A TODO EL QUE LE GUSTE LO QUE LEYERE, QUE LO DIVULGARA A TRAVÉS DE
CUALQUIER MEDIO DISPONIBLE YO LE PIDIERE. ¡DIFUSIÓN ES PODER!
Me
parece ya muy lejano el momento en que escribí aquel primer artículo
del blog (aparte de la presentación) en el que compartía con los
lectores las esperanzas que me inspiraba el proyecto político que allá
por esas fechas lanzaba Mario Conde: Sociedad Civil y Democracia (SCD).
Aquello fue hacia el final de agosto de 2012.
Ya es
mayo del año 2013. España sigue en manos de la casta política de
siempre, anegada en el océano de corrupción rampante de los viejos
oligarcas entronizados a raíz de la instauración de la Constitución que
nos legó ese nefasto periodo de nuestra Historia que fue la Transición
al juancarlismo. El Gobierno de Mariano Rajoy parece más exhausto que
otro que hubiese durado tres veces más. No obstante, sigue aferrándose
al cargo, luego no se ve que a quienes lo componen les haya sido de
provecho esa lección que nos ha dado a todos Benedicto XVI al renunciar
al ministerio petrino -en el que le ha sucedido el ya nuevo Papa
Francisco- por falta de fuerzas. Sin duda alguna, las razones por las
que nuestro actual Gobierno camina en el filo de la navaja son
múltiples, y de muy distinto cariz unas y otras. Seguramente la más
importante de todas es la que explica la misma exaltación al poder del
PP. Ganaron por agotamiento del contrario, sin demostrar en ningún
momento ser capaces de generar particular esperanza más que a los cuatro
palurdos acérrimos que les seguirían votando aunque ordenasen el
asesinato de toda su parentela (o precisamente por eso, que no hay que
menospreciar el poder del masoquismo). El Congreso de los Diputados les
dio su confianza, pero en ningún momento se han hecho acreedores de la
confianza de la Nación, que no votó a Rajoy ni al PP, sino contra
ZetaParo y contra el PSOE.
Eso ya debería bastar para
entender porqué un Gobierno tan jóven -y cuya legitimidad, desde el
punto de vista del propio sistema que aceptamos mansa e irreflexivamente
el 6 de diciembre de 1978, es del todo indiscutible- parece morirse de
esclerosis múltiple. Pero lo cierto es que Rajoy, digno sucesor de
ZetaParo e indigno gobernante de una España en la que estoy seguro de
que cree menos de lo que los españoles creen en él (y eso ya es decir),
parece decidido a limpiar el recuerdo de su antecesor -a quien debe de
apreciar más de lo que sugerían sus careos parlamentarios- batiendo
todas sus marcas de desfachatez..., en la medida en que le deje una
Alemania que quiere que le devuelvan su dinero y a la que le da igual
qué excusas se pongan ahora por delante para no hacerlo al ritmo que
ella quiere. De modo que el PP aparece en los últimos tiempos acorralado
por todos lados. Ahí tenemos a Bárcenas, que con el asunto este de
Gürtel y de la doble contabilidad pepera tiene agarrado en un puño a
todo su antiguo partido; o a Mato, con su marido enfangado hasta el
cuello en la trama antedicha. Las mentiras de Mariano Rajoy en prensa,
diciendo que no sube los impuestos para luego subirlos el fin de semana.
Los desencuentros entre De Guindos y Montoro (que parece que hubiera
desposeído al anterior de su cartera). Las palabras despectivas de
Alfonso Alonso hacia la Iglesia, demostrando lo poco que le importa el
que los católicos practicantes o mínimamente firmes en su fe hayan sido
hasta ahora votantes del PP. El espectáculo lamentable de Asturias,
donde el PP desde 2010 en adelante ha tirado a la basura una Autonomía
prácticamente segura. La cobardía demostrada por el Gobierno ante el
desafío secesionista de Artur Mas en Cataluña. Las reiteradas e
imbéciles declaraciones del peor ministro de este Gobierno, que es
seguramente Margalló, reclamando constantemente la disolución de la
nación española en el seno de una UE dentro de la que parecemos estar
condenados a ser no más que una provincia periférica de segundo o tercer
orden subordinada a los intereses de Berlín. En fin, no sigo haciendo
la relación de los desastres provocados en este año y medio por el PP
porque si no no terminaría nunca.
Sin embargo, el PP no
es el único que en estos momentos está enfangado en el más deleznable
lodazal de corruptela y falta de rumbo. Los EREs, el caso Faisán y los
problemas con el PSC por su inestable postura en relación con la
autodeterminación catalana tienen acorralado al PSOE. El primero de los
casos citados IU. La familia de los Pujol, patrones del secesionismo en
Cataluña, ha quedado a la altura de los Corleone (aunque sin el estilo
que transmiten éstos en la célebre trilogía de Coppola). Los sondeos de
opinión marcan un acusado retroceso de los dos grandes partidos, pero PP
y PSOE siguen sumando más de la mitad del electorado..., peor aun,
siguen ganando elección tras elección. Ahí está la mayoría absoluta
reciente del pepero Feijóo en Galicia para demostrarlo, la resistencia
del PSOE en su feudo andaluz, y la renovación -pese al relativo
descalabro electoral- del mandato de Artur Mas en Cataluña (en donde CiU
ha doblado en diputados a la segunda fuerza más votada).
Por
si esto fuera poco, las formaciones que en los sondeos de opinión se
benefician del descenso en la intención de voto para PP y PSOE no son
precisamente las que yo diría que encarnan la renovación del sistema,
sino más bien su perpetuación. Mismo perro con distintos collares. Rotos
el azul y el rojo, lo sustituímos por el magenta de UPyD, o por el
collar lleno de pulgas socialistas que es IU. Todo sea dicho, creo que
el ascenso de UPyD no dejaría de implicar una mejora, en tanto que, pese
a ser en sus políticas sociales (no tanto en las económicas) del tenor
del peor PSOE, es un partido comprometido con la unidad nacional
(terreno en el que, no obstante, peca de menosprecio hacia toda la
pasada Historia de España y de adscripción al concepto francés de nación
como mero contrato entre ciudadanos), con la lucha contra el
terrorismo, y con el apoyo al exilio democrático cubano y la firmeza
frente al totalitarismo castrista. En definitiva, que nunca recomendaría
el voto a UPyD, pero que reconozco que me alegra que crezca a costa del
PPSOE.
Resumiendo, que no crecen verdaderas
alternativas que fomenten una auténtica enmienda a la totalidad de esta
putrefacta ciénaga partitocrática en que se ha convertido España. Lo que
es muy triste, porque la cosecha sigue siendo desoladoramente magra,
pese a que difícilmente ha estado nunca la tierra tan abundantemente
abonada como lo está ahora, razón por la que el que escribe entiende que
podría esperarse otra cosa muy diferente y mucho mejor.
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