAS ELECCIONES EUROPEAS

A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!


Hoy comenzamos con el presente artículo. Leedlo o no entenderéis nada: http://archipielagoduda.blogspot.com.es/2014/04/el-elefante-europeo.html?spref=fb

La verdad es que yo no soy liberal, ni tampoco conservador. Así que mucho menos puedo ser la mezcla de ambas cosas. Sin embargo, si todos mis compatriotas me conocieran -que ni es ni creo que llegue a ser el caso- la mayoría de la gente que no me tachase directamente de facha (esto es, la mayoría de la gente que tuviera una mínima cultura política) me definiría haciendo uso de esa etiqueta que yo rechazo de manera no solo radical, sino incluso entusiasta.

Ahora bien, el hecho de que yo no sea ni liberal ni conservador ni un remix de esas dos cosas no quita que deje de reconocer que a menudo coincido con los razonamientos de las personas que se definen a sí mismas como liberal-conservadoras. Eso es lo que me ha sucedido al leer este artículo de Carlos López Díaz (que escribe en el blog "Archipiélago Duda"). Pienso que este señor dice dos o tres verdades a tener muy en cuenta.


Es un hecho que la UE influye mucho en nuestra vida. Más de lo que imaginaría el ojo de tantos malos observadores. Al respecto, mi escasamente apreciado Alejo Vidal Quadras aporta el dato de que el 70% de la normativa jurídica que se aplica en nuestro país es de procedencia comunitaria. Y ese dato yo no se lo voy a discutir, pese a los sentimientos decididamente poco favorables que me inspira el "adúltero calvo" (lean http://lascronicassertorianas.blogspot.com.es/2014/02/moechus-calvus-el-adultero-calvo.html y entenderán el por qué de ese sobrenombre con el que yo suelo referirme a tan discutible personajillo). Hasta donde sé, se trata de un tema fuera de discusión, así que seguramente la aseveración del presidente de Vox y candidato de dicha formación a las europeas sea cierta.

La conclusión que, partiendo de la veracidad de dicho aserto, saca Vidal Quadras también parece fuera de debate. Eso ya no me parece tan bien. Al fin y al cabo, en el Derecho lo que menos importa es la cantidad de normas; siendo más digna de ser tomada en consideración la calidad de las mismas. Dicho de otro modo, el hecho de que existan 200.000 páginas de normativa comunitaria da pie a sospechar el carácter potencial o fehacientemente liberticida del DºComunitario, pero no demuestra por sí solo que éste pisotee las libertades individuales, y más específicamente las libertades económicas de las personas. De la misma manera que la escasa extensión del Derecho tampoco demuestra que éste proteja a los ciudadanos de la intrusión del poder público. Ahí tenemos, a modo de ejemplo, la Constitución de los EEUU. Pese a ser extremadamente corta, no ha protegido a ese país de las veleidades pseudosocialdemócratas y acendradamente intervencionistas del actual Presidente, Barack Hussein Obama.
 

Pese a todo, y siendo sinceros, la verdad es que, desgraciadamente, el DºComunitario limita profundamente las libertades de los que tenemos la desgracia que vivir sometidos a él. Es un sector del ordenamiento jurídico que adolece de una arraigada vocación de entrometimiento en la vida cotidiana de las personas que le están sometidas. Esto es, que no solo cercena la soberanía de los Estados miembros más allá de lo razonable, sino que además es factor que, lejos de contribuir a que los poderes públicos sientan más respeto por nuestros derechos, fomenta el desprecio de los mismos por la autoridad estatal.

De ahí que, como sugiere el articulista, sea extremadamente importante saber bien qué defienden los partidos políticos en general, y Vox en particular, respecto de todos estos importantes asuntos, que tanta influencia tienen en nuestra vida cotidiana (influencia que no porque apenas la percibamos deja de ser notoria).

No obstante, a mi el hecho de que la postura de Vox acerca de la UE sea más o menos coincidente con la mía propia tampoco me llevaría a plantearme, siquiera por un segundo, otorgarle mi voto antes que a Impulso Social. Ni siquiera en el caso de que, en este concreto asunto, su postura fuera más cercana a la mía propia que la de la coalición antedicha, que es la que se beneficiará de mi voto en las europeas y en las demás elecciones a las que se vaya presentando que sigan a esas. Cosas de uno, que resulta que, si bien valora la defensa de la soberanía nacional respecto a la UE y el respeto a ciertas libertades importantes, valora todavía más la vida humana y la adscripción clara a principios y valores cristianos. Dos cosas que tanto Impulso Social como las personas que la integran defienden, y que mucha gente de Vox defiende también. Pero en relación a las cuales resulta que Vox misma, considerada al margen de quienes la integran, apenas se moja.

Si el día de mañana lo hace, reconsideraré quizá mi postura. Y digo solo quizá. Porque, al fin y al cabo, a mi el rollo ese de que "a título personal yo defiendo X, pero el partido aún tiene que posicionarse porque dentro del partido no todos creen lo mismo" me vale y no me vale. Todo depende de si el punto de desacuerdo es o no fundamental. El desacuerdo, qué se yo, en relación a la cuestión de la progresividad fiscal (a la que yo soy contrario), no es cosa baladí; pero llegado el caso podría hermanarme políticamente a quienes fuera favorables a la misma. Porque siendo una cuestión importante, no es de primerísima línea. Las hay mucho más importantes. Caso de la cuestión de la defensa de la vida o de la familia natural. En relación a las cuales, qué quieren que les diga, me parece que el desacuerdo es sencillamente inadmisible, e imposibilita toda colaboración política que pretenda ir más allá de lo puntual.


¡Así que a otro perro con ese hueso! Si de verdad defendemos X como valor innegociable, ¿por qué formar parte de un partido donde hay gente que no defiende X? Como mínimo, esto es incoherente. No por nada, sino aunque solo sea porque no tiene sentido decir que determinado principio es innegociable para acto seguido formar parte de una formación política que democráticamente puede elegir ir en contra de dicho principio. Eso significa que el principio no es tan innegociable. Y, sin duda alguna, yo prefiero que alguien tenga mis principios aunque los negocie a que tenga otros principios. Pero no es suficiente para mi que tenga los mismos principios que yo. Aquí tan importante como defender los mismos principios es que todos les demos el mismo valor y los defendamos con la misma intensidad. Difícilmente serán mis principios innegociables si no tienen la suficiente fuerza como para impulsarme a no asociarme políticamente con aquellos que están dispuestos a mercadear con ellos.

Es verdad que no hay que ser extremadamente duros con la incoherencia del prójimo, porque todos los hombres, que al fin y al cabo no poseemos respuestas para todo y nos autoengañamos o nos hacemos la picha un lío con facilidad, somos susceptibles de incurrir en las más flagrantes faltas de coherencia y de hacerlo con toda la buena fe del mundo. Eso les pasa incluso a aquellos que presumen de tener su pensamiento blindado frente a toda clase de herejías y desviaciones mentales. Por eso mismo tampoco me cierro a la posibilidad de ser "misericordioso" y de pensar bien, y dar por hecho que si el día de mañana Vox defiende la vida con más entusiasmo del que se observa ahora, eso no obedecerá al oportunismo y al cálculo electoral, sino a que en el pasado habían creído sinceramente en una mala estrategia.

Habrá, por cierto, quien diga que en elecciones europeas debería votarse pensando solo en asuntos europeos. Tonterías. Esa afirmación tendría sentido si el Parlamento Europeo fuera verdaderamente legislador a nivel comunitario. Pero, dado que no es más que un mero comparsa del Consejo, la Comisión y el Consejo Europeo (que son las instituciones comunitarias que verdaderamente tienen la sartén por el mango); es tontería votar sin tener en cuenta la situación política global, tanto nacional como internacional. Si hay elecciones que invitan al voto por pura simpatía y a mandar al cuerno toda consigna de voto (in)útil, son éstas.


Aunque, por qué voy a mentir, para que algún día me plantee votar por Vox, tienen que suceder bien que Vox empiece a defender los principios innegociables y que a la vez tuviera opciones de obtener una representación que estuvieran fuera del alcance de Impulso Social; bien que las opciones de Impulso Social fueran tan nulas que en la práctica fuera como si no tuviera opciones; o bien que Impulso Social desaparezca o traicione sus postulados dejando de defender los principios innegociables como Dios manda (en cuyo caso, y ante la ausencia de partidos que defiendan principios cristianos, podría empezar a plantearme discriminar a unas formaciones paganas en favor de otras -como hice en su día cuando surgió SCD-). Hasta entonces, nada de nada. IHS

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